Santiago y El Rufo/Santiago Heyser Beltrán
Aprendiendo a vivir: sexualidad
Uruapan, Michoacán, 15 de marzo del 2016
Como decía Roberto Carlos, todo lo que me gusta está prohibido, es pecado o engorda.
S- Así es mi Rufo, crecí y fui educado dentro de una cultura restrictiva que tenía por eje la autoridad paterna incuestionable, no importa si los papás se equivocaban o tomaban malas decisiones ¡Había que amarlos y obedecerlos!, ya que nos habían dado la vida; aunque curiosamente, parafraseando a Herman Hess, nos tenían prohibido todo lo relacionado con generar vida, incluida la masturbación o autocomplacencia, ya que la sexualidad se reservaba para la procreación, siendo mal visto disfrutar o buscar solo el placer.
R- Guau, que curiosa es la forma de funcionar de los humanos, mi Santias, para nosotros el placer derivado del instinto es un gracia del Creador y lo disfrutamos, de tal manera que cuando los perritos fornicamos ¡Nunca lo hacemos pensando en los futuros cachorritos!, toda nuestra “concentrancia” está puesta en el prao, prao como diría Brozo y en sentir rico.
S- Creo que igual funcionamos los humanos,… aunque decimos lo contrario; en lo personal opino que el acto sexual humano, que debería ser puente al compartir y hacernos más humanos en la convivencia en intimidad, muchas veces y por nuestra tontería es un acto egoísta; por cierto: ¿Uds. los perritos se preocupan en cómo se siente su pareja durante el “acto sexual”, mi Rufo?
R- Grrr, la verdad no, de hecho al margen del placer, las más de las veces estamos atentos a que no nos agarre a traición otro perro, ya que es común que los perros forniquemos en bola, por lo que debemos cuidarnos de las mordidas de los competidores ¿No les pasa lo mismo a los humanos, mi Santias?
S- Normalmente no, mi Rufo; lo común es que la pareja humana en momentos de intimidad busque estar sola y de preferencia en un lugar tranquilo, como una habitación en casa o en un hotel; de manera excepcional la pareja humana se aparea en lugares públicos y abiertos como una playa, el campo, un estadio de futbol o en el interior de un auto, aunque creo que esto de ocultarse es nuevo, antes la sexualidad era más libre, a lo que le dimos al traste con las restricciones que tienen como inicio la estúpida idea de que aparearse, lo cual es natural e instintivo, es pecado y debe ocultarse por “moralidad” o vergüenza.
R- Grrr, ¿cómo va a ser pecado algo que va de acuerdo a la ley natural, obra del Creador?
S- Por eso dije que es una estúpida idea; lo que va de acuerdo a la Ley Natural no puede ser pecado, ya que en todo caso sería un pecado del Creador por hacernos seres sexuales.
R- Guau, eso sí tiene sentido, mi Santias.
S- El punto es que la cultura familiar, social y religiosa va en sentido contrario, por lo que se considera un valor el reprimir la sexualidad, al grado tal de tontería que los “ministros” del Señor consideran una ofrenda el celibato.
R- Grrr, como si no supieran que reprimir la naturaleza de forma antinatural es causa de desviaciones y perversiones como la pederastia, en donde curas frustrados desahogan sus instintos en pequeños, a partir de la falsa premisa de que les pueden engañar y de que no podrán denunciarles en sus depravaciones por su corta edad y las limitaciones que tienen para expresarse por vergüenza y por miedo.
S- Así es perro, ir contra la naturaleza de facto debería ser pecado ¡Increíble que la Iglesia Católica lo considere virtud!... Y peor, que lo promueva a partir de la falsa premisa de que agrada a Dios el sacrificio de la sexualidad de sus hijos, como si ser lo que somos y funcionar como nos hizo El Creador estuviera mal.
R- Auuu ¿y cuál es tu pensamiento al respecto, mi ínclito humano?
S- Primero reconocer que la sexualidad es un don que se desarrolla con la maduración del ser humano, es decir, tiene su tiempo para vivirse; cuando platico con jóvenes les digo que comerse un aguacate verde no da placer, pero una vez maduro es una fruta exquisita; lo mismo pasa con la sexualidad, requiere de una maduración física y emocional y de preferencia disfrutarse en un entorno de ternura y mutuo reconocimiento humano; no creo que un “acostón” en una fiesta después de unas cervezas o peor, drogado, sea lo ideal para disfrutar la sexualidad en su plenitud.
R- Grrr, ¿crees, cómo predica la Iglesia, que la sexualidad solo debe vivirse dentro del matrimonio?
S- Para nada, mi Rufo, como expresé, creo que la sexualidad es un don, un instinto y un medio para relacionarnos y construir una vida plena dentro de nuestra humanidad si la vivimos con responsabilidad y conscientes; y con responsabilidad quiero decir con la persona, en el lugar y en el momento adecuados cuidando aspectos sentimentales, emocionales de salud y de embarazo de manera tal que sea una experiencia linda y plena. Cuándo y cómo vivirla es asunto personal (entre más seguido mejor, es mi opinión), como dije, cuidando ciertas reglas para vivir la experiencia en plenitud, una de ellas, lo dije, seleccionar adecuadamente al compañero(a), otra es vivirla en forma consciente, es decir, decidir vivirla no simplemente dejarse llevar por el momento o la calentura, no importa si no se es pareja y no se tiene una relación o compromiso, debe haber un mínimo de conocimiento necesario para aceptar compartir intimidad y que esta sea una experiencia que nutre y no que desgasta ¡Y finalmente!, vivirla en forma divertida, que te dé alegría y te haga feliz por el placer compartido sin que haya estrés ni arrepentimiento… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador