¿Reforma sí o reforma no?
Vivimos días que concentran décadas y siglos de historia, tal como ha sucedido con otras revoluciones. La toma de la Bastilla en la Revolución Francesa en 1789, la toma del Palacio de Invierno en la Revolución Bolchevique de octubre de 1917; en México, los días de la Soberana Convención de Aguascalientes de 1914 bajo el dominio de las fuerzas villistas y zapatistas, los debates de la Constitución de 1917 y aquellos intensos días de la expropiación petrolera de 1938 y en América Latina, los días del golpe de estado de septiembre de 1973 en Chile y el “Caracazo” de 1989 con 200 asesinados que desencadenó el proceso que vive Venezuela hasta nuestros días. Todos esos acontecimientos estuvieron determinados por algo común a ellos: la lucha de los de abajo contra los de arriba. En la mayoría de los casos fueron acontecimientos violentos y sangrientos. Algunos han sido pacíficos.
Hoy, en la dinámica de avance de la Cuarta Transformación -pacífica- apoyada con la fuerza del mandato popular del 2 de junio de 2024, se dirime la Reforma Constitucional más importante de muchos años: la Reforma del Poder Judicial para poner a los 3 poderes de la Unión bajo la voluntad y decisión del pueblo en las urnas. No es algo menor porque se sabe que en cualquier país, el Poder Judicial en manos de las clases dominantes les permite dar golpes de estado “legales” contra gobiernos emanados del voto mayoritario.
El motivo señalado es suficiente para alimentar el intervencionismo de EEUU a fin de garantizar que esa herramienta de Poder Judicial bajo el control de la derecha sirva a sus intereses y limite o elimine procesos como el de la 4T, tal como lo ha hecho en otros países de América Latina.
Así, por ejemplo, en Brasil años después de dejar el poder el Ex Presidente Lula fue procesado y encarcelado por el Poder Judicial y en Argentina el Poder Judicial mantiene bajo proceso desde hace años a la Ex Presidenta Cristina Kichner y ese Poder en Ecuador mantiene en el exilio al Ex Presidente Correa y otros ejemplos más que evidencian la desesperación de la derecha nacional y transnacional frente al avance de la democracia y el modelo humanista de la 4T.
Adicionalmente, la tremenda podredumbre de todo el aparato de justicia en el país explica la decisión mayoritaria de limpiarlo desde la raíz como condición determinante para que continue la Cuarta Transformación de la vida pública de México.
¿Que falta un voto para lograr la mayoría calificada y hacer la Reforma Judicial? No olvidar que este es sólo un round y si en un extremo improbable se demora más tiempo su realización sólo será para alargar la agonía de un reducto neoliberal que será barrido sin duda por la fuerza del enorme movimiento social en marcha. Los ministros, magistrados y jueces tendrían que soportar el repudio mayoritario en todo tiempo y lugar. Más vale que no intente la derecha prolongar lo que ya es insostenible.
Como dicen las juventudes de la 4T esta es una Revolución, pacífica, pero, sin duda, es una Revolución y es inútil tratar de detenerla. Como dijo una senadora en el debate por la Reforma este domingo 8 de septiembre de 2024: si el tsunami popular logró el 2 de junio una mayoría apabullante en el Poder Ejecutivo Federal, en el Congreso de la Unión, en los gobiernos estatales y en las legislaturas locales, ¿cómo pretenden ustedes que las minorías derrotadas ganen la mayoría de los cargos del Poder Judicial que se elegirán en las urnas? Si quieren evitar que las minorías determinen los cargos que habrán de votarse próximamente, tendría que ser en otro país y una senadora más, en su turno lo dijo descarnadamente: las minorías cuentan, pero, las mayorías mandan.
Finalmente, en los largos debates realizados en el Congreso de la Unión y en los foros realizados a lo largo y ancho del país sobre esta Reforma desde febrero de este año, se confirmó lo que ya decía AMLO: la derecha mexicana está moralmente derrotada. No hay manera de regresar al pasado de desastre, corrupción, injusticia y saqueo de seis sexenios y no volverán a imponerse quienes lo perpetraron: los magnates, la oligarquía, los políticos alcahuetes, los poderes fácticos y los grupos de poder de EEUU.