¿Qué importa en el debate del 7 de abril?
Quien quiera apostarle -como siempre se hace- sólo a ver quién ganará el debate por la Presidencia de México del 7 de abril se quedará lejos del fondo del asunto que se juega. Cierto, cuenta bastante cómo percibirá la gente el resultado de ese primer encuentro, pero, detrás de él está lo más importante: el rumbo que puede tener el porvenir de este país dada las relaciones de fuerza que tienen actualmente los bloques de poder.
Las menguadas fuerzas electorales que tiene detrás la candidata Xóchitl no representan el grueso de las fuerzas de la derecha profunda que está arraigada en el poder económico, político, mediático, jurídico, militar y clerical del país y la cual cuenta con el respaldo histórico y estructural de los principales grupos de poder de EEUU y de Europa.
De hecho, el 7 de abril esa derecha estará más pendiente de los posicionamientos, argumentos y compromisos que exponga la Candidata Claudia apoyada ya por el grueso del electorado, que lo que pueda expresar su candidata formal.
La irreversible tendencia de las preferencias mayoritarias a favor de Claudia la hacen favorita para ocupar la Presidencia según lo han reconocido hasta sectores derechistas radicales de dentro y fuera de México. A éstos les importa saber lo que viene ya como segundo piso de la Transformación en marcha y aunque Claudia ha explicado en todos lados los 100 compromisos que marcarán la ruta del próximo sexenio, en un debate como el del 7 de abril, sin duda, habrá de subrayar las prioridades y urgencias que resumen su plan de gobierno y las políticas públicas que la guiarán. Eso es lo importante para todo mundo y también para la derecha que parece asumir ya el inevitable desenlace del domingo 2 de junio próximo.
Desde luego, para la derecha no importan las bases éticas y morales, la ideología y el compromiso de servicio que se profundizará con el pueblo desde la Presidencia de Claudia. Les importa constatar que la gestión del poder avance sin riesgo para sus intereses y negocios aunque saben que hay acciones y políticas irreversibles como el combate a la corrupción al dispendio de los recursos públicos, a los abusos de la autoridad y la lucha contra el racismo y el clasismo, la defensa de la soberanía y el cumplimiento y ampliación de los derechos humanos básicos a la salud, la educación, la información, la vivienda y el trabajo digno, entre otros.
La percepción de que las cosas con Claudia van por ese camino, ha hecho entender a amplios sectores derechistas que el sexenio 2024-2030 ofrece un horizonte factible y positivo para ellos y que Xóchitl no tiene nada pertinente que ofrecer prácticamente a nadie. Por ese motivo, la desbandada de sus filas y seguidores es un fenómeno silencioso, pero, evidente, masivo e irreversible del que dan cuenta prácticamente cualquiera de las cotidianas consultas que se hacen sobre la opinión de las y los electores.
La dinámica anterior no se contrapone con la feroz lucha por las candidaturas en juego en los tres órdenes de gobierno tanto dentro de MORENA y de la Coalición Sigamos haciendo Historia como de los partidos de la derecha. En éstos, la pelea por las candidaturas plurinominales y algunas alcaldías han provocado fracturas mayores, especialmente porque se avizora que en los siguientes períodos electorales podrá cancelarse la opción de llegar a los cargos por la vía plurinominal y la opción de la reelección en todos los espacios de elección.
Finalmente, queda en el aire una pregunta: si Claudia tiene 100 compromisos importantes y concretos con el pueblo de México ya claramente difundidos en todo el país, ¿cuáles son los compromisos concretos con el pueblo de México de es@s miles de candidato@s que se están perfilando para competir por los más de 20 mil cargos que se resolverán en las urnas del 2 de junio?.