Tras bambalinas

El padre, el hijo, los judas
Es preocupante ver que, pese al tamaño de los logros y los avances en el combate al narcotráfico y al crimen organizado, queda la sensación de que la presidenta de la República no alcanza un peso específico en el ánimo de la sociedad.
Las encuestas de popularidad le reconocen el trabajo hecho hasta ahora, que es inconmensurablemente mayor a lo logrado por su maestro y antecesor, pero queda esa sensación de que algo le falta.
Se le ve, se le siente tensa, amarrada, como manipulada por fuerzas que apenas alcanzamos a entender pero que son muy visibles. Trump y AMLO son los nombres y los hombres que lastran su mandato.
Los avances incuestionables en el combate a los cárteles, principalmente el de Sinaloa, el decomiso de fentanilo, parecieran más obra y gracia de las presiones del Bárbaro del Norte, que logros de su gobierno.
Por eso, la captura de Capos, por momentos se perciben como un intercambio, para saciar la animosidad de Trump y las investigaciones del Departamento de Justicia de USA. Pero, sobre todo, para evitar la detención del personaje principal.
Bajo esta óptica, los “detalles” de lo que ocurre en el actual régimen NO son insignificantes. No pueden serlo. No hay casualidades. Más vale que, a partir de ahora, se piense dos veces antes de hablar.
El detalle, por ejemplo, de la “distracción”, de la élite de Morena, el día de la concentración en el Zócalo, para demostrar cohesión y unidad en torno a la presidenta, tiene otras dimensiones que ella no quiere ver.
Estaban ahí, representados, los Poderes del Congreso de la Unión: ambas Cámaras representadas, Senado y Diputados; la máxima dirigencia del Partido, Luisa María y Andy.
A un costado, dos personajes ligados al dinero: la gobernadora del Banco de México y el hombre más cercano, al ex presidente. El que le lleva la cartera, le carga la maleta y escucha confidencias: Esquer. Y en medio de ellos, el judas, Manuelito.
Estaba ahí Victoria Rodríguez Ceja, gobernadora del Banco de México, en su fase partidista. El ex gobernador de Chiapas, Manuel Velazco y el amigo más íntimo, Alejandro Esquer.
Entonces, cabe preguntar. ¿No la vieron, porque no la sintieron? ¿O no la sienten como nueva líder del movimiento? Más allá de la distracción, la foto lleva todos estos mensajes.
Pero hay uno que es demoledor y recuerda la frase aquella “¡El movimiento soy yo!”, que marcó el inicio de su ruptura con los líderes del PRD. En la foto del domingo antepasado, el mensaje es peor.
“En la 4T, yo tengo el dinero, el partido y al relevo”. Ahí estaban los que le disputaron la corona, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal Ávila envueltos, otra vez, en una sucesión adelantada. Ahí está el hijo y los Judas.
Místico mensaje para quienes se sienten custodios y relevos del Señor. Sin embargo, en Morena los demonios andan sueltos. Otean el horizonte y avizoran la caída. ¿Habrá una víctima? ¿Quién caerá en manos de la justicia de USA?
Lo más grave es que, ese episodio que Sheinbaum catalogó “sin importancia”, pone en relieve justamente su personalidad y el peso político que proyecta. Con Andrés Manuel López Obrador no se daban esas “distracciones”.
La sola presencia del tabasqueño acaparaba toda su atención. Eso se llama DENSIDAD POLITICA. Aquel era concebido como un auténtico jefe del movimiento. Ella no. También refleja los resabios machistas que adolece Morena.
Él es la piedra angular de todo un movimiento que, de ser vinculado a investigaciones criminales en Estados Unidos, desplomaría estrepitosamente eso que conocemos como la 4T y Morena.
Fue un grave error de la presidenta, en ese afán de defender a su maestro y a su partido, decir “¡Ya déjenlo en paz!”, o argumentar que se le ha dado excesiva importancia a una foto sobre los campos de ejecución en México.
Pedir que “dejen en paz” a un ex presidente que no se hartó de mirar al pasado es incongruente. Pero mirar con indolencia la fotografía de jóvenes desaparecidos es incluso criminal.
Ante el silencio de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), dirigida por la señora Piedra (¡Vaya paradoja!), su homóloga de la ONU, Liz Throssell advirtió sobre las atrocidades que ocurren en México.
El descubrimiento de campos clandestinos de entrenamiento para sicarios es, como ella dijo, “perturbador”. Por eso el llamado de ese organismo, al gobierno de México, para que propicie investigaciones fidedignas y otorgue apoyo a las familias.
Es momento ya, de que Sheinbaum se deslinde, o por lo menos prepare mejor sus discursos. Las cifras que circulan en las redes sociales sobre fosas clandestinas son pasmosas.
No se exonera a los sexenios de Calderón ni Peña Nieto. Pero lo ocurrido con López Obrador es espeluznante. Investigadores aseguran, según datos oficiales, que en ese periodo encontraron, en promedio, una fosa clandestina cada 13 horas.
Durante el sexenio de Felipe Calderón, se localizaron 1,135 fosas; con Peña Nieto se encontraron 1,700 fosas. Pero, en el sexenio de López Obrador, inexplicablemente la Comisión Nacional de Búsqueda, detuvo el conteo.
Paró la cifra en 2,835, a mediados del año 2023, cuando faltaba la mitad de su sexenio. Durante su mandato, se encontraron más de 11 fosas clandestinas por semana. Aún así, con AMLO se incrementó en 149% el hallazgo de fosas.
En resumen, México danza entre muertos, aunque no les guste a los personeros de la 4T, pero ella Baila Sola.