Solidaridad/Gerardo A. Herrera Pérez

Después de la Segunda Guerra Mundial, vivimos tiempos de los derechos humanos y la dignidad; desde 1948 diferentes instrumentos jurídicos internacionales firmados y ratificados por el Estado mexicano dan paso a las obligaciones de las personas para con sus semejantes entre ellos la obligación de la solidaridad; pero también la responsabilidad del Estado de proteger y respetar los derechos y libertades de las personas.
Los valores de dignidad humana y solidaridad, también llegan a ser principios; los principios se vuelven derechos, y éstos normas, la cuestión es que cuando son normas deben ser cumplidas como obligaciones o responsabilidades de las personas.
La humanidad requiere ser comprometida, por ello, el término de solidaridad, significa, la adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros; la solidaridad es la suma de esfuerzos de diferente índole de todos, para una presencia fuerte que ayuda a una causa; pero también genera conciencia colectiva de necesidades en común y de pertenencia a un grupo en la cual todos se benefician por la fuerza en la unión.
Desde la antigüedad se realizaban acciones de solidaridad a través de los vínculos de la amistad tan importante en estas fechas, como el amor, la ayuda mutua, la comunalidad, frente a lo que vivimos valores líquidos, individuales y efímeros.
De tal manera que la solidaridad podría ser entendida como un derecho fundamental y una base para el disfrute de otros derechos. La solidaridad es tan importante en estos días que nos tenemos que refugiar en la idea que los humanos en lo individual, como los pueblos en lo colectivo no pueden vivir sin la ayuda del otro, entenderlo es fundamental, hacerlo en la práctica lo es más; hoy un grupo de personas asistió con la representación que otorga la sociedad civil para apoyar a las personas que se encuentran fuera de los hospitales esperando a sus enfermos, estuvieron Sergio, Gerardo Armando, Edgar, Pedro, Isaac, Adriana, Mani Browns y Gerardo, quienes llevaron un momento humanista de interlocución y solidario para con el otro.
La solidaridad aplicada sin prejuicio, y alejada de la mezquindad, dignifica en su realización al ser humano que se olvida de su persona, para actuar en favor de su comunidad, y que a la vez ésta deberá protegerlo a él en caso de necesidad.
Vaya mi reconocimiento a todos aquellos que han avanzado en la instrumentación de estos valores, principios, derechos de la dignidad humana y la solidaridad. Mi agradecimiento a quien brindo apoyo con la mano derecha y no permitió que su mano izquierda lo supiera. No se requieren en los valores de la dignidad y solidaridad arrogancias, lo que se requiere es actuar con virtudes sociales: humildad y caridad.