Rolando ando
La tragedia de migrar.
De siempre la humanidad ha migrado tal y como lo muestran los libros de historia. La primera gran migración de la que se tienen referencias, fue la que cruzó el entonces congelado estrecho de Bering –un brazo de mar formado hace 35 mil años y que sirvió para que nómadas de Asia cruzaran y poblaran nuestra América, allá en el Pleistoceno--. Las migraciones, pues, son de siempre y nunca cesarán.
Hay quienes huyen de la pobreza imperante en sus lugares de origen, otros de las diversas violencias reinantes en sus países. Hoy las dos se han radicado en diversas naciones de América Latina, y los flujos migratorios no sólo vienen de Centroamérica, sino también del sur del continente, de países como Venezuela, Colombia, Ecuador, Cuba, y hasta de otros continentes, para atravesar nuestro peligroso país y buscar el sueño americano.
La reciente tragedia de los 39 centroamericanos fallecidos en un albergue del Instituto Nacional de Migración, ha vuelto a poner el acento en este terrible problema social. La indignación es mayúscula por lo ocurrido, pues fueron prácticamente ejecutados y hoy el hecho es calificado como un crimen de Estado, ya que murieron asfixiados al interior de un albergue a cargo de una institución federal, que extrañamente estaba a cargo de una policía privada, como es la auxiliar, y en manos de un ex gerente de un deshuesadero.
Las repercusiones han sido mayúsculas y hoy están en el ojo del huracán, dos de las tres corcholatas favoritas del presidente de la República, quienes deberán dar la cara y determinar su grado de responsabilidad. Por un lado, el secretario de Gobernación Adán Augusto López, que tiene bajo su cargo el manejo del INM, sus sedes y albergues. Del otro, el titular de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, responsable de la política migratoria. Ambos se avientan la papa hirviente.
No hay manera de quitar culpa a las autoridades de Migración, a quienes en videos se observó abandonar el lugar, ya en llamas, y dejar a su trágica suerte a los migrantes. Tampoco resulta conveniente el tratar de criminalizarlos, con el argumento de que “ellos iniciaron el incendio”, eso refleja poca sensibilidad y empatía para quienes sufren el miedo de la deportación, como tampoco el decir que “fueron encerrados porque delinquían en las calles pidiendo dinero”.
Así no, no son las formas.
De a poco y de forma reservada van surgiendo los datos. Reforma señala que el delegado del INM, contralmirante, Salvador González Guerrero ordenó dejarlos encerrados bajo llave, según versión de uno de los abogados de las víctimas. Al respecto, la Secretaria de Seguridad, Rosa Ícela Rodríguez aseguró que se investigará a fondo y no habrá impunidad, lamentó también la ausencia de protocolos. Afloran también informaciones de cómo está el citado Instituto hasta el tope de corrupción y malos tratos que violan los derechos humanos más elementales de quienes migran.
Han quedado exhibidos y mucho tienen que explicar y corregir. Para muchos analistas esta es “la derrota moral del gobierno”.
Distinta reacción tuvo uno de los presidenciables, pero que con más cautela y sensibilidad se pronunció porque el Gobierno Federal y los mismos legisladores “den la cara” pues hay mucha indignación y “hay que encabezar la indagación hasta las consecuencias que se requieran”, comentó al ser requerido por los reporteros, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal.
El veterano legislador se pronunció por la comparecencia del titular del INM, y si es necesario otros funcionarios a nivel de Secretarios. “lo más lamentable y delicado es intentar tapar el hoyo con un dedo y con el reparto de culpas. Tenemos que demostrar que somos diferentes”.
Con base en información de la SSP, ya hay ocho detenidos, entre agentes migratorios y guardias, así como un migrante –quien supuestamente inició el fuego—como responsables de la tragedia. Esperemos no quede no quede todo a ras del suelo y se castigue a todos los culpables.
La información que surge no deja nada bien parado al INM. Por ejemplo, se informa que las denuncias de los migrantes pasaron de 714 en el 2019 a dos mil 141 en el 2022, principalmente por abusos, tortura, extorsiones y agresiones sexuales. Todos los casos se han presentado ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos. A su vez Amnistía Internacional ha puesto los focos rojos en las diversas estaciones del INM por las constantes violaciones de los derechos humanos.
Los albergues y estancias del INM se han convertido ya en cárceles y no refugios, para aquellos que han dejado todo en busca de mejores oportunidades de trabajo, salud y seguridad. Gente de condiciones precarias, que con sus hijos y pocas pertenencias a cuestas buscan sobrevivir.
Seamos empáticos y justos con ellos, sólo quieren vivir. Nadie deja su tierra y a su familia por el gusto de una aventura mortal.