Tigres de arena
Oficialismo e ilusión democrática
En días pasados, uno de los consejeros del INE señalaba que habría que justificar muy bien legal y argumentativamente el no aplicar en su literalidad el artículo que “avala” la sobrerrepresentación del movimiento oficial en las cámaras.
En el país de los artificiosos 36 millones de rehenes electorales se construye una realidad alterna donde el totalitarismo es su nueva razón de vida y donde la democracia simplemente no tiene cabida. Con la visión de los adeptos del sótano de la historia se busca reescribir política y jurídicamente México sin obstáculo alguno.
Hay bibliografía varia acerca de cómo se desmantelan o destruyen las democracias pero los análisis se disuelven cuando se experimenta desde la cotidianidad el embate contra el entramado institucional mexicano. Los órganos autónomos ya se erigen desde el cadalso y sólo esperan el dictamen definitivo en Cámaras para desaparecer y minar la confianza del exterior hacia nuestra nación.
No se puede esperar menos de los fanáticos del régimen, ya que ellos se criaron en el resentimiento y no en la oposición. Ellos nunca defendieron una apertura democrática sino siempre soñaron con ser ellos el verdugo y no la víctima. En su triste dialéctica no caen en cuenta que su guillotina primero va sobre de ellos y luego sobre los ciudadanos. Aquel servidor público que destruye instituciones se destruye a sí mismo. De ese tamaño la tragedia del movimiento del sótano de la historia.
La “bravura” insensata con la que el movimiento de la farsesca transformación se maneja les cobrará factura muy pronto.
Si bien la democracia depende hoy de 3 magistrados y dos senadores opositores, hay testimonio en la historia nacional de sobra para acreditar que desde la resistencia se defendió la república. No hay cosa juzgada aún.
El oficialismo no conseguirá en este trienio derrumbar las bases de la república mexicana ni mucho menos refundará un país en las fauces del crimen organizado y la anarquía.
El reloj de arena cae y muchas cosas faltan por ver.
México es más grande que un montaje electoral y que un movimiento de masas sin rumbo.
La historia los está colocando en el lugar que merecen tener.