Proyecto secreto/Mateo Calvillo
No juzguen y….
Mateo Calvillo Paz
Una persona digna, madura no juzga y menos a la ligera. Es inaceptable en quien detenta el más alto puesto en la nación.
Mirada panorámica.
Las personas que valen son admirables. Son serenas, muy respetuosas de los demás. En el seminario diocesano de Morelia y en la familia de un servidor se cuidaba con esmero el emitir juicios temerarios, sin información sólida, sin fundamento.
No era permitido juzgar a un compañero, a un hermano frente a los demás si no nos constaba.
A veces era necesario emitir un juicio sobre alguna palabra o situación, pero en ese caso había que tener conocimiento de causa y emitir un juicio después de madura reflexión y de tener una información amplia y confiable. Había que tener “los pelos en las manos”.
Para el compañero que transgredía esta norma había una sanción social, podría ser acusado ante los papás. Era ¡inadmisible! Juzgar a un compañero a la ligera frente a los superiores y maestros, no se toleraba.
Se ha perdido la calidad de las relaciones humanas y el respeto a la persona. Ha desaparecido en gran medida la delicadeza y dignidad en el trato. Por ahí se ha ido aquella buena práctica, aquella virtud de no soltar la lengua y juzgar a los demás.
Se perdió como tantas buenas costumbres que hacían una convivencia sana y armoniosa, digna, de altura.
Andrés Manuel es la persona que más queremos aprobar y respetar: es el primer mandatario, tiene la investidura presidencial. Deseamos que él sea una persona de excelencia, un estadista, toda una autoridad moral que merezca la admiración y el respeto.
Desafortunadamente, parece olvidarse de su investidura y adopta actitudes ligeras que no se permiten en un ciudadano común y corriente, con un poco de dignidad.
No para de hablar y eso es ya un riesgo. En boca cerrada no entran moscas. Para tener un lenguaje rico y de altura se necesita pensar mucho.
Ya desde que era candidato se ensañaba contra personas que le estorbaban, al parecer. ¿Quién no recuerda las andanadas contra los empresarios “rapaces” y contra todos los “de antes”, todos los regímenes anteriores a éste.
En las Mañaneras, el primer mandatario se constituye en juez que sin ni siquiera juicios sumarios, sin el proceso debido juaga y descalifica. Y condena.
Es notoria la descalificación de una institución que es toda un universo, con multitudes de estudiosos y profesionistas, en cierta manera la flor y nata de la intelectualidad, la UNAM, institución benemérita y muy querida de la Nación mexicana.
Sabiduría de lo alto.
Los evangelios nos presentan a un maestro sublime, aquel incomparable Jesús de Nazareth, que es todo madurez y tiene un sentido muy fino de la persona humana, hijo de Dios y respeta a todos, hasta los más humildes.
El fue enseñando su doctrina y llegando a momentos cumbre de reglas y mandamientos, a expresiones de una sabiduría divina. Es el momento en que afirma: no juzgues y no serás juzgado. Cristo no juzga, las personas se entregan por sí mismas y se condenan, como Judas. El Señor simplemente le dice a alguno: “por sus propias palabras te condeno”.
El juicio ligero y malintencionado lleva a condenar al otro. Cristo no vino a condenar sino a dar la vida por muchos (“muchos en arameo significa todos).
Cuando se suelta la lengua se corre el riesgo de cometer la insensatez y contradicción que señala Cristo: “ves la paja en el ojo ajeno y no ves la vida que llevas en el tuyo”.
De una persona madura y seria se espera que se relacione sabiamente con los demás, Cuando no le toca juzgar tiene que callarse la boca.
Cuando alguien ha cometido un ilícito y se le sigue un juicio, hay presunción de inocencia. Ante hechos consumados, que son púlbicos la persona es presunta delincuente.
Es impensable que alguien juzgue temerariamente, sin haber conocido del caso, con testimonios y pruebas, sin haber reflexionado maduramenbte y sopesado sus palabras, entonces puede emitir un juicio una posición firme ante la cosa juzgada.
Es muy grave juzgar el caso de una persona o un grupo categórica y abiertamente, sin haberlo estudiado a fondo, totalmente. Es necesario recabar toda la información y las causas y consecuencia de los hechos. Sólo entonces, respetuosamente se puede emitir una opinión. No debe ser juicio si la persona no es el juez competente.
De otra manera es un juicio totalmente acrítico, La persona que juzga a los demás está blindada contra las apreciaciones de los demás. No ve la viga que lleva en el ojo porque carece de sentido crítico y más concretamente autocrítico.
En la conducta humana, en la gestión pública es de vital importancia el sentido crítico y el auto crítico porque el buen juez por su causa empieza.
Necesitamos ser críticos, humildemente críticos de nuestra persona y de nuestra máxima autoridad para valorar su grandeza si es genuina a toda prueba.