Tras bambalinas
Estado represor, del cadalso a la tómbola
La peor pesadilla está por empezar. El orden constitucional y el Estado de Derecho se han roto en México. El régimen está en desacato. Hay una sensible y acelerada pérdida de autoridad moral y, sobre todo, de solidez institucional.
Todos los actos que desencadenaron en la reciente reforma judicial, están plagados de brutalidad jurídica y política en toda la extensión de la palabra, porque se sustentan en fraudes e ilegalidades.
Una mayoría legislativa tramposa, que no fue suficiente para torcer la Constitución, tuvo que recurrir al voto de corruptos, que violaron el sentido de lo que millones de electores buscaban cuando depositaron su confianza en una persona o partido.
Quienes sufragaron por los Yunes, por ejemplo, podrían reclamar jurídicamente el engaño, porque habían optado por una opción diametralmente distinta y acabaron imponiéndole la guinda por el azul.
Este sólo argumento legal bastaría por derribar todo el entramado de brutalidades jurídicas, que ahora quieren completar arremetiendo contra la jueza que ordenó bajar el decreto de la reforma judicial del Diario Oficial.
Por si no fuera suficiente, fue el PRI quien otorgó un raquítico quórum de 65 senadores, para realizar el sorteo de los primeros jueces que serán pasados por el cadalso el próximo año.
Atestiguaron la masacre 11 legisladores del PRI, que acudieron a la sesión por órdenes de su líder nacional, Alejandro Cárdenas. PAN y MC, al menos tuvieron la dignidad de no acudir.
La denuncia que interpondrá el Gobierno de Claudia Sheinbaum, será el primer acto autoritario y dictatorial de la auto proclamada 4a Transformación, y eso lo marcará por el resto del sexenio. Ella no merecerá: ni confianza, ni respeto.
Pero su partido, Morena, pretende empujarla a tomar otras decisiones peligrosas, como someter a juicio político a los demás jueces que emitieron amparos contra la reforma.
Para todos aquellos que tenían la esperanza de que habría un cambio pacificador con Claudia Sheinbaum, podrán recoger sus capas. Todo apunta a que este régimen es el mismo que el anterior, o todavía más autoritario.
El que no obedezca se va a juicio, o a prisión preventiva oficiosa. El hálito de venganza flota en el ambiente. Los jueces que se enfrentaron a Arturo Zaldívar, serán los primeros decapitados.
La guillotina de la Santa Inquisición fue reemplazada por una tómbola, no menos brutal que aquella, porque no sólo cambia el destino de cientos de personas, sino que ejecutan literalmente a los alzados contra López Obrador.
De acuerdo con la versión del portal Animal Político, 39 de las 58 plazas de personas del Poder Judicial que denunciaron presiones en casos que favorecían al gobierno federal, en el sexenio de López Obrador, serán renovadas en 2025.
La tómbola cayó sobre las plazas de 13 juezas y jueces, de 19 que fueron mencionados en la denuncia anónima presentada en abril pasado contra el expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar,
Animal Político menciona los casos de Adrián Fernando Novelo Pérez, que emitió fallos sobre el Tren Maya; Sandra Leticia Robledo Magaña, que resolvió diversos amparos en torno al caso Lozoya.
Así como ellos, hay una lista completa de juzgadores a los que el régimen quiere pasar por el patíbulo, e incluso meterlos a la cárcel, cuando son otros los que debieran estar ahí.
Así, Sheinbaum y Morena han convertido a las instituciones en instrumento de uso personal, los recursos del Estado en parte de su peculio y la Hacienda Pública, en caja chica para el soborno disfrazado de Bienestar.
Hoy, en México, no hay equilibrio alguno: ni de Poderes ni de juicio, ni de cordura en quienes detentan el gobierno. Más que engolosinados, parecen enloquecidos por el poder. Sólo los grupos antagónicos de la delincuencia se les enfrentan.
Por eso cada día hay más ejecuciones, matanzas y ajustes de cuentas. Podemos verlo ya en las calles de la Ciudad de México, Sinaloa, Tabasco, Chiapas, Morelos. Todos ellos se disputan el famoso “derecho de piso”.
En esta escalada, tenemos una oposición miserable: un PRI en extinción, con un líder, Alejandro “Alito” Moreno, que solo quiere al partido como parapeto para evadir la cárcel por enriquecimiento ilícito.
Un PAN que respira por las branquias de la traición y un partido Morena que, con toda y su mediocridad a cuestas, y una dirigencia emanada de los designios del patriarca, empieza a instrumentar la falange con sus chalecos guindas.
Luisa María Alcalde y Andy López Beltrán iniciarán el proceso de afiliación, con el objetivo de consolidarse como el partido de Estado más poderoso de toda América Latina y un sistema de cooptación basado en la compra de voluntades.
Además, regresarán a la estructura del viejo sindicalismo, de líderes corruptos, que solo responden a los intereses del gobierno federal, con liderazgos venales que emularán a Fidel Velázquez. Ya lo vemos en ambas Cámaras del Congreso.