Rolando ando/Víctor Manuel Juárez
En el aire aún: sabotaje o falta de mantenimiento.
El Sistema de Transporte Colectivo –nuestro sufrido, descuidado y mal atendido Metro—es la columna vertebral de la movilidad en la capital de la república y sus 9.1 millones de habitantes, más los millones de mexiquenses, que a diario van de sus hogares a sus trabajos y a dejar a sus hijos en las escuelas. Los traslados pueden ser kilométricos y ahora con posibilidades de desgracia, en sus miles de kilómetros.
Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Historia (INEGI) señalan que al mes un promedio de 91.8 millones de personas se introducen en sus pasillos, caminan hacia los andenes y abordan al gusano naranja para movilizarse a los diversos puntos cardinales de la megalópolis. Su funcionamiento es diario y constante.
El Metro cuenta a la fecha con 12 líneas, la mayoría inauguradas en el siglo pasado y que urgen de remodelación y manutención. El tiempo y el desgaste lo demandan, más allá de pensar en actos de sabotaje. Se entiende que la tarea es mayúscula y no conviene distraer la atención con supuestos actos “atípicos”, “antinaturales” o provocados “por la mano del hombre”.
Cierto que a últimas fechas se han dado hechos antes no vistos y que podrían justificarse como atentados desde el interior, pero hay detalles que llevan a pensar si realmente ese es el caso. La humilde mujer que fue señalada casi de terrorista “por arrojar aspas a las vías”, en realidad resultó ser una ama de casa que fue a comprar aspas para su lavadora y estas se le cayeron a las vías. En consecuencia, fue liberada por falta de pruebas.
Es decir, los supuestos actos de sabotaje no pueden ser atribuidos a los usuarios, pero si han sido dirigidos a trabajadores sindicalizados, que dicen perdieron sus privilegios.
Se entiende por sabotaje “cualquier acto de obstrucción al proceso industrial, de ordinario secreto o encubrimiento, cometido por individuos o grupos de obreros para apoyar un interés privado, para obligar a dar satisfacción a Las quejas y demandas de los obreros, eso en caso de un sabotaje industrial. En tiempos de guerra, para servir a los fines de una potencia extranjera.
“Se aplica también a la limitación de la producción por parte de los trabajadores, o a la destrucción de los productos para mantener los precios y obligar a los gobiernos a hacer concesiones”.
El término concebido en Francia, en alusión al lento y desmañando andar de los obreros calzados con zuecos de madera o su conocida práctica de obstruir la Maquinaria para llamar la atención sobre sus reclamaciones. Así, el sabotaje adquirió ciertas formas de obstrucción, no sólo causando desperfectos en la propiedad, sino montando guardia en los locales de trabajo, difundiendo falsos rumores no haciendo públicamente revelaciones nada favorables sobre la calidad de las mercancías.
El sabotaje –según reza el diccionario de la Sociología del Fondo de Cultura Económica-- puede llegar a constituir en diversas figuras delictivas, por los daños, atentados, y ser tipificado como un delito autónomo contra la economía. En el caso concreto del Metro, sería contra la movilidad de millones de usuarios.
Hoy, mientras la autoridad capitalina atribuye a actos de sabotaje a todos los recientes incidentes al interior del Metro, como son el alcance de trenes, el desprendimiento de vagones, cables de alta tensión sueltos, humo e intoxicados por fallas en neumáticos o sistemas de frenos, o que los vagones se ladeen y tengan que ser evacuados de emergencia, la posibilidad de su comprobación sigue en el aire, y sin que hasta el momento se hayan podido comprobar del todo. El proceso ésta en manos de la Fiscalía capitalina para su investigación.
Elementos de la Guardia Nacional patrullan andenes, sin que hasta el momento hayan podidos detectar actos sólidos que apunten al sabotaje, su tarea se ha reducidos a ayudar a personas de edad avanzada y problemas motrices a subir y bajar las siempre inservibles escaleras eléctricas, las notas periodísticas dicen son 265 las que no funcionan.
En contra parte, el Sindicato de los Trabajadores del STC ha sido categórico en señalar que el problema y los diversos incidentes “atípicos” obedecen a la falta de mantenimiento en un transporte que funciona desde 1969, y requiere de mucho, mucho mantenimiento y atención, pues hablamos de 226 mil 488 kilómetros, que es mucho terreno por cubrir y atender. Nada fácil la tarea.
Sobre el reciente desacoplamiento registrado en la Línea 7, el Sindicato acusa de ignorante técnico al director del Metro, Guillermo Calderón, “pues no conoce ni las medidas ni los términos. Dice que fue un cilindro de 5 centímetros, cuando en realidad se trata de un eje de traversa con medida de 4.95”. El dato puede resultar mínimo, pero demuestra las discrepancias entre autoridades y trabajadores sindicalizados.
Todo ello se debe indagar a profundidad para garantizar la seguridad de los usuarios, quienes bajan a las entrañas de la tierra para abordar con miedo al gusano naranja.
En vía de mientras, los actos “atípicos” le han costado puntos porcentuales a la doctora Sheiunbaum en la búsqueda de la candidatura de Morena a la presidencia de la República.