Proyecto secreto

Semana Santa y las castas de hombre
El hombre es capaz de corromperse y perder su felicidad y grandeza y acabar en la destrucción, el infierno..
Vista panorámica
El hombre es el único ser inteligente en la tierra. Es un espíritu encarnado en la materia. Al realizar su vida humana, por su manera de realizarse lo divide en tres categorías:
El hombre mecánico: actúa como un aparato de la tecnología. No reflexiona, no planea, se deja llevar por la rutina, cumpliendo sus funciones, actúa como la pieza de un engranaje de una gran máquina.
Un El hombre animal (el término es objetivo, no peyorativo): come, se divierte, se reproduce. Vive inmerso en comidas y placeres para satisfacer los instintos del cuerpo. Está dotado de facultades espirituales, inteligencia y libertad pero se guía más por los instintos del cuerpo .
El hombre divino, que está sometido a las mismas exigencias del cuerpo y facultades espirituales, conoce y ama a Dios y a los demás, hace su plan divino para su vida. Es inteligente y usa su libertad para realizar el plan de Dios y triunfar con su familia.
El hombre divino está atento a los problemas que vive el país y el mundo entero: la guerra absurda de dinero que desata Trump sólo por la soberbia de un loco y de un pueblo de baja autoestima. No le importa aplastar, burlarse de los demás , buscando imponer la dictadura de los ricos, imponiendo la opresión de la plutocracia.
Los países deben humillarse plegarse a una política autoritaria, sin rumbo, y ser relegados a la miseria y la desigualdad inhumana, injusta.
Mario Vargas Llosa se va de este mundo a los 89 años. Deja una preciosa herencia literaria. Quedó bien fijo en la memoria su grito en la ciudad de México: México es la dictadura perfecta. Grito una verdad. Nombraba la realidad bajo la apariencia democrática del PRI. Era una dictadura Respondía a la realidad . Tan era una dictadura el PRI que no había libertad para gritarla .
Los asesinatos y otros crímenes son una contingencia y han tomado posesión de la vida de los mexicanos. Se anuncian de una manera trivial. Es la frivolidad en los noticieros y comentarios libres. Es tal la ausencia de la policía y el desamparo que todos los mexicanos.
El comercio en una sociedad de consumo promueve un ambiente profano de pasarla bien, dando al cuerpo lo que pida.
En tiempos de crisis, los creyentes vuelven a Dios. Ahora hay más mexicanos que se acercan a los oficios de semana Santa que son muy bellos, profundos. El ambiente sagrado de una ciudad levítica. Crean un ambiente diferente, sagrado.
Si la gente se volcara para acompañar a Cristo en su muerte y resurrección es donde nacería el México nuevo vencedor de la corrupción, la mentira y la muerte.
Se aplica la observación de Jesucristo: “si supieras ahora lo que puede traerte el bien, pero está oculto tus ojos”.
La luz de lo alto
Para muchos, la Semana Santa es una bonita tradición, cultural, romántica. Es como un recuerdo de más antes. Algunos no conservan nada. Semana Santa es la vacación, el descanso, el desfogue y el exceso, libertinaje esperado. Todo es para darle gusto al cuerpo en el consumo, en el placer, en el desorden y derroche de exceso y pecado.
Al final viene el desencanto, el hastío, el sufrimiento por el exceso, la cruda, el malestar de la resaca, cierto vacío existencial y el dinero, que era para otra cosa, derrochado.
Son días pesados de calor en las carreteras y aglomeración en los centros comerciales, hoteles y playas, contaminación y mugre en ambientes insalubres.
La mayoría de las familias gasta lo que no tienen, tira en los centros turísticos, en las casetas y los centros comerciales . Y se llenan de comida chatarra para alimentar la obesidad.
Hay familias, de la casta del hombre divino, que viven una experiencia increíble de recogimiento y la oración en las iglesias, en la quietud de los atrios, en el silencio y el recogimiento de las celebraciones religiosas de la semana Santa: la última cena, la pasión y muerte de Jesucristo, la vigilia Pascual esperando la experiencia grandiosa de la resurrección.
Queda en las personas una sensación de frescura, de paz y retroalimenta el alma y el ser total. Ninguna vacación en los centros más lujosos se compara a este experiencia de Dios, en el jardín del paraíso, en la paz del cielo.
Para ser plenamente las criaturas que Dios formó a su imagen y semejanza es necesario superar los más bajos niveles de la existencia y vivir en el nivel más alto nuestra condición de seres espirituales y divinos, renunciando a los bajos placeres instintivos, de exceso y bajeza promovidos por los medios de comunicación que sólo buscan el lucro..
Hay creyentes y familias que viven en su dimensión divina, como seres espirituales que buscan vivir en el más alto grado y alcanzar la vida muy alta y la plenitud del gozo de los hijos de Dios.