Tigres de arena
Constitución de Apatzingán: 209 años
“La comisión encargada de presentar el proyecto de nuestra Constitución interina, se da prisa para poner sus trabajos en estado de ser examinados y en breves días veréis, ¡oh pueblos de América!, la carta sagrada de libertad que el Congreso pondrá en vuestras manos, como un precioso monumento que convencerá al orbe de la dignidad del objeto a que se dirigen vuestros pasos. “
José María Liceaga, 1814.
Se cumplió el 209 aniversario de la promulgación del Decreto Constitucional para la Libertad Mexicana y como todos los años se celebra a la cuna del constitucionalismo mexicano, Apatzingán, para conmemorar el hito político y jurídico más importante del movimiento insurgente.
Para comprender la magnitud de lo logrado con la promulgación de la popularmente conocida como Constitución de Apatzingán, es necesario, ir más atrás en la historia nacional y evocar algunos eventos previos que tuvieron influencia ideológica y legal para llegar al documento que hoy en este espacio se homenajea.
Las conspiraciones de 1808 y 1809 en Ciudad de México y Valladolid; la primera oleada insurgente encabezada por Miguel Hidalgo; la promulgación de la Constitución Política de la Monarquía Española por las Cortes de Cádiz y la presentación de los Sentimientos de la Nación —que fueron una respuesta contundente a los Elementos Constitucionales de López Rayón— en el Congreso de Anáhuac en 1813, en Chilpancingo.
En este breve recuento histórico, se enuncian los eventos y las circunstancias que antecedieron a la promulgación de la primera constitución —Decreto— elaborada en territorio mexicano.
El Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana se promulgó el 22 de octubre de 1814 en Apatzingán, Michoacán, tras la movilización del cuerpo insurgente hacia esta región después de la Batalla de la Loma de Santa María y la crucial captura de Mariano Matamoros en Puruarán.
El Decreto se compone por 242 artículos distribuidos en dos apartados y veintiocho capítulos, en los que se plasman cinco conceptos fundamentales: la soberanía popular, la división de poderes, la supremacía de la ley, derechos humanos y democracia. Estas ideas tuvieron a su vez inspiración en las constituciones francesas del 1791 y de 1793 y que lograron consolidarse en el texto constitucional de la América Mexicana.
La autoridad insurgente siempre buscó legalizar y legitimar la actuación de sus órganos de gobierno y lo logró de manera efímera creando las instituciones donde se depositaron los respectivos poderes del Estado insurgente. El territorio insurgente fue gobernado a través de instituciones fundadas y establecidas en el marco del Derecho de la época y éstas a su vez tuvieron vigencia y aplicación en el terreno liberado por el movimiento armado. Es decir, siempre hubo la intención de construir un Estado-Nación, siempre hubo un proyecto a seguir, de ninguna manera fue una improvisación o accidente como algunas corrientes historiográficas aún sostienen.
El único gran pendiente de la insurgencia fue el de convocar a un Congreso Nacional que fuese electo de manera popular para así concretar la elaboración de un texto constitucional emanado de la soberanía nacional. No obstante esto se logró constituir un Estado de breve existencia bajo cuyo manto se gobernó la América Mexicana, sin duda, un triunfo para la posteridad que aún se celebra.
¿Por qué evocar a la Constitución de Apatzingán? Porque vivimos tiempos en los que se pretende reinterpretar la historia de México desde el dogma y la inquina. El movimiento del accidente histórico se postula ante la sociedad como el único guardián de la historia nacional y lo único que genera es un discurso polarizador y tergiversador sobre lo que realmente sucedió en el pasado. La doctrina del resentimiento en su máximo esplendor es la especialidad de ellos.
Sirvan estas líneas como un humilde homenaje más para el mayor triunfo de la causa insurgente. Las grandes proezas de la historia quedan en la memoria y en la eternidad; los delirios de grandeza y de autoritarismo en el ostracismo y el olvido.
Que viva la Constitución de Apatzingán y que viva México.
Bismarck Izquierdo Rodríguez
Secretario de Cultura del CEN del PRI
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