Presidente corrupto/Luisa María Calderón
Presidente corrupto
Luisa María Calderón/Quadratín
“El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, es una frase famosa de un inglés liberal conocido como Lord Acton. Por ello, en las democracias, o en el Estado moderno, y en México desde la propuesta del gran José María Morelos y Pavón, el diseño del poder se ha depositado en tres poderes, independientes uno del otro y con algunas tareas de contrapesos.
Así pasó con Trump, en el país vecino del norte: cuando llegó al Poder Ejecutivo, con toda la fuerza que le dio el voto mayoritario de los americanos, y con él decidió cortar el programa DACA, que permitía a jóvenes que llegaron a Estados Unidos siendo niños quedarse en ese país, debido a que consideró arbitraria la decisión del gobierno actual por basarla en conceptos jurídicos equivocados.
Este fallo del Poder Judicial contra Trump sucedió en noviembre de 2018, pero en diciembre del mismo año pasado, la Corte volvió a fallar contra el presidente de los Estados Unidos: el Tribunal Supremo de EU rechazó este viernes la petición del gobierno del presidente Donald Trump para poder aplicar restricciones al asilo en la frontera sur, porque van en contra de su Constitución.
Así, al hombre poderoso que contó con apoyo mayoritario, legítimamente ganado, por la mayor minoría de votos, el Poder Judicial le impidió actuar como se le da la gana, y lo obligó a ceñirse a las reglas. Es así que, acotando el poder absoluto con otros poderes, se disminuye la tentación del totalitarismo y el gobierno arbitrario, y sucede en Estados Unidos.
Contrario a ello, en nuestro país parece que nos va gustando borrar la división de poderes y permitir que el Ejecutivo se haga del Poder Legislativo —lo tiene porque la mayoría de votantes así lo quiso—, pero va haciendo propuestas muy suyas, muy amigas, muy incondicionales en posiciones de órganos autónomos que debieran ser admitidos por capacidades técnicas y por su imparcialidad frente a los poderes, pero no… los amigos de sus amigos, y a veces sus esposos, a los cargos consulares y diplomáticos, violentando las aspiraciones de quienes han asumido esos lugares debido al servicio civil de carrera.
Sus amigos a la Comisión Reguladora de Energía, aunque no sepan de energía; las esposas de sus amigos a la Corte, la amiga de su secretaria de Gobernación a la presidencia del Tribunal Agrario, y, por si fuera poco, ahora va por el Poder Judicial: además de proponer a sus amigas, ahora inicia la propuesta de una sala nueva que se integre por cinco ministros más. ¿Y qué crees? ¿Que ahora propondrá a ciudadanas y ciudadanos técnicamente capaces y probos y que sean imparciales frente a su majestad? Lo dudo: el Presidente quiere ahora mandar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, después de descalificarla por todos lados, ahora, debilitada en un juicio sumario frente a los ciudadanos, la va a agrandar para que quepan sus cuates.
Dirás y repetirás como él dice cada vez que puede, que son corruptos. Pues corrupción es violentar las reglas cada vez que propone nombramientos que no reúnen los requisitos de la ley. Y fraude a la ley cuando pretende sumar ministros que le den el voto en las decisiones del pleno, nomás para hacerse del Poder Judicial y ser pronto el poder absoluto. Sólo recuerda: “el poder tiende a corromper, pero el poder absoluto, corrompe absolutamente”.