Proyecto secreto/Mateo Calvillo Paz
MIRADA DE SABIOS
Con frecuencia vamos por la vida como máquinas o tontos, no entendemos nuestro ser verdadero ni vemos con claridad nuestro destino.
Una vista panorámica
Somos seres inteligentes y libres, es lo que nos diferencia de los brutos y demás seres y es la razón de nuestra dignidad. El hombre debe reflexionarse y orientar su vida a su destino definitivo.
El hombre de hoy, en su filosofía, es pragmático, vive el momento busca placeres presentes del orden corporal e instintivo. Eso le impide comprenderse a sí mismo y buscar placeres más altos y puros y plenos que satisfacen plenamente.
Muchos hermanos sólo son capaces de conductas pachangueras, tienen como valores grandes la evasión, la diversión y los placeres. Llevan un gran vacío y no pueden renunciar a hacer ruido, tomar cerveza y evadirse en la fiesta.
Ante los problemas trascendentes no nos apoyamos en las grandes energías que dormitan en nuestro ser, se nos cierra el mundo, actuamos con necedad, perdemos la calma y la razón, no encontramos la salida. Nos comportamos como enanos y nos agachamos para que nos aplaste un destino terrible y gigantesco
Somos presa de la frustración y no podemos acceder a nuestros valores superiores. Somos incapaces de encontrar soluciones verdaderas, trascendentes. No podemos acceder a mundos más puros, serenos, espacios de libertad.
La pandemia nos permite trascender muros obscuros y pesados que atan el alma. En la prueba desconocida, aparece una gran luz, la existencia humana en su infinitud y su plenitud. Es verdad que la vida aparece como una empresa de gigantes, un desafío enorme como en la leyenda de los héroes griegos y en la historia de los Santos, como una campaña extraordinaria e imposible, que sin embargo nos atrae irresistiblemente para llevarnos a una meta difícil y gloriosa.
Ahí alcanzamos nuestra forma más pura y verdadera de gozo y de gloria.
La sabiduría de lo alto
Tenemos una dimensión de otro orden: la plenitud y la inmortalidad, la infinitud porque fuimos creados a semejanza de Dios que es perfecto e infinito.
También el ser humano tiende un impulso, una energía y alcance que llega a lo divino. El hombre es una paradoja, es casi nada y casi todo, en su barro encubre fuego divino, en su pequeñez puede trascenderse y alcanzar metas superiores.
Es lo que afirmaba Robert Kennedy citando a Bernard Shaw: muchos ven el mundo como está y se preguntan por que. Yo sueño mundos que no han existido nunca y me pregunto por que no.
Hay que dar el salto, despojarnos de ataduras y pesos vanos y elevarnos a alturas más puras y bellas, a una esfera más allá de nuestros límites. Esto implica despojarse de nuestra pereza y renunciar, en una ascesis sabia, a la vida fácil del placer barato de los sentidos que nos impiden conocer gozos más puros.
Es una ascensión que nos lleva a experiencias insospechadas e inauditas, enfrentar la pandemia y la lucha con la muerte, a enfrentar nuestro destino misterioso. Hay que sacar la grandeza y la fe para ir más allá, al encuentro con nuestro verdadero yo y a metas maravillosas, que nos dejan finalmente satisfechos.
Esta salida de nosotros mismos nos liberará de miedos pequeños, de nuestra cobardía y nuestra pequeñez , de nuestras prisiones absurdas de enanos.
La pandemia con su carácter horroroso tiene un efecto inesperado: necesitamos no vencernos y ser más grandes de que la vida egoísta y rutinaria, que la vida de placeres baratos, de consumo, que la vida vana que lleva a la frustración y el tedio.
La pandemia del COVID 19 nos enfrenta a todos, algunos de una manera violenta y definitiva con nuestro destino con un paso que teníamos olvidado, el de la muerte que puede ser el final de todo y el aniquilamiento o que puede ser el salto a horizontes más puros, de ellos y sin límite de tiempo ni de espacio.
Hay que exceder a nuestra verdadera dimensión y ser grandes con grandeza divina. Hay que contemplar muy abajo el peso de nuestra debilidad y enfrentar el oleaje rojo y la muerte con grandeza de ánimo.
No podemos lloriquear y deprimirnos y bajar los brazos. No podemos ser seres vencidos, débiles, inútiles. No podemos ser presa de la desesperanza, la depresión, el trastorno emocional. Todo eso nos llevaría a una situación de locura, de caos infernal, de confusión y desesperación.
Tenemos un aliado que creó mundos nuevos, que camina victorioso sobre las aguas de la muerte y nos conduce a la plenitud del paraíso, donde florecen nuestros deseos más preciados, el Mesías.
Es tiempo de sacar las reservas de la fe e ir en alianza con Dios hecho hombre para llevarnos a la herencia eterna.
El nos lleva a la vida sin límite y sin ocaso.