Seguridad y defensa/Carlos Ramírez
La exoneración de Trump
Buena y mala para México
La falta de votos republicanos para lograr el enjuiciamiento político del expresidente Donald Trump puede resultar en múltiples reacomodos políticos en las fuerzas del régimen político estadunidense. El primer efecto --y quizá el más importante-- fue el fortalecimiento de la ultraderecha miliciana armada y del pensamiento supremacista y racista de esas organizaciones.
A México le puede convenir la victoria de Trump porque implicaría, casi en automático, un debilitamiento del enfoque imperial de dominación de seguridad nacional con el que llegó el presidente Joseph Biden. México no necesitaría hacer nada, porque en los cuatro años se dio un buen acuerdo informal entre la Casa Blanca y Palacio Nacional que se centró sólo en temas muy concretos para la agenda de Trump: el muro de la Guardia Nacional en la frontera.
Los primeros pasos del gobierno de Biden sobre México dejaron ver de nueva cuenta la imposición del paraguas de seguridad nacional y el enfoque anticomunista para México como valla de contención ideológica respecto a Cuba y Venezuela. El Departamento de Defensa y el ministro-general que tomó el control del Pentágono hicieron ver de inmediato presiones al viejo estilo imperial. Ahora la inteligencia y seguridad nacional estadunidense tendrá otras prioridades, entre ellas la vigilancia y estudio de las organizaciones ultraderechistas que se multiplicaron durante Trump y salieron de sus escondites.
El grupo diplomático mexicano a favor Biden se había alejado del gobierno de López Obrador porque creyeron que el expresidente sí sería enjuiciado y hasta parecieron verlo con uniforme naranja de las prisiones y esposas en las muñecas. Pero la victoria política de Trump convirtió grupo que pacto con Trump en un valioso activo estadunidense para que México pueda conseguir un equilibrio en las relaciones bilaterales, ya sin el tufo de superioridad que había estado enviando Biden.
El estilo de las relaciones bilaterales del presidente López Obrador no ha soslayado la existencia de acuerdos, pero se ha negado a subordinarse como en tiempos priístas y panistas. La negociación de nuevas relaciones de seguridad contra organizaciones criminales con presencia en ambos países estaba llevando a acosos de Washington. La decisión mexicana de reglamentar el control de los agentes estadunidenses de inteligencia y seguridad nacional en México fue un balde de agua fría en la comunidad de seguridad estadunidense, pero se logró en el interregno del cambio de gobierno.
La agenda de conflictos de Trump con Biden o de Biden con Trump abarcan varios rubros de las relaciones oficiales de México con EE. UU., sobre todo el de los migrantes con pruebas delictivas, el muro que Biden suspendió y los cárteles mexicanos que controlan la venta al menudeo de droga en ciudades estadunidenses. El tema de racismo será un dolor de cabeza para Biden por el hecho de que se trata de un sentimiento muy arraigado en la sociedad estadunidense, por más que se hayan sentado muchas bases multirraciales. Los millones de mexicanos que esperan legalización fueron acosados por Trump y sus grupos supremacistas
Los primeros mensajes de Trump la noche del sábado 13 de febrero anunciaron su presencia creciente en política, su intervención en el partido republicano o la creación de uno nuevo y el impulso de muchos de sus cuadros políticos a posiciones de representantes y senadores para quitarle el control del Congreso a los demócratas de Biden. El agotamiento de Pelosi como jefa operativa de los demócratas porque fue la gran derrotada varias veces por Trump la llevaría a su desplazamiento de posiciones de poder, si acaso Biden está pensando en recuperar fuerza policía después del impeachment fracasado.
Pero lo más grave de todo que el fortalecimiento de los grupos derechistas en la sociedad de EE. UU.
Ley de la Omertá
Los dos grandes decomisos de droga en Ciudad de México en las últimas semanas fueron una victoria que quiere ocultar una severa derrota: la presencia en la capital de la república de los dos grandes cárteles del narco, el Jalisco Nueva Generación y el del Chapo Guzmán de Sinaloa. Los decomisos son operaciones con noticias espectaculares, pero en el fondo han revelado la penetración en estructuras sociales y urbanas de los cárteles.
No hay mucha literatura de investigación sobre el crimen organizado en la capital, pero tres ayudan a tener un panorama: Tierra Narca, de Francisco Cruz Jiménez (Temas de Hoy), sobre el crimen organizado en el Estado de México y su efecto en Ciudad de México; Narco CDMX de Sandra Romandía, David Fuentes y Antonio Nieto (Grijalbo) con los primeros datos sobre las estructuras criminales, y El cártel chilango de Antonio Nieto (Grijalbo) sobre la organización Criminal Unión Tepito que tiene el control en varias delegaciones y que ha entrado en guerra con otras por controles de plazas delegacionales.
Los cárteles no llegaron un día preciso a las estaciones de autobuses y se asentaron con tranquilidad. Con la complicidad de las autoridades de seguridad de varios gobiernos anteriores fue posible que se expandieran como la humedad, en medio de batallas criminales que dejaron cadáveres y balaceras en zonas urbanas de alto nivel.
Los cárteles ya están aquí, ya se sabe y es la hora en que no hay una estrategia para desarticularlos sin violencia.
Zona Zero
· El decomiso de más de 500 kilos de droga del Cártel de Sinaloa fue una buena noticia, aunque con una parte mala: se trata del grupo de El Chapo que dirige Ismael El Mayo Zambada y Ovidio Guzmán López. Este cártel no privilegia los ataques, aunque suele no tener piedad con las repuestas. En octubre de 2019 amenazó con estallar carros con explosivos en la zona habitacional de militares en Culiacán para forzar la liberación de Ovidio. Y hoy perder 500 kilos es mucho dinero como para suponer brazos cruzados.
El autor es director del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico.