Santiago y El Rufo
“Vida…”
R- Guau, mi Santias, en estos días me ha entrado una depresión pues no le encuentro sentido a la vida; todo es problema, todo es carencia y conforme me hago viejo como que todo pierde sentido.
S- Creo que tu problema, mi Rufo, es una crisis por la edad, a tu vida le falta emoción y le sobra preocupación. Cuando eres cachorro, te emociona descubrir el mundo, todo lo quieres morder, conocer, saber su textura, percibir su olor y sabor; todo espacio es una cancha de juego para correr, echar maromas o ladrar. Ver por primera vez en tu vida un árbol, un pájaro, una nube o una lagartija es toda una experiencia sensorial; lo mismo con tu primer aguacero. De cachorro es toda una aventura brincar los charcos, chapotear, mojarse las patas y sentir algo nuevo… Con el paso del tiempo las cosas dejan de ser novedad y nuestros intereses cambian; de la novedad de ver un pájaro, pasamos a la aventura de cazarlo, el agua deja de ser atractiva y empieza a ser molesta y los árboles se vuelven parte rutinaria del paisaje y dejamos de notarlos, nuestros gustos cambian y nuestros intereses también.
R- Auuu, tienes razón.
S- Ya en la adolescencia, cuando dejas de ser cachorro para convertirte en perro, el interés que tenías por descubrir y conocer cambia por la competencia con otros perros, por la aventura de cazar y por la atracción de las perritas. Tu sexualidad aflora y empiezas a tener interés por el sexo opuesto y eso emociona, te hace sentir vivo…
R- Guauuu, haces que recuerde mi primer amor, nos dábamos mordiscos de ternura, correteábamos juntos, nos lamiamos el hocico con cariño; esas emociones y sensaciones siguen en mi memoria, mi Santias, fueron momentos y experiencias memorables…
S- Todos los seres vivos, en particular los mamíferos, mi Rufo, pasamos por esas etapas de la adolescencia juguetona, divertida, emocionante, en dónde la vida es juego sin responsabilidades y el sexo motor de todo; después pasamos a la adultez, caracterizada por las responsabilidades, dejamos de ser dependientes y pasamos a responsabilizarnos de nuestras vidas, ello implica retos y nuevas motivaciones, como el cazar o el dirigir a una manda como líder y para la mayoría, formar una familia, tener pareja e hijos…
R- Grrr, ¿no es una gran responsabilidad tener cachorros, mi Santias?
S- Te contesto con una anécdota, perro: Hace años, un amigo sacerdote del cual no voy a decir su nombre porque el Padre Pancho es muy sensible, me dijo: “-Santiago, que bueno que yo no tuve hijos, porque eso es una gran responsabilidad que no se si estoy capacitado para enfrentar…”, yo le contesté: -La paternidad y educar (maternidad), querido Francisco, no es complicado, solo hay que estar despierto; me explico: imagina que tu hij@ comete una falta, la pregunta que te debes hacer es: ¿Si lo castigo es bueno para mi hijo, o es mejor perdonarle y orientar?, con la respuesta actúas. Ahora imagina que tu hij@ tiene un acierto, en ese caso lo que debes hacer es preguntarte: ¿Si lo premio es bueno para mi hij@, o es mejor solo felicitarle?, ya con la respuesta actúas, así de sencillo es educar cuando hay amor e inteligencia.
R- Guarraguauuu, mi Santias, dicho lo anterior, ¿cuándo se debe formar una familia?
S- No hay un tiempo o edad para formar pareja o ser padres, pero si hay bases que fundamentan el éxito, una de ellas es tener la madurez, es decir, ser adulto, otra es ser responsable, si no hay responsabilidad, una familia solo será un drama; un tercer concepto es tener los medios para subsistir; la conseja de que matrimonio de pobres es fábrica de mendigos sigue siendo válida; y finalmente cuestiones culturales como tener mismo nivel social, educación similar y la misma religión, para evitar conflictos.
R- Guauuu, mi Santias, parece que la sola capacidad de engendrar no es suficiente.
S- ¡No!, no lo es mi Rufo, pero no hay que perder de vista que la etapa de perro adulto es particularmente satisfactoria, ya que tomamos las riendas de nuestra vida y de nosotros depende el rumbo que tomen las vidas de los seres que amamos, nuestros hijos y nuestra pareja; lo que no necesariamente tiene que ser una carga, que de hecho no lo es; es verdad, implica gastos y responsabilidades, hay que cazar más para alimentarlos y dedicarles tiempo para enseñarles los hechos de la vida, desde como cazar hasta como cortejar a una perrita o como defenderse de otros perros y peligros; con las cachorras hay que tener un cuidado muy especial, ya que la naturaleza las doto de la capacidad de engendrar, su instinto maternal y sexual implica doble cuidado, primero par, enseñarles a vivir, después, enseñarles a seleccionar pareja y como vivir su sexualidad con responsabilidad y madurez, lo que está asociado a tiempos. Por razones que desconozco, el despertar sexual es previo a la madurez emocional lo que puede traer problemas y producir embarazos no deseados que truncan vidas, por eso es importante entender que todo tiene su tiempo, tiempo de jugar, tiempo de aprender, tiempo de cazar y tiempo de engendrar; ello hace necesario que abordemos el tema de las sexualidad con seriedad, responsabilidad y de manera amorosa, la realidad es que nuestra sexualidad es un don asociado a la vida, pero un don que tiene algunas reglas para vivirlo y disfrutarlo evitando que sea una carga como la de un embarazo adolescente o de una enfermedad por no tener el cuidado de seleccionar a la pareja adecuada… Pero no hay responsabilidad sin gratificación, mi Rufo, los hij@s nos dan muchas alegrías, desde escucharlos pronunciar sus primeros ladridos, hasta verlos caminar y convertirse poco a poco en perritos independientes… Ahí entramos de nuevo nosotros, después de jugar de cachorros, de disfrutar de la vida en nuestra adolescencia, de nuestras primeras cacerías y cortejos, pasamos por la madurez y la responsabilidad de ser perros adultos, disfrutando del proceso de la continuidad del ciclo vital a través de nuestra familia, para luego envejecer, viene entonces el tiempo de la reflexión, de la consolidación de lo aprendido en la vida, tiempo de apoyar a la manada, de dar consejos, de recordar y de prepararnos para el final enriqueciendo nuestro tiempo y nuestra vida a través del servicio a los demás, de orientar, de cuidar, de enseñar; de manera tal que hasta el final nuestra vida sea plena y que con el último suspiro podamos exclamar: ¡Tuve una buena vida!,… de eso se trata vivir, mi Rufo… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador