Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
¿Por qué nos has abandonado?
En 1994, cuando Carlos Salinas de Gortari logró la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (TLC), lo primero que declaró, es que éste permitiría a México reducir la migración y crear oportunidades de crecimiento y desarrollo para el país.
En el campo esto nunca ocurrió. La migración siguió en aumento y, hasta la fecha, las remesas de compatriotas que laboran en Estados Unidos representan la primera o segunda fuente de ingreso de divisas para la nación. El 1º de enero de 1994, cuando entró en vigor el TLC, ese mismo día irrumpió el EZLN.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), es sin duda el movimiento armado más suigéneris del mundo. Dirigido por el subcomandante Marcos, se convirtió de pronto, en la primera caja de resonancia contra un TLC que catalogaba como promotor del gran capital y de la inequidad social.
Algunos de los escritos del subcomandante se convirtieron en verdaderas piezas descriptivas de la marginación en México. La mal llamada izquierda mexicana lo idolatró. Mujeres del arte, la música y el cine trasladaron sus sueños y fantasías a San Cristóbal, para seguir de cerca al hombre encapuchado.
El ejército con rifles de palo, revolucionó la iconografía mundial, en imágenes que dieron la vuelta por todo el planeta. En ese primer año, la pseudo izquierda se sumó a las críticas al TLC y lo catalogaron, junto con Marcos, como un acuerdo neoliberal, entreguista y lesivo para México.
El Partido Socialista Unificado de México (PSUM), el Popular Socialista (PPS), el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y otros organismos entonces dijeron que la firma del TLC constituía un acto de “entreguismo al imperio”. Con el surgimiento del PRD, entonces cambiaron de opinión.
Fue la primera involución de la camada priista, encabezados por un hombre brillante, Porfirio Muñoz Ledo, uno de los políticos más agudos que ha tenido México y el mundo, autor de una reforma laboral, otra educativa; y copartícipe de la reforma electoral más profunda que ha tenido este país, creadora del antiguo IFE.
El subcomandante Marcos no sólo se mantuvo en contra del TLC, sino que se convirtió también en uno de los más mordaces críticos que ha tenido esa “izquierda mexicana” y desde esos años se convirtió en el primer fustigador de López Obrador. Nunca le creyó, ni mucho menos lo aceptó como líder de nada.
Esas son las ambivalencias en las que se han movido la mayoría de los que hoy figuran como cabezas del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), que esta misma semana que inicia, elevarán loas por la confirmación del T-MEC, hijo natural de aquel TLC.
De entonces a la fecha, los campesinos siguieron migrando a las grandes ciudades. Millones de ellos continuaron la tradición familiar de cruzar ilegalmente la frontera norte. Cerca de 5 millones de compatriotas dejaron sus tierras, acuciados por el hambre, la pobreza, la enfermedad y sobre todo, la violencia.
Hoy, 26 años después, esas condiciones no han cambiado. México necesita la apertura para sus sectores industriales más importantes como el textil, automotriz, aeronaval, minero e incluso el agroindustrial pero, como palanca de combate a la pobreza, no ha servido.
El TMEC, hoy por hoy, es uno de los tratados más NEOLIBERALES del mundo, por ese grado de apertura entre naciones, con todos los pros y contras que ello conlleva. Sin embargo, en México, en medio de una absoluta esquizofrenia y confusión, el término NEOLIBERAL se ha convertido en calificativo y ofensa.
La más profunda contradicción que marca a la 4T, es la adopción precisamente de un tratado conseguido por Carlos Salinas de Gortari, el cerebro de la llamada “mafia del poder”, acuñada también en el vocabulario Lópezobradorista, y cincelada como la obra máxima de la corrupción y del abuso de la clase política.
Contra todo lo que digan, hoy acompañan a Andrés Manuel López Obrador en esta aventura, dos de los empresarios más representativos del pasado salinista: Carlos Slim y Ricardo Salinas Pliego, beneficiarios directos de un régimen abusivo que les entregó en charola de plata TELMEX y TV Azteca.
En ese juego maniqueo, se mueve la cuarta transformación, que promete proteger a los pobres, pero que, en términos reales, introdujo un recorte presupuestal que redujo 29% el año pasado los recursos a medianos y pequeños productores del campo, donde se encuentra el 70% del mercado agrícola de México.
Hoy, es imposible disminuir las asimetrías entre los pequeños y grandes productores.
El campo mexicano está depauperado, marginado. El 44 por ciento de los tractores tienen más de 15 años, Sólo el 19.6% de las unidades de producción agrícola cuenta con maquinaria propia, ¿Cómo demonios va a competir México así en contra de los Estados Unidos?
Esto es sólo la visión somera de lo que ocurre en el país. El análisis profundo lo tendrán que hacer los académicos, los intelectuales. No basta la teoría del combate a la corrupción con un gobierno que no tiene plan ni programa. Como dijo Carlos Ursúa: la 4T es neoliberal, polarizante y peligrosa.
El ex secretario de Hacienda advirtió hace unos días, que el estado de la economía en México es malo; la inversión pública y privada está desplomada; y con ello la confianza dentro y fuera del país. Los capitales se fugan y la única arma que empieza a blandir la 4T es la persecución fiscal.
En medio de la pandemia, que ha cobrado la vida de más de 30 mil mexicanos, en una tragedia que dijo López Obrador, le vino “como anillo al dedo”, el presidente nunca entendió la importancia del sector formal de la economía y hoy privilegia la ilegalidad y los contratos sin licitación.
México se enfrentará ya, a fines de este año, a un panorama donde habrá menos empresas y, por ende, menos trabajadores, lo que se traduce en menos cotización en seguridad social, menos capital de trabajo, menos recursos para resolver el ingente problema de pensiones que se nos avecina.
Ursúa advirtió que México cuenta con un fondo de estabilización de ingresos estatales de unos 60 mil millones de pesos, que pueden ayudar unos cinco meses, y un fondo federal de 150 mil millones, que puede ayudar a paliar un poco la situación. Pero los problemas se agravarán con el tema de las pensiones.
Visto de cerca y desde dentro del sistema, Ursúa dice que López Obrador es un sujeto “muy autoritario”, con un estilo de gobernar muy parecido al del ex Presidente Luis Echeverría, el que decide todo en materia económica, como ocurrió con el nuevo aeropuerto, que fue el más grave error que pudo cometer.
Esa visita del próximo miércoles a los Estados Unidos, podría convertirse en el último clavo de sus desgracias, luego de dos años para el olvido.