Rusia sí, Estados Unidos no: compartir el espacio aéreo
El énfasis que ha puesto México en su discurso de “neutralidad” frente a la guerra de Rusia contra Ucrania ha quedado sólo en palabras. En acciones, México ha promovido el acercamiento a Rusia con dos acuerdos, uno de amistad firmado en la Cámara de diputados y otro para ceder parte de su soberanía espacial con fines, se dijo, de exploración científica. Sin embargo, no ha sido así con Estados Unidos, a quien el presidente mexicano le negó el permiso para sobre volar el espacio aéreo con fines de seguridad.
El 23 de marzo se cumplió un año del primer Acuerdo de Amistad México-Rusia. Un pacto que se dio en la Ciudad de México, formalizado por legisladores de MORENA y aliados, que a lo largo de estos meses le ha generado consecuencias y lo ha puesto en la mira de países en alerta.
El acuerdo de Amistad fue decidido días después de que Rusia recibiera una amonestación de la Corte Internacional de Justicia, el 16 de marzo de 2022, para que detuviera sus operaciones militares contra Ucrania. Pese a la tensión internacional de aquellos días por la invasión, México decidió fortalecer su relación con Rusia mientras salían a la luz por primera vez, en abril de 2022, las atrocidades cometidas por las tropas rusas en Bucha.
Legisladores mexicanos -en ese momento- destacaron que el grupo de amistad con Rusia tenía como objetivo "aumentar la amistad, las relaciones y la cooperación, en todos los aspectos del mundo y de la vida". Un compromiso que ratificaba la posición asumida por México frente al conflicto, tras negarse a ser parte de las sanciones y abstenerse en la votación de la Asamblea General de la ONU para suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos.
El segundo acuerdo del gobierno mexicano con el gobierno de la Federación de Rusia fue para crear una asociación y permitir a este país la exploración y utilización del espacio ultraterrestre de México. El anuncio lo dio el gobierno mexicano apenas unos meses después de la invasión de Rusia a Ucrania por lo que generó controversia. Pero ya desde entonces, estas decisiones de México eran percibidas como una postura favorable a Rusia, a pesar de que oficialmente el presidente López Obrador decía mantener su postura neutral a la guerra.
Ahora el presidente López Obrador, en su conferencia matutina, explicó que hace unos días “hablaron del Pentágono a la Defensa porque querían sobrevolar nuestro espacio aéreo con aviones y drones de alto nivel tecnológico militar porque habían detectado un globo que venía de Hawaii y aseguraron que era de Asia”.
La respuesta de López Obrador fue que no quería meterse en “estos asuntos”, y negó el permiso de entrada de esas aeronaves y drones estadounidenses. Incluso, explicó el mandatario que dijo al gobierno de Estados Unidos: “vamos a ponernos de acuerdo, manden la información y nosotros tenemos equipos para llevar a cabo el seguimiento”.
La información que se dio a conocer fue que se trataba de un “globo espía” que estaba a una altura de 35 mil pies, 5 mil pies arriba de lo que es el tránsito de la aviación comercial, y que iba a entrar el 1 de mayo por Manzanillo y salir por Tamaulipas. “Pero nosotros no detectamos nada o ya pasó o no se ha encontrado”, dijo López Obrador.
Sin duda, lo que a la vuelta de un año de aquellos “tiempos complicados”, como se refirió el embajador de Rusia en México, Viktor Koronelli, al momento de firmar el Acuerdo de Amistad, hoy se han vuelto una gran fuente de incertidumbre y riesgo para el mundo. El único acuerdo que mantenía Rusia con Estados Unidos era el de Reducción de Armas Estratégicas; un acuerdo para el control de armas nucleares, pero del que Putin se retiró en marzo de este año, bajo el argumento de que occidente quería destruir a su país. El mandatario ruso además intentaba convencer a sus aliados de que su guerra con Ucrania sólo era un “conflicto local”.
No obstante, cualquier guerra en la actualidad implica riesgos geopolíticos potenciados por varios factores: la alta tecnología, la escasez de recursos vitales, la contaminación radiactiva y nuclear, la multipolaridad en los liderazgos y la disrupción económica de los países asociados. El impacto necesariamente es global.
Aquella "victoria rápida" por la que Rusia apostaba con la invasión a Ucrania, también se ha convertido en un problema público global y en particular para los ciudadanos rusos, que hoy se ven como un fracaso por el descenso de su productividad debido a las sanciones y controles internacionales a sus exportaciones, con derechos restringidos y una opinión pública bajo censura, mientras cargan el peso de vivir en el único país que amenaza con agresión nuclear si no lo dejan someter a Ucrania.
Pero la economía de los mexicanos también se ve ha visto afectada por la estrecha relación entre México y Rusia. No es un argumento válido para el gobierno mexicano que su apoyo a Rusia se nutre del comercio bilateral con este país, pues las cifras hablan por sí solas: 2,750 millones de dólares en 2021 con Rusia frente a los 725,700 millones de dólares con Estados Unidos en el mismo año. Lo que México está haciendo con estos acuerdos es poner en tensión sus lazos económicos con su mayor socio comercial, además de aislarse de Canadá y otros países de América Latina.
Banxico también ha sido preciso sobre las implicaciones de seguir apoyando a Rusia; ha declarado que la guerra entre Rusia y Ucrania ha provocado un aumento de los precios en los sectores energético y agrícola, lo que también ha impactado a México.
En resumen, la prosperidad de México está comprometida por favorecer al país más sancionado del planeta, una nación que desestabiliza e invade a otras. No sorprende, pues, que Rusia celebre sus acuerdos con México, por ser uno de los socios económicos más cercanos a Estados Unidos, que le ofrece una ubicación de primera para buscar sus objetivos.