Tras bambalinas
¿El otoño de quién? El regreso voraz del ogro filantrópico
El desaseo, la voracidad, la sevicia, el arrasamiento, es lo que, en primera instancia, se ve tras las elecciones más grandes en la historia de México. Y no sólo es el exterminio de enemigo, habrá depuración de los apóstatas.
De la “dicta blanda” del PRI durante más de 70 años, pasamos al preámbulo de una dictadura, con partido de Estado y una presidencia de la República más que poderosa.
El problema ahora, es saber a quien apuntalan en estos momentos todos esos factores de decisión absoluta, y cómo se acomodará el “ogro filantrópico”, para demoler a todos aquellos que se le opongan.
Lo ocurrido esta semana con los mercados financieros, y la respuesta tronante de López Obrador, contra todos los esfuerzos de la víspera de Claudia Sheinbaum, son un pequeño adelanto.
“Es más importante la justicia que los mercados”, dijo aquel. Y más importante aún es SU JUSTICIA, la justicia según AMLO.
Sin respeto a las formas, la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, salió a remachar el lunes 3 de junio, el triunfo aplastante de Morena, y anunció, mucho antes que el INE, la conformación de una mayoría calificada en el Congreso.
Obviamente, ella no se manda sola. Recibió la instrucción directa de López Obrador. En esa urgencia, se llevó entre los pies la estabilidad financiera, de la que tanto habían presumido todos estos años. No le importó.
Primero, había que dejar clara la entronización de un aparato político que ya controla todo el territorio. Sin embargo, ese sólo anuncio de la mayoría absoluta, desplomó un 4% al peso el lunes. Para el viernes el desplome fue de 8%. ¿Y?
Luego de cinco años de supuesta fortaleza, López Obrador dio este manotazo y dijo que no es importante. La alarma de los capitales e inversionistas es evidente. No hay confianza en un país donde desaparece totalmente el equilibrio de Poderes.
Pese a la alarma generalizada, el propio presidente López Obrador se encargó de cerrar la semana con declaraciones que dispararon la paridad por arriba de los 18.40 por dólar.
El Ejecutivo Federal puede decidir absolutamente todo cuanto le dé la gana. “Si hay que reformar al poder judicial vamos a hacerlo, y de manera ordenada, sin autoritarismos. Que se convoque a todos a hablar sobre el tema, ya desde ahora”.
Más que una mera expresión, fue una orden, pese a que Claudia Sheinbaum había dicho que se convocaría a un Parlamento Abierto para discutir el tema. Ella se había pasado el día hablando con líderes del sector financiero para rescatar la estabilidad.
Aquel siguió con su discurso ideológico, que marca el parteaguas para el inicio de ese totalitarismo que anunciamos: el Poder Judicial “está secuestrado, está tomado, está al servicio de una minoría, de los de arriba”.
Les guste o no a los mexicanos, el Presidencialismo vuelve con todo su poder, más amenazante incluso que en la peor época totalitaria del PRI. Él no se va. Ya adelantó que mantendrá su derecho de “disentir”.
Para eso tiene a Morena y la revocación de mandato, como poderosa pinza por si a él no le gusta el rumbo que empiece a tomar la nueva presidenta. Ese es su “derecho a disentir”.
TRIUNFO IRREVERSIBLE
Dicho todo esto, debemos decir que el triunfo de Sheinbaum es irreversible. Ella ganó. Sin embargo, no deja de ser sospechosa la tranquilidad y parsimonia con la que, desde horas antes del final de las elecciones, actuó el presidente López Obrador.
Desde las 17:00 horas, se empezó a ver movimiento en el templete, instalado a la puerta de Palacio. Para las 20:00 horas, ya habían colocado un gran monitor. Preparaban la fiesta tres horas antes, ya sin la CNTE.
Sin embargo, hubo un ambiente extraño. No fue aquella explosión de algarabía como en el 2018. La aplastante victoria sorprendió a millones, por la forma y por el fondo. Aún en estas horas no deja de sorprender.
Hoy apenas se ven los nubarrones. La mayoría calificada en el Congreso es, en primer lugar, nociva y podría empezar a causar rupturas, no en la sociedad, ya de por sí dividida, sino dentro del propio partido en el poder.
De entrada, el mensaje del capital y de los inversionistas es muy claro. No quieren reformas que rompan definitivamente el equilibrio de Poderes. Pero Ignacio Mier salió a decir que en septiembre entran en vigor.
Juan Ramón de la Fuente y Ricardo Monreal salieron al paso, para anunciar que habrá diálogo con todas las fuerzas políticas y no se aplicarán mayorías aplastantes. Son mensajes, para los mercados financieros.
ABSTENCIONISMO, EL SILENCIO DE LOS INOCENTES
En medio de esta fractura, también quedan sospechas de lo ocurrido el 2 de junio. En primer lugar, está el altísimo porcentaje de abstencionismo, que en términos numéricos rebasa los 36.8 millones de votantes.
De acuerdo con actas contabilizadas del INE, en México participaron 92 millones 92 mil 843 personas. Por Sheinbaum votaron 33 millones 226 mil 602 electores. Esto quiere decir que 58 millones 866 mil 241 personas NO votaron por ella.
El volumen absoluto de personas que se abstuvo, es decir que no votó por Xochitl, ni por Maynez, ni por nadie, fue de 37 millones, 413 mil 410 personas. Que conste que no estamos hablando todavía del fraude que se registró.
Si entramos al fondo del abstencionismo tenemos que, en primer lugar, el crimen organizado impidió sufragar a millones de personas, que viven aterrorizadas por los grupos armados o que incluso han sido desalojadas de sus comunidades.
Otros tantos no lo hicieron por otros factores, que van desde pérdida de la credencial, enfermedad, muerte, lejanía de las casillas, edad avanzada, golpe de calor o hartazgo de los partidos y de los políticos.
Sea como sea, se trata de una mayoría silenciosa, que significa mucho, porque también esconde la marginación, la pobreza, el repudio, el rechazo, la pérdida de confianza. Dejar de lado esta lectura, es el primer gran error de los políticos.
EL FRAUDE
En el triunfo de Morena, hay también un volumen importante de votos que provienen de distritos muy alejados, que no entran en los cómputos del INE para conteos rápidos.
Por ejemplo, en Nayarit, en el distrito Compostela, existen poco más de 77 mil habitantes, incluidos menores, pero la lista nominal contiene 323 mil personas. Ahí, el PREP reportó que votaron 110 mil 495 personas por Claudia Sheinbaum.
Hubo muchos casos similares, en donde se infló la lista nominal o padrón electoral, que dieron márgenes de ventaja de entre 50 mil a 100 mil votos. Además, al menos 20 mil 416 secciones electorales estaban marcadas con focos rojos o amarillos.
En esos lugares sería difícil garantizar el sufragio o mantener una cadena de custodia adecuada durante todo el proceso, por la presencia del crimen organizado o por prácticas atávicas de las poblaciones.
Los resultados electorales son, por demás, cuestionables en Veracruz, Guerrero, Morelos, Michoacán, Tamaulipas, Sonora, Sinaloa, Zacatecas. Fueron “totalmente Morena”.
Sea como sea, a partir de ahora, hay que ver, leer y tratar de entender los mensajes de los mercados; los cambios de actitudes, los discursos y los intercambios personales entre los equipos de Sheinbaum y López Obrador.
Más allá de todo esto, los “Alitos”, “Markitos” y “Chuchitos” deberían desaparecer. La oposición fue arrasada por culpa de estos. Y para colmo los tendrá que soportar otros años más en el Senado o la Cámara de Diputados.
De todos modos, Morena demuestra demasiada soberbia al decir que “la mayoría” de los mexicanos votó por ellos. Que quede claro: 36.8 millones de personas no quiso votar por ellos, ni por nadie. Es un mensaje contundente, demoledor.
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