Tras bambalinas
Con una 5ª ola de Covid19 encima, nuestra clase política se apresta a iniciar la segunda parte del sexenio, en medio de una serie de contrasentidos y desgracias:
1.- Una oposición desfigurada, con un PRI en extinción, un PRD desaparecido en la mitad del país y un PAN sin rumbo, porque su líder nacional no logra el consenso interno; pero que pactan con visos de éxito una moratoria constitucional.
2.- Un nuevo partido de Estado, Morena, que arrasa por inercia, que gobierna el 60% del territorio, pero que está en ruta de un grave choque de trenes interno si no logran un pacto los grupos que buscan el poder de manera voraz.
3.- Un presidente popular, pero reprobado, cuya única fuente de poder se basa en los sondeos de opinión, porque sus resultados en todas las materias son más que desastrosos; quizá hasta criminales.
4.- Un presidencialismo reinstaurado, pero que se apuntala en la compra de voluntades mediante dádivas y becas que no tienen soporte financiero ni rigor presupuestal para garantizar que perduren al paso de los años.
5.- Un futuro económico y financiero negativo, con graves carencias y 2 millones más de pobres, que se suman a los más de 40 millones que ya existían antes del inicio de este régimen.
Todo esto augura un cierre del 2022 sin crecimiento, con inflación; sin empleos, con salarios insuficientes, una planta productiva envejecida, sin proyectos, sin inversión y peor aún, sin certeza jurídica.
Impunidad y pandemia
En el país del “no pasa nada”, el 5 de junio fueron robados 20 enormes contenedores en el puerto de Manzanillo, Colima, cargados de metales preciosos: oro, plata, aparatos electrónicos, en las narices de la Marina.
Se le considera el robo más grande en la historia del puerto. Una decena de autos con hombres fuertemente armados, entró a las instalaciones de la empresa Maniobras Alonso Mireles (MAM), y se llevó el precioso y pesado cargamento.
Unos días más tarde, en Tecoanapa, Guerrero, un convoy de sicarios en una veintena de camionetas, pasó frente a elementos del Ejército impunemente, portando armas calibre 50, chalecos y uniformes tipo militar a plena luz del día.
Ese es el nivel de inseguridad que vivimos, aunado a una impunidad galopante, heredada de “los de antes”, pero que se ha ensanchado con “los de ahora”, de manera cínica y grosera.
Tenemos un fiscal que lleva 3 años sin hacer su declaración patrimonial, con el beneplácito presidencial, pese a que se le acusa de poseer 122 autos de lujo y una cuenta de cheques por más de 34 millones de pesos.
El hijo de Manuel Bartlett, director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), ha obtenido este año, contratos de la Secretaría de Marina y el ISSSTE por más de 26 millones de pesos, pese a estar bajo investigación,
Ambos funcionarios son protegidos del Presidente de la República, pero para él “no pasa nada”, los medios hacen “escándalo” porque son sus “adversarios”, y así sigue la lógica de un régimen sin autoridad moral.
Antes de que concluya la primera quincena de junio, ya se han dado otras 3 nuevas masacres (San Luis, Morelos y Guerrero), producto de la guerra intestina entre cárteles del crimen organizado, pero no pasa nada.
Impunidad y corrupción son el sello de la casa, incluso en la compra y distribución de medicamentos, que hoy con la 4T está totalmente desarticulada. La pandemia se ha estacionado en México; está por convertirse en endemia.
Ya son 12 entidades federativas que presentan repuntes significativos de Covid19, según el actuario y doctor en Ciencias matemáticas por la UNAM, Arturo Erdély, y profesor en la FES-Iztacala de la UNAM
El futuro es desalentador: ya no hay seguridad en nada: ni laboral, ni de salud, ni de libre tránsito; ni de equidad, ni de derecho; ni para hacer negocios. Pero el presidente dice que resolverá “de fondo”, todos los problemas.
La familia y la sociedad
Como ya hemos visto, los planteamientos teóricos de Andrés Manuel López Obrador carecen de rigor académico y acaban en tesis falsas que nunca podrá comprobar y, mucho menos, podrá llevar a cabo.
El decir, por ejemplo, que atacará “de raíz” el problema de la inseguridad y la violencia, basado solamente en el reparto de dinero a través de programas como “Jóvenes construyendo el Futuro” o “Sembrando Vida” es una mentira.
En 2020, en nuestro país se registraron 335 mil 563 matrimonios y 92 mil 739 divorcios. Es decir, por cada 100 matrimonios ocurrieron 27.6 divorcios. Los paganos serán los hijos.
Cada año en México, nacen alrededor de 90 mil a 100 mil niños fuera del matrimonio lo que, de origen ya plantea una crisis social, porque las mujeres abandonadas tendrán que enfrentar solas el problema.
Existen en el país cerca de 100 mil niños en situación de calle, que se dedican a la mendicidad. No tienen un domicilio dónde reciban ningún tipo de apoyo y en su mayoría, ya son víctimas de adicciones o de abusos.
Las bandas de delincuentes les ofrecen hasta 500 pesos diarios si realizan diversos ilícitos como prostitución, venta y traslado de drogas. Son problemas sociales, que López Obrador no ha tocado ni una sola ocasión en sus “mañaneras”.
Él, todo lo atribuye a “los de antes”; a sistemas políticos de los que él proviene y se benefició durante muchos años como funcionario “de medio pelo” porque, efectivamente, nunca se le reconoció gran capacidad profesional.
Está ausente el análisis social y el resquebrajamiento de la familia como pilar de la sociedad. Es cierto que la mayor parte de los criminales no nacen, se hacen, debido a la injusticia e inequidad de la sociedad.
Eso es algo mucho más complicado que pretender mirar sólo a través del cristal de la desigualdad. Los jóvenes necesitan algo más que dinero. Es imposible restaurar vidas cuando el odio, la codicia y las adicciones se han instalado en su alma.
Tres mil quinientos o cinco mil pesos al mes, resulta una irrealidad o una ingenuidad, cuando cientos de esos muchachos abandonados consiguen el doble o el tripe con uno o dos “golpes” al mes o sirviendo de halcones del narco.
López Obrador ha sido fatuo, torpe y petulante, al encasillar a sus enemigos y emitir preceptos que ni en el discurso político suenan lógicos. El simplemente creyó que los narcos dejarían las armas y tomarían el arado.
Eso sólo es infantilismo, y a cierta edad, pérdida de algunas facultades mentales.