Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
¿Autoatentado o autogolpe de Estado?
Por Jorge Octavio Ochoa. El presidente de la República ya empezó a hablar de SUBVERSIÓN. La expresión se suma a los términos SABOTAJE y AUTOATENTADO y dice que son “asuntos de Estado”.
Hace meses planteamos la hipótesis aquí y el viernes 20 de enero se empezaron a confirmar los temores: México no está exento de un AUTOGOLPE de Estado.
AMLO se refiere a la subversión, como un acto oculto, siniestro, pero imputable sólo a los “conservadores” que, en todo caso, no son más que los partidos de oposición y la clase media que está en contra de sus ideas y proyectos.
Esto ocurre en uno de los momentos más delicados de la GUERRA DEL NARCOTRÁFICO.
Está la captura de Ovidio Guzmán, el juicio contra Genaro García Luna y la detención de Gerardo Soberanes, lugar teniente del Mayo Zambada y relacionado con la élite política.
Hace meses decíamos aquí, en este mismo espacio, que López Obrador ha generado tal ambiente de polarización y enfrentamiento social, para propiciar que para julio del año próximo seá realmente peligroso llevar a cabo elecciones generales en todo el país.
Con un INE mutilado, profundamente debilitado y denigrado por el mismísimo presidente de la República, será sumamente complicado. Entonces él querrá pretextar inestabilidad, sedición, violencia y sabotaje, para suspender elecciones y declarar un IMPASSE en caso de que los resultados no le sean favorables.
Por eso el intento fallido de asumir el control de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Por ahí pasarían todos los procesos de asonada, sedición, alzamiento, insurrección y SUBVERSIÓN, término éste último, que López Obrador utilizó en su conferencia del pasado viernes 20 de enero.
Más vale que desde ahora empecemos a presionar al mandatario para que aclare posturas, porque esa salida sólo generaría un estallido social mayor a lo que él se pueda imaginar. Es falso, contra lo que dicen muchos observadores, que sus “corcholatas” tengan ganada la elección presidencial, menos el Congreso.
También que nos aclare el por qué de la repentina erogación de 726 millones de pesos en equipo antimotines para proteger a la Guardia Nacional que participe en operaciones de seguridad interior como protestas, manifestaciones y motines.
LAS VERSIONES DEL SABOTAJE
Durante 3 días seguidos ese fue el discurso: “sabotaje”, luego del choque de trenes que ocasionó la muerte de Yaretzi Adriana Hernández Fragoso, estudiante de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM de la que, por cierto, ese mismo gobierno no se ha acordado ni una sola vez. Y se desplegó a 6 mil elementos de la Guardia Nacional.
Para especular sobre SABOTAJES armaron “cuatro incidentes”, según relató Martí Batres, secretario de Gobierno de la CDMX. Así intentaron montar una presunta conspiración contra AMLO, Sheinbaum y la 4T.
Uno de ellos, en contra de una mujer humilde, Viviana Salgado, a quien mantuvieron dos días en el Penal de Santa Marta y le abrieron carpeta de investigación por presunto sabotaje. Su pecado: habérsele caído a las vías del metro una aspa de lavadora que compró en el centro de la CDMX.
Ese es el nivel de miseria moral que han mostrado tanto el gobierno de la Ciudad como el gobierno federal. Y es el propio secretario de la Defensa quien planteó ese ambiente de inestabilidad a partir del “degollamiento” de pernos de vagones del Metro.
No mostró la bitácora, ni la zona de donde pudo partir esa maquinación tenebrosa para descarrilar trenes. Sólo son planteamientos generales para demostrar que México se encuentra al borde del terrorismo.
Es ahí donde López Obrador asienta su teoría de que hay grupos sociales, “conservadores”, dispuestos a generar muerte. Todo esto, aunado al intento de homicidio del periodista Ciro Gómez Leyva, que el presidente insiste en denominar AUTOATENTADO.
Quizá parezca tremendista o amarillista esta visión que planteamos aquí, pero las declaraciones de la última semana del Primer Mandatario de la Nación han propiciado todo este tipo de especulaciones debido, precisamente, a la gran irresponsabilidad con que el mandatario declara.
Insistimos: cuando habla de subversión, él coloca a la sociedad, fundamentalmente a las clases medias, como parte de un grupo de civiles contrarios su régimen, capaces de, por debajo de la mesa o de manera subrepticia, armar sabotajes o actos de terrorismo para desestabilizarlo y menguar su poder.
López Obrador no ha sido capaz de colocar en su teoría, a una parte del crimen organizado que se ha sentido afectado por ese favoritismo del régimen con “Los Chapitos”; las deferencias a la madre de “El Chapo” y la intermediación para que se le respeten derechos humanos
No ha querido o no se le ha ocurrido pensar que hay cárteles antagónicos que quizá pretendan generar inestabilidad para debilitarlo. No. Contra ellos, ni con el pétalo de una rosa. Para él, todo está en el ámbito político de la polarización y son los “conservadores” con las clases medias, quienes lo quieren dañar.
Es decir: el presidente no quiere ni testerear a los cápos. Ese solo dato resulta sumamente sospechoso.
Ve la subversión como un acto oculto, siniestro, pero sólo imputable a los “conservadores” que, en todo caso, no son más que los partidos de oposición y todos los que no están de acuerdo con sus ideas. Esto se encuadra en los márgenes de la sedición, que implica un “alzamiento abierto contra la autoridad”.
Desde su paranoia dialéctica, hay quienes quieren atacar las bases de la fe, que hoy se llama Lopezobradorismo. De ahí la reflexión en torno al AUTOGOLPE de Estado: hacerse la víctima para mantenerse en el poder otro rato. Un año o más.
Otro dato que debemos tomar en cuenta es que, entre la feligresía AMLISTA, los apóstoles han empezado a abdicar y a dejar el Arca. Son los arrepentidos. Ahí se enmarca la reciente renuncia de Ricardo Mejía.
Pero también hay otros, que han empezado a detectar los pecados: Destacan el doctor en derecho Jaime Cárdenas, que renunció en menos de un año a la dirección del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, luego de descubrir que hubo un gran robo para armar la falsa rifa de un avión.
Se encuentran también Carlos Urzúa y Víctor Toledo, ex miembros del gabinete de López Obrador y que hoy son sus principales críticos, junto con Germán Martínez y Porfirio Muñoz Ledo. Se han distanciado también Javier Jiménez Espriú, Julio Scherer, Tatiana Clouthier, Santiago Nieto, Irma Eréndira Sandoval.
El hecho es que Andrés Manuel ha creado su propia gama de enemigos, entre los que menciona a los “intelectuales orgánicos”. Quizá él prefiera a los “intelectuales inorgánicos”, porque están todos muertos y ya no pueden opinar. En fin, cada quien sus fantasmas.