Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
En el horizonte, México enfrentará a partir del próximo semestre, un verdadero tsunami de problemas que pueden marcar el devenir de la próxima generación. Tenemos tres enormes frentes abiertos:
1.- Crisis de seguridad nacional, con los índices de violencia y ausencia de poder y legalidad más altos desde la revolución.
2.- Crisis económica y social, que augura incrementar los niveles de pobreza a casi el 60% de los mexicanos por pérdida de empleo, cierre de empresas, depreciación de la moneda, fuga de capitales y caída del ingreso promedio real.
3.- Crisis de salud, con una pandemia que dejará vulnerable a la población por los próximos dos años, mientras en el mundo encuentran la vacuna contra el Covid 19 y sus mutaciones futuras.
Es, a todas luces, un panorama atemorizante porque, haga lo que haga el actual gobierno, de ninguna manera podrá aminorar el impacto de estos tres cataclismos que azotarán al país.
No se puede culpar a la 4T por el volumen de muertes que se han registrado porque, en términos reales, ningún país ha podido controlar los índices de contagio y mortandad, por mucho que abrieran o cerraran sus fronteras.
Aquí lo que se reprocha, es la cantidad de medidas a contracorriente que se están tomando porque, lejos de aminorar el impacto social de la pandemia, amenaza con volver a México un país depauperado a todos los niveles.
Tan sólo este domingo, trascendió que el gobierno federal recortará un 75% los gastos del sector burocrático, y en las próximas horas se avizoran más ajustes, incluso en los presupuestos de órganos autónomos y universidades públicas.
Esto, a la par de acciones inexplicables como el continuar, sin alteraciones, las obras de construcción del Tren Maya; de la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto internacional de Santa Lucía.
Aunado a esto, se anuncia con bombo y platillo, que ya están listas 80 de las 100 universidades Benito Juárez, prometidas por López Obrador y uno piensa: ¿Para qué más universidades si a las otras les recortará el presupuesto?
En los hechos, nuestro Mandatario está metido en una carrera contra el tiempo, pero nadie en su gabinete le ha podido hacer entender que, haga lo que haga, no podrá revertir las cifras negativas que inundarán su próximo informe presidencial.
México tendrá un decrecimiento, sin bien nos va, del -4%; no podrá recuperar ni una tercera parte de los empleos que ha perdido y al menos un 30% de las micro y pequeñas empresas que han cerrado ya no volverán.
Además, tenemos un panorama de salud devastador, como ya lo advirtió el propio Hugo López Gatell, con un fin de año acuciado por la influenza invernal y un posible rebrote del Covid 19.
Esto, en medio de un horizonte de austeridad que, diga lo que diga López Obrador, no mejorará en este sexenio, pues tan sólo el recorte en el presupuesto de vigilancia epidemiológica ha sido inclemente desde el sexenio de Felipe Calderón.
En el 2009, el gasto en ese rubro era de mil 354 millones de pesos, cifra que se fue recortando hasta colocarse actualmente en sólo 533 millones de pesos. Casi la cuarta parte.
En fin, a lo que vamos es que, los retos son monumentales para este gobierno, y con los niveles de deterioro que está registrando la planta industrial del país, será imposible salir del hoyo antes del 2024.
Es por eso que, ahogado en esa trágica prisa, que ahora mueve a risa y a dolor, el envejecido presidente pretende escribir una nueva teoría para medir, ya no los índices de crecimiento y desigualdad en una nación, sino ¡los niveles de felicidad!
Lo que ni los filósofos han podido dilucidar, Andrés Manuel López Obrador pretende convertirlo en un tratado para graficar el sentimiento de 120 millones de mexicanos que sufrirán, por igual, alguna de las 3 pestes que se nos avecinan.
Dislates, actos fallidos para exorcizar por decreto a los demonios sueltos; expresiones imprudentes, decisiones ejecutivas irresponsables, ese es el resumen de lo que han sido estos dos años de gobierno, que parecen eternos.
Nada podrá detener ya la caída de la 4T en los índices de aprobación y, lo que son las cosas, hoy la figura fundamental de Morena necesita de la ayuda de todos ellos, pero simplemente no se ve capacidad, porque todos ellos surgieron de la sumisión.
Los Poderes tendrán que acompañar, con decisiones y actos concretos, la transformación que tanto ha predicado López Obrador; sin fanfarronerías ni bravuconadas de barriada, que sólo lo hacen quedar como hablador.
En resumen, nadie puede negar, bajo ningún argumento, que el régimen ha fallado rotundamente en los frentes más graves de la crisis general que vive el país. Las crisis social, económica, financiera y de salud, están fuera de control.
Es sintomático el cuestionamiento que vivió Alfonso Durazo la semana pasada, en el Senado, cuando el propio coordinador de Morena, Ricardo Monreal, habló abiertamente sobre la falta de resultados de la Guardia Nacional.
Y a renglón seguido, le espetó el reproche por ponderar ahora el uso de las Fuerzas Armadas para complementar las tareas de la GN, cuando en campaña, López Obrador dijo totalmente lo contrario.
Incluso se le dijo si esto no lleva a la militarización y se le cuestionó tajante el decreto expedido por el Ejecutivo Federal y publicado el 11 de mayo, lo que ameritó un alud de críticas de todos los sectores.
“¿Implica falta de resultados de la estrategia de seguridad que usted coordina?; ¿La Guardia Nacional no ha tenido los resultados esperados, y por esa razón se decidió la utilización de las Fuerzas Armadas?; ¿Ello implica la militarización del Estado?”
Pero esto no fue todo. Desde el Senado se enmendó nuevamente la página a la 4T, y se reprochó rotundamente la iniciativa presentada por Dolores Padierna, bajo ordenes de Mario Delgado, para eliminar 44 fideicomisos.
Ricardo Monreal no sólo rechazó la iniciativa. Movió hilos para que la Junta de Coordinación Política se comprometa a realizar un Parlamento Abierto para escuchar todas las voces, a favor y en contra de dicha pretensión.
Monreal Ávila lo manifestó en un videomensaje, donde señaló también que los senadores de Morena, actuarán con responsabilidad, cautela y escucharán todas las voces para generar condiciones de sensibilidad y equilibrio.
“Actuaremos con mucha responsabilidad política y sobre todo sensibilidad social”, refrendó el también coordinador del grupo parlamentario de Morena en la Cámara alta.
La iniciativa de Padierna literalmente abortó. Entre los que manifestaron alto y claro su rechazo están los cineastas; con menos energía, algunos miembros de otros sectores afectados también dieron a conocer su repudio a tal propuesta.
En suma, están ocurriendo cosas en el país. Pero hoy por hoy el que debe resultar el más preocupado es López Obrador. Los factores de poder que creía tener se están deshilvanando.
No todo mundo está dispuesto a seguir a ciegas a Morena. Algunos actores fundamentales se están empezando a mover. Espere usted, ahora que se anuncie más recorte a universidades públicas.
Pero ahí andan con sus ideas de recortar presupuesto a la cultura; recortar las becas a los creadores; pedir tres meses de sus becas a los investigadores del Conacyt. En fin, esto será otro pandemónium.