Proyecto secreto
LAS CAMPAÑAS, ¿PARA QUÉ SIRVEN?
Es tiempo trascendental, de tremendas consecuencias para la alternancia en el poder y la marcha democrática de México.
Vista panorámica
¿Son una feria de pueblo? No. Son un ejercicio para renovar los poderes y realizar la alternancia democrática renovando los servidores públicos para construir un México digno, pacífico y de progreso.
Necesitamos estar atentos a las “movidas” políticas, no confiarnos. Que no nos lleven como una borregada al matadero.
Escucho noticias en Radio Francia Internacional. Para renovar la presidencia abrieron el periodo de campañas, algo así como dos meses. Llegó y pasó la votación como en un mes o menos. Todo había pasado. ¡Qué alivio! Mi segunda patria donde hice estudios hasta el doctorado es una de las democracias más avanzadas.
El México tenemos meses, años en campaña, hay quien ha estado siempre en campaña. Ahora viene la avalancha de mensajes con tantos medios publicitarios, propaganda más que propuestas.Habrá mucha basura, BLA BLA, paja sin grano.
Tanto tiempo en campaña hace que los contenidos se diluyan, que se pierde el interés y aumenten los gritos . No es fácil mantener el ritmo ni se necesita tanto tiempo para presentar los grandes elementos y la estructura de un proyecto de nación y de su implementación trans sexenal.
Hay que enfocar bien las baterías al proyecto de nación y sus grandes temas centrales, los discursos con las grandes propuestas deben presentar ante los mexicanos el ideal de nación, una visión reflexionada y científica de la realidad de fracasos y pobrezas, de grandes retos. Deben presentar las grandes propuestas de solución , proponer programas y desencadenar y dirigir la acción. Las ocurrencias y detalles folclóricos, las críticas partidistas y las descalificaciones son un termómetro de lo que vale el candidato y su Movimiento o partido y el proceso electoral . “Por sus frutos los conocerán”, afirma el Maestro divino.
El tiempo de elecciones es muy importante: en democracia hay que impulsar la Nación hacia adelante dejando atrás fracasos y corrupción y dirigiendo la gestión pública, ajustando la democracia para erradicar la corrupción, para salir de nuestras desgracias y alcanzar una vida más civilizada y tranquila. Debemos evitar en los hechos lo que condenamos en las palabras: volver al pasado.
Los ciudadanos debemos ser exigentes y tener ideas claras: no se trata de una feria de pueblo con bandas de música y papelitos de colores. Hay que ir a lo esencial: ubicar los grandes problemas y buscar soluciones escogiendo a los mejores ciudadanos, no a los más maquillados ni a chapulines que sólo tienen la foto y un discurso renovado.
Las campañas demasiado prolongadas pierden su riqueza y novedad y se convierten en palabrería hueca y repetitiva.
El ciudadano no debe marearse con tantos gritos contra el pasado y el adversario, con palabras que suenan bonito y a los oídos pero que están vacías. Deben tener sentido crítico, ser exigentes y conocer a los candidatos y quedarse con los mejores sin importar el color.
La luz de Dios
Necesitamos no desviarnos de lo esencial: el fin de las elecciones y la tarea del nuevo gobierno, estado de derecho y gestión de la cosa pública para vencer las contingencias de pandemias, involución, retrasos y fracasos, crímenes, descomposición social. La democracia no es “carro completo” sino alternancia en el poder.
Hay que darle a la marcha del país una velocidad de crucero, impulsarlo en su lucha por limpiar la corrupción, los crímenes y restablecer el orden público con un dinamismo de crecimiento y de progreso hacia la paz y la vida digna, con los grandes valores y principios, un código de ética y la ley de Dios.
Urge un análisis serio del estado que guarda la nación, gestión pública. Debemos corregir crímenes, torpezas y retrocesos para no patinar en lo mismo. No es tiempo de fiestas populares y dispersión ni de carreras al poder. Hay que conocer el PROYECTO DE GOBIERNO Y LA CALIDAD MORAL DE LA PERSONA.
Hay que conocer a fondo a los que buscan el poder, con sus posibilidades e intenciones, con sus mañas y ambiciones veladas, mezquinas de poder y dinero.
Es necesario conocer a los candidatos, más allá de envolturas, reflectores, maquillajes, retórica publicitaria, ocurrencias . No podemos soportar discursos que se apartan de la realidad, que son populismo para “envolver” a los sencillos. Más que aplaudirles y adular necesitamos probarlos como el oro en el crisol y ver de qué son capaces.
Hay una trampa terrible que se tiende a la población, sobre todo a los humildes . Hay que estar atentos al discurso, narrativa, a la manipulación de los humildes y a la astucia de los viejos lobos. La trampa más grande y fatal está en el discurso, la retórica que se aleja de la realidad y extravía en la evasión para no asumir la situación y refugiarse en una retórica brillante pero que no corresponde a la realidad ni impulsa el esfuerzo que los mexicanos debemos dar hasta el heroísmo para asumir una realidad, sus retos, hacia metas más difíciles. La República de fracasos y estancamiento nos la echarnos a la espalda para avanzar penosa pero seguramente.
La Iglesia Católica bajo la autoridad de los obispos y con la participación de católicos pensantes se hacen presentes en el proceso electoral y convocan a los candidatos a presidentes a estudiar y promover “las estrategias de política pública para la paz”. Paraticipan organismos, católicos intelectuales, estudiosos de los procesos de paz. Han organizado el encuentro Compromiso Nacional para la paz, para el 11 de marzo en el Centro Cultural Tlatelolco.
Los candidatos no importan por sí mismos, no son los ídolos que adoramos, son servidores, mandatarios . Lo que importa es el pueblo. En democracia el pueblo es el soberano.
¿Quién se preocupa de despertarlo, reanimarlo e impulsarlo para construír el México que queremos?
Concretamente, ¿qué tienes que hacer, ciudadana ciudadano? ¿Qué tiene que hacer la ola transformante del pueblo que defiende sus derechos y no espera pasivo que le resuelvan sus problemas?