Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
TRAS BAMBALINAS.- Terquedad, el signo de los tiempos
Para el nuevo régimen que se aproxima, la palabra que define sus tiempos es la "terquedad". Se necesitó de ella para llegar al poder, en forma arrasadora, y se necesitará de ella para doblar la realidad, que es más terca aún.
Sin haber arrancado el gobierno, hay tres temas que se le empiezan a volver engrudo en forma peligrosa al nuevo gobierno: aeropuerto, seguridad y educación.
De hecho, las "consultas" y foros sobre los tres temas están reventadas y han perdido credibilidad, no sólo entre la sociedad, sino entre los propios involucrados, que la empiezan a ver más como una agresión, que un esfuerzo de transparencia.
Tanto verbo, tantas ganas de quedar bien con cada público han sumido, no sólo en la confusión, sino en abierta desconfianza, el fondo de estos tres graves problemas, al grado que los personajes que la encabezan, se encuentran ya en picota,
Los foros y consultas sobre el tema de seguridad no sólo han fracasado, sino que se encuentran suspendidos y ahora se sospecha que hubo amenazas de boicot por parte del crimen organizado.
Por lo menos así se puede columbrar, a la luz de las regiones en donde se pretendía llevar a cabo esas reuniones: Veracruz, Tamaulipas y Sinaloa, tres estados que junto con Puebla y Guerrero, representan el asiento territorial del crimen organizado.
La explicación de Durazo al respecto es insuficiente y peor aún la respuesta de la futura secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero quien, totalmente desinformada, sólo atinó a decir "vamos a revisar qué fue lo que pasó".
Lo más grave es que el crimen organizado sigue operando sin ninguna preocupación y al menos en Guerrero, particularmente en Acapulco, ya han tomado el control de toda la actividad económica.
No hay bar ni restaurante ubicado en la zona de la costera, que no haya recibido ya la visita del narco para exigir no sólo derecho de piso, sino carta abierta para vender estupefacientes, al grado que los restauranteros ya han mandado un S.O.S a las autoridades federales para que intervengan.
Pero también el crimen organizado ha tomado control del transporte público y ahora los "peseros" y taxis han sido reclutados como medio de transporte clandestino y seguro para los envíos de dosis y bolsitas de "María" y Coca.
Llámenle como le llamen "Guardia civil", "Guardia nacional", es evidente que sin las fuerzas armadas, el nuevo régimen no podrá combatir el desbordado negocio del crimen.
En el tema de la educación, ya vimos en imágenes elocuentes, cómo se las gasta el llamado "magisterio independiente" y cómo "se las toma" cuando las cosas no van a su favor.
La simple ratificación de quitarles de las manos la nómina y las plazas los enfureció. No es tanto la evaluación, porque al final de cuentas encontrarán el mecanismo para comprar los exámenes. El tema es el manejo de la plantilla burocrática y los puestos, que ellos consideran "conquistas sindicales".
"Chantaje" es el nombre del juego. Eso es lo que a lo largo de los años se ha enquistado en todo el "sistema" y es lo que permea cuanta movilización usted pueda ver en las calles: sean de campesinos, ejidatarios, precaristas o huachicoleros.
"¡El pueblo no se equivoca!" y vemos cómo menudean los linchamientos y ajusticiamientos, en un país donde la confusión, el miedo y la ausencia de justicia han convertido parajes de Puebla, Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Guanajuato, Sinaloa, Jalisco, en auténticas zonas de terror, con cientos de cadáveres diseminados en fosas clandestinas.
Son ya generaciones enteras de descomposición social, en las que el "arreglo" por debajo de la mesa y el populismo se convirtieron en el aceite que engrasó la maquinaria de un sistema corrupto que pareciera entonar: "un maleante en cada hijo te dio".
Nadie nos explica, por ejemplo, por qué después de meses de silencio, en que las obras del nuevo aeropuerto en el ex baso de Texcoco avanzaban inexorables, sin protestas, marchas ni plantones, de pronto se empezaron a empantanar y surgieron los grupos de presuntos "damnificados".
De hecho, las negociaciones con los grupos de ejidatarios y propietarios de terrenos, empezaron meses antes de que se empezara a remover la tierra donde ahora se dibujan claramente los trazos de las nuevas pistas de aterrizaje. Avanzó un 30% el proyecto, en medio del silencio y de aisladas manifestaciones.
Ahora, a la vista de la cancelación, algunos de los que recibieron un pago, se frotan las manos ante la posibilidad de "dobletear" y quedarse con lo recibido, así como con las parcelas que habían vendido.
El problema es: ¿Qué va a hacer Andrés Manuel con toda esa extensión donde ya de suyo habitaba la pobreza y la miseria? Porque, mire usted, en esos pantanos salitrosos no se podía sembrar ya nada.
Será un auténtico páramo de desolación, donde sólo la feria de Texcoco se mantendrá como el único motor económico de la región.
¿Cómo va a sacar de la miseria a todos esos pobladores que amanecen día a día con el olor pestilente de aguas estancadas? ¿Los añadirá a la lista de becarios jóvenes o de viejitos menesterosos?
Ese nuevo cementerio se convertirá en la fosa descomunal que enmarcará el inicio de su régimen, sello de sus tiempos: ¡Bienvenido a la realidad, señor Presidente!