Pueblos Mágicos/Zaid Mora
Durante mi trayecto en la administración pública y siempre que un nuevo programa o proyecto fracasa o es exitoso, me pregunto: ¿Qué estaba pensando el funcionario que lo impulsó?, por supuesto que es arriesgado materializar una nueva idea, desde lo más simple como cambiar un logo de una dependencia estatal posicionado internacionalmente con resultados negativos, hasta crear un nuevo programa o campaña para enaltecer y difundir un pueblo, el cual lleva intrínseco una capital y un estado con respuesta favorable.
Indudablemente en nuestro país existen lugares que deben ser visitados, divulgados y claro está; presumidos. Es deber de nuestros gobernantes brindar las herramientas para lograr los objetivos que estos destinos demandan, en una correlación ciudadana para mantenerlos en un estatus positivo.
Conocí a Lety Navarro en un evento cultural y me sorprendió la sencillez y el profesionalismo con el que se desenvuelve en público y sobre todo en pláticas personales, seguramente su nombre no es familiar, entre otros cargos públicos y puestos gerenciales en la iniciativa privada, fue titular de la Secretaría de Turismo del Gobierno Federal de 2000 a 2003. En el año 2001 nos sorprendió con el programa “Pueblos Mágicos”, el cual fue creado con objetivos muy afanosos y a largo plazo, sería un proyecto tripartita que involucraría a los tres órdenes de gobierno. Inicialmente pretendía nombrar únicamente a 50 pueblos en todo el territorio nacional, esto porque en promedio es el número de fines de semana con los que cuenta un año. Parras de la Fuente en Coahuila bautizó el programa siendo el primer Pueblo Mágico, así como Parras los siguientes lugares que recibieran dicho nombramiento, serían dotados de recursos económicos para mejorar la infraestructura y desde luego para la promoción que se reflejaría en su oferta de servicios, considerando al turismo la actividad dominante. A mis 34 años he visitado 32 Pueblos Mágicos, me sigue enamorando Pátzcuaro y tengo que regresar a Tepoztlán.
El programa considera requisitos que se traducen en elementos de identidad, mismos que deben distinguir al pueblo propuesto entre los demás. Deberán tener la capacidad de alojamiento para recibir a los turistas, sobresalir por sus tradiciones y cultura, tener oficios y artesanías únicas, deberán instalar señalética y nomenclatura especial para los turistas, unificar las fachadas de los domicilios y comercios, instalaciones y cableado oculto para evitar la contaminación visual con el menor impacto ambiental posible, entre otras cosas. Al día de hoy tenemos en México 121 Pueblos Mágicos, algunos de ellos sus nombramientos se consideran como favores políticos, otros más están a punto de perder su registro por no cumplir con las exigencias plasmadas en las reglas de operación, en otros casos la violencia los ha convertido en pueblos deshabitados y abandonados, pero el esfuerzo siempre tiene que ser mayor que las circunstancias, es por ello que la Feria Nacional de Pueblos Mágicos ayuda a que los ánimos crezcan, prueba de lo que digo son las ciudades que han sido sede de esta impresionante muestra artístico cultural y turística -Guadalajara, Puebla, Querétaro, Monterrey y Morelia-, sin embargo en diciembre del año pasado nos dieron un revés y es que, es lamentable y preocupante saber que la partida específica para apoyo a la imagen urbana y la promoción de los Pueblos Mágicos ha desaparecido del Presupuesto de Egresos de la Federación para este año. Los estados más afectados con esta decisión son: el Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Puebla, Querétaro, Veracruz y Zacatecas, por el simple hecho de alojar la mitad de los pueblos mágicos de todo el país, es decir, le cerraron los ductos financieros a este programa, no sé si sea parte de la estrategia del combate a la corrupción o solamente una ocurrencia.
Debemos estar atentos a lo que suceda con el apoyo que se destinaba al programa de Pueblos Mágicos desde su creación, sin estos recursos quedan vulnerables y crecen las interrogantes sobre el desarrollo turístico, se pausaría la derrama económica y el crecimiento sería menor y lento en los temas de infraestructura. Ya no hablemos del recorte al presupuesto en Cultura porque esos 522 millones nos harán mucha falta este año.
Manos a la obra, no en las armas.
Twitter: @ZaidMora