Rueda de Molino/Jorge Hidalgo Lugo
Rueda de Molino
México rumbo a ser la nueva Venezuela del continente
Jorge Hidalgo Lugo
A unos meses que inicie el proceso electoral que dará paso a los comicios proyectados para el próximo año, la tendencia a favor de Morena se mantiene aunque ya no con la abrumadora y aplastante mayoría que se pensó, cuando iniciara este gobierno federal plagado de mentiras, desatinos y abusos de poder, encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, los opositores, reconocidos como tal los partidos caídos en desgracia y que han sido minimizados hasta el ridículo por el dueño del circo mañanero, podrían dar un vuelco a los pronósticos que los dan por perdidos desde ahora sin importar los posibles nombres de candidatos a postular.
En este escenario lo único que podría frenar este embate de López Obrador y su movimiento, que no partido político, es que los líderes opositores entiendan que los tiempos cambiaron radicalmente y, alejados de cualquier sentimiento o ambición personal, busquen una alianza que los catapulte y de viabilidad de seguir con vida en el panorama nacional.
Es preciso que se imponga la sensatez y, como dicen los políticos de hoy, sepan leer los tiempos que se viven, ante una creciente inconformidad social y el desencanto que sienten, frustración de saberse engañados, esos miles de votantes que creyeron haber dado su respaldo a alguien que tendría la capacidad para llevar por un rumbo de progreso y justicia social a México, pero hoy saben se equivocaron.
No son pocos los desprendimientos de fieles a López Obrador que se manifiestan decepcionados y resueltos a no volver a apoyarlo en los comicios por venir, aun dentro de quienes se consideraron sus feligreses.
Por ello los lances desesperados que ha emprendido desde Palacio Nacional en busca de recuperar el terreno perdido, toda vez que acusar al pasado no es fórmula suficiente para responder al presente.
Incapacidad manifiesta para canalizar los reclamos que hace una población cada vez más consciente y menos proclive a ser engañada por el gran embustero en que se ha convertido.
Y lo señalamos como tal porque Taller de Comunicación Política contabilizaba hasta mayo, más de 380 comparecencias mañaneras, con duración de 101 minutos cada una y donde rebasa su exposición a cualquier otro presidente de México, ante cámaras y micrófonos.
En ese circo de tres pistas instalado en Palacio Nacional, lo mismo aprovecha para atacar a medios, médicos, hombres de letras, periodistas, mujeres, empresarios y todo aquel que le viene a su atrofiada mente, sin dejar de lado su convocatoria a la división total entre mexicanos al incitar que se pongan en la acera que corresponda, los que están o no a favor del proyecto que él dice representar.
Y aquí también vale decir que en su coloquio matinal, suma la friolera de 26 mil 161 mentiras o afirmaciones no verdaderas, de acuerdo al reporte emitido por la referida firma.
Pero es ahí donde asoma el debilitamiento de quien creyó, sigue creyendo, ser intocable y lo que es peor, invencible. Aunque ya acuse marcado temor, fundado en sus propios desatinos e incapacidad para conducir un país.
Por su actitud pendenciera, de nulo tacto político y evidente ignorancia en el manejo de políticas públicas que beneficien a la población -su feligresía se cuenta por separado- López Obrador va en caída libre y de su mano, rumbo al precipicio también, Morena, aunque los programas clientelares los mantengan en las preferencias donde habrá elecciones el próximo año.
Si esto no es tema de análisis y profunda reflexión por parte de los partidos que dice tener “moralmente derrotados”, entonces México irá sin remedio a la dictadura perfecta que perfila López Obrador con la complicidad de diputados y senadores que lo obedecen sin réplica alguna.
Llegó el momento de hacer a un lado protagonismos y ambiciones personales, anteponer el interés de un país que no merece la historia de bandidaje y saqueo que han generado otros gobiernos, como tampoco que se imponga una tiranía comunistoide que acabe por conculcar libertades y maneje la pobreza con sentido patrimonialista para entronizar a quienes quedarían al frente del poder, como ya se ve en el México de hoy.
Muestra del miedo ante la debilidad que acusa por sus propios errores, es que López Obrador y actores de Morena instrumenten estrategias desestabilizadoras contra gobernadores como Enrique Alfaro en Jalisco y Silvano Aureoles en Michoacán.
Y con ello la difusión del panfleto que supuestamente suscribe el Bloque Opositor Amplio (BOA) con que busca victimizarse y dar paso a la guerrilla política que con mucha capacidad económica saben poner en marcha y si no que se lo pregunten a Enrique Alfaro.
Estrategia fallida por cierto, pero que les sirvió para desviar la atención de temas torales como el crecente número de muertos que día a día cobra la pandemia, el endeudamiento criminal que en año y 5 meses ha operado por encima del sexenio completo del impresentable Enrique Peña Nieto y la acechanza voraz para manejar los billones de pesos que hay en los fondos de retiro de los trabajadores, que se apresta a obtener en año electoral para comprar lo que se deba y no descarrillar su tiránico proyecto.
No debe espantar que se diga en el púlpito del falso mesías que la “oposición” lo quiere derrotar en los comicios que vienen, porque esa es la esencia de cualquier “oposición” que se jacte en el mundo democrático.
Aquí lo que importa es que a ese bloque opositor incite, de confianza y aglutine a todos los sectores lastimados por López Obrador y sus abusos de poder.
Sólo eso puede impedir que México sea la próxima Venezuela en el continente. Nada más, pero nada menos.
Vale…