Proyecto secreto/Mateo Calvillo Paz
CON LA LEY NO SE JUEGA
El presidente juró hacer cumplir la ley, es su primera obligación, no hacerlo es una omisión de consecuencias fatales.
El país se hunde en el caos y la violencia, como Venezuela, cuando la autoridad no se guía por los principios inviolables y los valores universales, sino por las ocurrencias del presidente. Un gran sabio afirmaba: “la caída de las grandes civilizaciones ha estado precedida por la desaparición de los valores absolutos”.
Empujan el país al caos, cuando las grandes decisiones no se toman conforme a principios y valores, sino según la opinión del tlatoani que se cree un ente superior.
Los sabios de México, que son muchos viven gravemente preocupados, previendo situaciones de anarquía y muerte, hay tensión y temor en el aire, tal vez la catástrofe no llegue inmediatamente pero se ve venir.
La ley se aplica siempre, le guste a la gente o no, le convenga al presidente o no.
Hugo Chávez y Nicolás maduro, amigo de López Obrador no aplicaron la ley así y ahí están las consecuencias. Los venezolanos que votaron por ellos están sufriendo la muerte por su mala decisión. El pueblo también se equivoca.
Cuando uno ama México y desea y busca el Bien Común, aporta sus ideas y su buena voluntad para detener el diluvio que viene. Es la intención que nos mueve a muchos.
El pueblo humilde de México ya tiene demasiado tiempo sufriendo, no se le puede fallar y desperdiciar la oportunidad del cambio para todos, para los que no tienen voz ni “palancas” ni importan a los jefes.
El cambio debe ser para todos, primero para los pobres y no sólo para el círculo del poder y el Movimiento que se armó porque vieron la oportunidad de alcanzar parte del pastel del poder, no por ideología o por el deseo de servir.
Manuel Andrés en repetidas ocasiones no ha respetado la justicia, el derecho y su expresión la ley. Así le dio fuero a un criminal Napoleón Gómez.
En Michoacán dejó impune el crimen de los profes de la CNTE cuando tomaron la vía férrea e hicieron un daño millonario a muchos afectados. No quiso ser represor y se convirtió en cómplice y padrino de un crimen. No fue represor de un grupúsculo y si se convirtió en perjudicador de millones de mexicanos honestos.
Los mismos bloquean el Senado e impiden el trabajo legislativo y ni la autoridad federal ni la CDMX ponen orden. Insisten en no usar la fuerza gubernamental. ¿Entonces para qué sirve, para que esta ahí?
El presidente busca su imagen, su popularidad y su permanencia en el poder. Está obligando por la justicia y la ley a buscar el bien de todos los mexicanos aplicando la ley imparcialmente. Manuel Andrés no puede buscar en primer lugar su bien personal egoísta y pernicioso. Está gobernando para sí mismo y su círculo de incondicionales y aplaudidores.
Muestran una incoherencia, una esquizofrenia: saben lo que deben hacer, lo que es bueno, exaltan los grandes valores y virtudes y hacen lo contrario, lo ruin, lo perverso.
Un spot de MO..NA afirma que tendremos el gobierno ideal porque este Movimiento “gobernará para todos”.
Una voz melodramática lo proclama solemnemente:: MO..NA gobernará para todos. Es un imperativo categórico de la clase gobernante. Si lo están anunciando con bombo y platillo, que no hay necesidad, es porque no se da en los hechos ni en las intenciones.
Si no queremos ir al autoritarismo, el caos y la violación de leyes y derechos, la catástrofe como Venezuela, “la autoridad debe reconocer y promover los valores humanos y morales esenciales. Estos son innatos derivan de la verdad del ser humano y ningún individuo, mayoría o Estado nunca pueden crear, modificar o destruir”.
Uno de estos valores es la justicia, el derecho y su expresión la ley. Estos no dependen de mayorías de opinión ni del presidente… Simplemente deben ser reconocidos y respetados como elementos de una ley moral, natural.
Si esta ley natural se pone en duda, se manda al diablo el mismo ordenamiento de la sociedad queda sin fundamentos, si el gobierno se reduce a un puro mecanismo de regulación pragmática de intereses contrapuestos es el fin trágico. (Conceptos tomados del compendio de doctrina social de la Iglesia, N. 397).
Nadie ni el presidente está por encima de la ley ni es señor de la ley.