Ser y parecer…/Ana Lucía Medina Galindo
¿Oposición?
“Tiempos difíciles, generan hombres fuertes,
hombres fuertes, generan tiempos fáciles,
tiempos fáciles, generan hombres débiles,
hombres débiles, generan tiempos difíciles”
Shaikh Rashid
Es relativamente fácil repetir que no hay oposición a la autodenominada 4T, es la frase más escuchada en las mesas donde se pretende entrar al debate de la situación política actual, se dice que no hay quien haga frente a la figura presidencial, incluso se repite lo que mal intencionadamente dijo el presidente López “…la oposición está moralmente derrotada”.
No concuerdo con dicha aseveración, pero reconozco que a la oposición le falta ímpetu y estrategia, probablemente escasea el espíritu combativo y la fuerza en las palabras y las acciones… ¿a qué se debe la debilidad en la postura opositora?, se trata de un conjunto de factores que nos han llevado a encontrarnos en este escenario en el que todos observan la participación “estelar” del actor protagónico, el cual goza (con cargo al erario) de atención, micrófonos y reflectores; pocos voltean a ver lo que pasa alrededor aunque haya auténticos esfuerzos por sobresalir y ser vistos.
Hoy abordaré un factor que considero pesa en la dinámica política actual, la COMODIDAD, me explico; durante años los actores políticos han buscado llegar al poder, ese arribo a los espacios de toma de desiciones generaron que el espíritu crítico, combativo e incluso la indignación propia de la observación lejana de los actos públicos se fuera debilitando.
El avance democrático en México ha permitido que practicamente todos los proyectos político-partidistas tengan acceso a cargos públicos, ya sea de elección popular o fruto de las alianzas con otros partidos que les proveen de participación en la toma de decisiones.
Lejanas se observan aquellas épocas en las que las fuerzas políticas de oposición luchaban hasta el cansancico contra los malos actos de los gobiernos priístas, el eterno PRI que aplastaba de todas formas a sus contrarios generó sin querer una indignación tal, que los partidos contrarios se obligaron a profesionalizarse, generar estrategias, impulsar el espíritu de lucha, elaborar discursos cargados de indignación, a contender pese a la escasez de recursos, a dejar pasar generaciones enteras sin conocer las delicias de las victorias y a soñar con un ejercicio exitoso y responsable del poder.
Ejemplo de ello es el PAN el cual se fundó con gran ímpetu ideológico y de proyecto, su nacimiento (incluso previo a la apabuyante gestación del PRI todopoderoso) dió paso a un lento crecimiento que aunque bien cimentado tardó muchos años en llegar al poder, y muchos más en ver los frutos de su esfuerzo diseminado por gran parte del territorio nacional; el PAN fue fundado en 1939 y llegó a la presidencia de la república en el año 2000, es decir, fueron 61 años de lucha opositora al gobierno y de señalar sus malas acciones, de trabajar para llegar a concretar los objetivos planteados y tocar la conciencia de los electores.
El ejercicio de gobierno cambia la perspectiva, modifica los discursos, desgasta y comienza cobrar factura, hoy el PAN es un partido político que ha gobernado y gobierna en algunos puntos de la geografía nacional, ya no es del todo una fuerza de oposición, además el gobernar le dotó de comodidad, entre otras cosas por que ya no hay que combatir al aparato de gobierno.
El PRD nacido en 1989 fue impulsado durante muchos años por figuras con gran carga ideológica como su fundador Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el cual después de muchas batallas decidió renunciar al partido de su creación, y poco a poco esa identidad partidista se fue desvaneciendo y viendo la fuga de militantes hasta quedar solamente con algunos bastiones como Michoacán y la Ciudad de México.
En ambos casos, los años de lucha permitieron ver pasar mentes brillantes que propusieron alternativas de solución, influyeron en la percepción y la conciencia que se tenía sobre los problemas que afectan a México, en su momento fueron auténticos actores políticos frente al poder del Estado.
Podemos elaborar una larga lista de actores o fuerzas opositoras al gobierno que con el paso de los años fueron cambiando el discurso, ya instalados en el poder, sus voces críticas, se convirtieron en voces cómodas, orgánicas, incluso útiles, aunado a lo anterior sumemos las millonarias cantidades de prerrogativas que reciben todos los partidos políticos, ya no hay escacez de recursos, ya no hay militantes ni líderes que pongan dinero de su propia cartera, ahora todo es más cómodo.
¿Escasean los luchadores del pasado? Pasemos a otro ejemplo, alguos líderes del movimiento estudiantil del 68 fueron luchadores dominantes que buscaron modificar el statu quo; la ira de la represión y la injusticia dieron fuerza a sus palabras y sus acciones, hoy por hoy vemos algunos vestigios de lo que fue un movimiento de jóvenes afectado por la acción de quienes detentaban el poder político, económico o ideológico; en el Senado de la República vemos la figura apagada de la brillante Ifigenia Martínez y en la Cámara de Diputados se observa al siempre diputado Pablo Gómez. Hoy por hoy esos liderazgos de las viejas luchas ya casi no se ven.
Si hay oposición, pero no es la misma del pasado, simplemente cambió, se acomodó y su fuerza evolucionó al ser parte del aparato gubernamental. Para hacerse ver debe cambiar de estrategia y ser cercana a los ciudadanos, tarea nada fácil ante la aplastante figura presidencial.
Termino pidiendo al lector que no deje de observar a otras oposiciones, las antisitemáticas, esas que no buscan llegar a los espacios de poder, pero ese, será tema de otro artículo.
Ana Lucía Medina Galindo.
Maestra en Gestión Pública Aplicada y Consultora en Imagen Política.
TuXMéxico
Twitter: @analucia_medina