Tigres de arena
Por siempre Morelos
Se cumplen 258 años del aniversario del nacimiento de José María Morelos y Pavón y hay algunos apuntes para compartir de manera sintética.
Por encima del mito del héroe, el Siervo de la Nación transcurrió su infancia, juventud y parte de su adultez en diferentes demarcaciones del estado de Michoacán. Principalmente, debió pasar sus días en la tierra caliente, primero, como labrador de la hacienda de su tío y posteriormente ejerciendo su ministerio.
Asimismo, Morelos fue un bachiller de edad más avanzada que sus compañeros, ya que ingresó al colegio de San Nicolás con 25 años y fue el estudiante más destacado de su generación.
Como curiosidad, formalmente no fue discípulo directo del rector Miguel Hidalgo y Costilla más allá de haber convivido y conversado con él gracias a su brillante desempeño académico durante su paso por el Colegio. En el imaginario queda su recorrido entre Charo e Indaparapeo donde el capitán general de la Nación Americana le encomienda levantar el Sur.
Al día de hoy, la ciencia histórica también ha permitido colocar en su justo lugar al michoacano universal. La segunda oleada que él representó sentó la bases políticas y jurídicas de la América Mexicana.
Documentos como el reglamento del Congreso de Anáhuac, los Sentimientos de la Nación y el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, fueron cruciales para el funcionamiento de la efímera nación insurgente que llegó a tener sus poderes constituidos.
A diferencia de lo que creen en el movimiento del accidente histórico, las transformaciones de este país se han logrado desde la inteligencia, la legalidad y las instituciones. José María Morelos y Pavón dejó tras su paso por este territorio las bases políticas del país que hoy conocemos.
Atrás quedan las corrientes historiográficas que desacreditaban algunas de las proezas del héroe. Hoy se sabe que Morelos nunca se arrepintió en sus horas más aciagas ni mucho menos traicionó la causa insurgente. Hasta sus últimos momentos se mantuvo fuerte y determinando como lo hiciera su mentor Hidalgo en Chihuahua.
Se añade a esta narración otro de tantos sucesos que quedaron registrados en la historia; ha de recordarse cuando el Generalísimo fue encomendado para aprehender a José María Cos, quien se había sublevado y cuya corporación sediciosa se negó a disparar un solo tiro en contra del entonces vallisoletano, dicha circunstancia llevó a la irremediable rendición del doctor Cos.
En torno a sus 50 años de vida y casi 4 al frente del ejército insurgente se han generado un sinnúmero de relatos, algunos verdaderos y otros imaginarios. Como un homenaje más en el marco de su natalicio no queda más que recordar al prócer al margen de ideologías, polarizaciones y descalificaciones.
Un solo hombre logró cambiar el rumbo de una nación y aunque no sobrevivió para atestiguar su legado, cada mexicano sabe lo que representa su hazaña y su devoción por la libertad.
José María Morelos y Pavón es eterno y su luz habrá de seguir guiando a las generaciones de ciudadanos que nazcan en este país.
Memoria y eternidad para el generalísimo en el corazón de México.