Prácticas antipatriarcales y resistencias masculinas
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Tuve el honor de dirigir y hacer una intervención educativa con un modelo de construcción propio para el desarrollo del trabajo académico de la "Escuela de hombres contra la violencia de mujeres", que impulsó el ayuntamiento de Pátzcuaro, concretamente, el exalcalde Víctor Báez, quien me nombró director del proyecto académico de dicha política pública.
Durante diversas sesiones de trabajo y un plan académico perfectamente definido, y con el apoyo de la presidencia municipal y la Instancia de la Mujer, se llevó a cabo el proyecto, que atendí desde la construcción de sus contenidos educativos, su implementación, desarrollo y evaluación de los educandos de la primera generación de dicha estructura académica y única hasta la fecha en Michoacán.
La primera cuestión a vencer durante las sesiones, era cuestionar y trabajar en la consideración de que los hombres son incapaces de romper el mandato patriarcal, de romper con una forma de conocer la realidad construida por relaciones de poder/saber (Michel Foucault) en la que se encuentran inmersos. Frente a ello, era importante trabajar para desarticular estas prácticas, y avanzar en evitar que siguieran siendo cómplices de la dominación en unos casos, en otros de la subordinación social de las mujeres, de conformidad con su mandato de obediencia que tienen éstas y sobre los cuales se viene trabajando en su empoderamiento y emancipación de dichos mandatos culturales
Una primera reflexión derivado de las conclusiones a las que llegamos, es que no existían entre los varones que participaron acciones o bien prácticas antipatriarcales que coadyuvaran a evitar los mandatos de masculinidad, es decir, su posición de: saberes, poder, autoridad, jactancia y violencia; situación que generaban condiciones de resistencia a transformar sus masculinidades, es decir, así les enseñaron, así lo practican, así lo ejecutan para fortalecer su pacto patriarcal, o como expresa Rita Segato, en las estructuras elementales de la violencia, la violencia por contrato.
Otro elemento que se evidencio entre los varones que permanecieron todo el proceso, así como los que llegaron a la inauguración y luego no regresaron, principalmente personal de seguridad, fue que no podemos categorizar un perfil de la masculinidad, es decir: los estudios de género (de mujeres, de hombres y masculinidades y de la diversidad sexual) plantean, y subrayan que la identidad de género, en distintas culturas, sociedades, grupos sociales, son variables, pero también heterogéneas, es decir, no podemos homogenizar un perfil de masculinidad, porque cada quien tiene su propio performance, no hay un performance hegemónico único, hay diversos performances vinculados o atados a las cuestiones sociales, culturales, políticas, de dogma, lingüística, pero también sexuales; así, la masculinidad construida desde su papel no solo de la politicidad, sino la funcionalidad que juegan en su núcleo básico, así como en sus entornos y en sus espacios relacionales donde legitiman su mandato patriarcal y su pacto.
Una situación que observé desde la primera ocasión que trabajé con ellos, fue que nunca habían sido incluidos en procesos de deconstrucción o acciones analíticas sobre la dominación o subordinación de la masculinidad sobre la mujer, así como las relaciones de poder. Entonces concluimos que, dicha generación de estudiantes no se ha incluido a procesos de resistencia masculina, mucho menos de resistencia patriarcal, su participación por ende era fundamental para avanzar y progresar en procesos que evitaran la violencia contra las mujeres.
Conocer de los participantes sobre sus saberes en relación con las resistencias, si existían, si se conocían, si eran conscientes de ellas, era importante, aunque la conclusión fue que no existían resistencia frente a los mandatos de masculinidad, los varones no ejercían ningún pronunciamiento o acciones colectivas con otros entes sociales para la eliminación del sexismo, homofobia, transfobia o bien otras fobias; pero igualmente, saber sus posiciones de éstos, nos permitía la comprensión de la existencia de dichas masculinidades, o bien de observar la existencia de otros sujetos sociales que mantienen una lucha antipatriarcal como los miembros del colectivo LGBTTTIQ+, mujeres, personas originarias, o bien afroamericanas.
Desde estas acciones se logró identificar y documentar discursos de resistencia que se fueron construyendo contra las masculinidades hegemónicas en relación con la matriz de dominación étnico, racial, sexual, de clase y género, además de, analizar las prácticas de resistencia social y cultural antipatriarcales, incluido el construir los cambios, resistencias y tensiones en la construcción de identidades masculinas no hegemónicas, y si positivas o incluyentes.
De esta manera, en el marco de las acciones para el respeto de los derechos de las mujeres, es importante continuar trabajando con las masculinidades hegemonicas y construir masculinidades positivas