Rueda de molino
No es un pleito entre políticos impúdicos que han encontrado en la mentira y el ataque mordaz contra sus opositores, el camino de un éxito efímero y una popularidad cada vez más disminuida, sino la revelación mordaz, que lacera, de cómo uno pasó por encima del otro y ahora lo presume en busca de reverdecer laureles y volver a engañar a sus potenciales electores.
Lo peor es el trato humillante que alardea Donald Trump haber dado a Andrés Manuel López Obrador al describir ante su fanaticada que nunca antes vio a nadie “doblarse así”.
Las recientes declaraciones el ex presidente de los Estados Unidos llegaron en el peor momento de la crisis de credibilidad y pérdida de confianza que acusa el que aún manda en México y echa por tierra aquella farsa montada en julio del 2 mil 20, cuando ambos personajes intercambiaron lisonjas en los patios de la Casa Blanca.
El daño que hace a los seguidores de López Obrador conocer la forma en que Donald Trump “dobló” a su ídolo, ese súper héroe de ficción creado en la fantasía populista de una narrativa socialistoide que prometía acabar con la desigualdad social, la corrupción y la deshonestidad, prohijada desde el poder para su beneficio y de la clase gobernante que nunca más iba a acontecer.
Lejos de la realidad, inmersos en el mundo de mentiras que los rodean, hoy cobran otra dimensión las expresiones que ese encuentro en la sede del presidente más poderoso del mundo, se intercambiaron, una vez que Donald Trump incumpliera momentos antes con el protocolo diplomático.
Inolvidable imagen repetida hasta el cansancio cuando el déspota empresario recibió a López Obrador para luego cruzar el umbral de la residencia oficial por delante y no junto con su invitado, con el desprecio que le merecen y siguen mereciendo los mexicanos a quienes considera “criminales, delincuentes, traficantes y violadores”, especie que se debiera exterminar de ser posible.
Y pese a la descortesía y a la farsa del montaje donde supuestamente había sido aclamado en la acera del hotel donde permaneció en su primera y única gira realizada hasta ese momento al extranjero, López Obrador se desbordaría momentos después en elogios para su anfitrión.
"Fallaron los pronósticos, no nos peleamos, somos amigos y vamos a seguir siendo amigos", diría de entrada al fatuo norteamericano el humilde mexicano.
En respuesta, el arrogante y mal educado convocante dijo al sumiso visitante: "Cada uno de nosotros fue electo con el compromiso de luchar contra la corrupción, devolver el poder al pueblo y poner los intereses de nuestros países primero. Y yo hago eso y usted hace eso…”.
Y ahí mismo, en el Rose Garden de la Casa Blanca, por igual expresó su "tremendo placer" en recibir a López Obrador de quien dijo ser "buen amigo", y hasta estar conmovido porque hubiera elegido Washington para su primer viaje al exterior en calidad de presidente de México.
"La relación entre Estados Unidos y México nunca ha sido tan estrecha como ahora", presumió por igual el déspota Trump.
"En vez de distanciarnos, estamos optando por marchar juntos hacia el porvenir y hacer a un lado las diferencias o resolverlas con diálogo y respeto mutuo", elogió en respuesta López Obrador.
"Ciertamente en la historia de nuestras naciones hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan. Pero también hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y convivencia", remató el mandatario mexicano en este intercambio lisonjero.
Y es aquí, precisamente en esta parte de los “acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y convivencia" donde ahora se enmarca lo divulgado por el infidente Donald pues la presuntuosa confesión pública indigna a los mexicanos, no sólo a los que pese a todo creen estar bien representados por alguien cuyo patriotismo bananero ha sido descrito de la siguiente manera:
"Nunca he visto a nadie doblarse así", comentó en un mitin celebrado en Selma, Carolina del Norte, con vías a competir de nueva cuenta por la presidencia estadounidense
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"Vino el máximo representante de México justo debajo del más alto, justo debajo del jefe que resulta ser el presidente López Obrador. Entró (a mi despacho) y (el funcionario mexicano) se ríe de mí cuando le digo: 'Necesitamos 28 mil soldados en la frontera, gratis'. Él me miró y me dijo algo como '¿(Desplegar soldados) gratis?' '¿Por qué haríamos eso en México?' Le dije: 'necesitamos algo llamado 'Quédate en México'", presumió ante los republicanos ahí congregados.
Y fue a más al ufanarse haber amenazado a López Obrador con imponer aranceles a las importaciones de México.
"Después de eso (él) me miró y me dijo: '¡Señor: sería un honor tener 28 mil soldados en la frontera! ¡Sería un honor tener 'Quédate en México'! ¡Queremos tener 'Quédate en México!'", relató jactancioso.
Por si fuera poca la desfachatez de Mr. Trump, antes de exhibir en su humillante dimensión la gestión del mandatario mexicano, tuvo palabras de elogio para López Obrador de quien dijo en tono de chascarrillo para muchos:
"El presidente de México es un tipo muy agradable. Me cae muy bien. Es socialista, pero me gusta. Es uno de los socialistas que me gustan”.
Como abigarrada y patriótica respuesta, el aludido sacó la casta y ya envió un contundente e intimidatorio mensaje a su colega, el bufón que simboliza en el quehacer político al paquidermo de su insignia partidista:
“No vamos a permitir que nos traten como piñata. Nos van a tener que tratar con respeto, como lo hacemos nosotros”…
Mientras tanto se gana ese respeto, la casa, el país, la nación mexicana sigue en picada, con el rumbo perdido y la incitación al odio que no cesa, odio que por cierto no utiliza ante los agravios, esos sí reales y con destinatario evidente, a los que rehúye, evade y se acobarda, quizá porque haya más episodios de ese método que era desconocido, de dejarse humillar a cambio de tener el respaldo del poderoso del norte, lo que ahora buscará afanosamente con el señor Joe Biden.
Cosa del patriotismo bananero muy a la Macuspana…