Por justicia social y política tiene que ser Monreal

Luego de nombrar a la coordinadora nacional de la defensa del voto, viene el efecto por las posiciones que se jugarán a la par de la renovación del ejecutivo federal. De hecho, la Ciudad de México, por su importancia e influencia, fue el primer punto en que diversos actores han levantado la mano para competir en el proceso interno de Morena. Hasta donde sabemos, la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, pedirá licencia en unos días. En ese orden, el que fuera titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX, Omar García Harfuch, también hizo una solicitud para dejar el cargo.
Y no solo ellos, también Ricardo Monreal, quien aspiró a coordinar los comités de la cuarta transformación, ha levantado la mano. Casos como el del zacatecano, era prácticamente inminente su aspiración a la CDMX, no por qué no tenga el potencial para ser abanderado por la presidencia, sino por todo el calvario que le tocó vivir.
Fue un ejercicio muy disparejo el qué enfrentó Monreal a lo largo de dos años. Incluso, la votación que obtuvo fue por convencer a ciudadanos libres que, pese a la guerra propagandística, no se dejaron persuadir por la avalancha de publicidad que brotó por todo el país ni- mucho menos- se llevaron por el efecto de la clásica cargada que protagonizaron gobernadores, legisladores y presidentes municipales que, de manera clara, fueron activistas de brigadas de apoyo.
Y qué decir de Mario Delgado, que jamás procuró establecer reglas de participación claras. Dejó, desde hace muchos meses, que las corcholatas se promocionarán con toda libertad. De igual forma, hizo caso omiso al clamor social para que las condiciones se equilibraran en pos de vivir una auténtica democracia. Ojalá, por respeto a la declaración de principios de un movimiento que se ha denominado democrático, esto no se repita, pues fue una realidad innegable y, para influencia de la decisión, no hay duda que eso cargó la balanza.
Pese a ello, Ricardo Monreal honró su palabra y, con plena convicción, avaló el resultado de una serie de encuestas que, al fin y al cabo, decidieron el rumbo del partido. Con ello, se cierra una puerta y se abre una nueva coyuntura política que, desde este espacio de opinión, hemos hecho énfasis en nuestras últimas colaboraciones. Nos hemos referido, por ejemplo, a la efervescencia que causó Monreal ahora que recorrió las 16 alcaldías en donde, por cierto, privilegió la retórica a favor de la unidad.
Para ser más precisos, ese recorrido por toda la geografía de la Ciudad de México le permitió a Ricardo Monreal mediar el pulso de la sociedad. Comprobó que, para efectos políticos, es potencialmente viable una aspiración para abanderar a Morena en la transición para Jefe de Gobierno de la CDMX. De hecho, en entrevista, ha dicho que, sí hay condiciones, se inscribirá. Una acometida que no será sencilla, pero que vale la pena intentar si hay voluntad política de quienes, por obvias razones, dirigen el movimiento y, con ello, tiene poder en la toma de decisiones.
Lo de Omar García Harfuch, ha levantado demasiada suspicacia entre los cuadros al interior de Morena. Algunos ya consideran que, ante ese hecho, vendrá una decisión unilateral para llevarlo a la candidatura. Tiene libertad para competir, pero eso generaría un ambiente de mucha polarización y, sobre todo, un conflicto de intereses con el fin de perpetuar el poder, especialmente por la incidencia que puede ponerse en marcha valiéndose de las posiciones.
Puede darse esa posibilidad, sin embargo, eso significaría una centralización del poder de forma absoluta y, a su vez, es un gesto de exclusión para quienes tienen más mérito. Un aspecto es verdad en ese sentido: ese derecho lo mereció Ricardo Monreal desde el año del 2017, que dominó más de 23 encuestas a priori. Eso explica por qué una figura consagrada, como la del zacatecano en la gran urbe, demostró un inmenso poder de convocatoria hace unas semanas que recorrió las 16 alcaldías.
Y, como he dicho antes, con el nivel que cuenta Monreal, tienes las condiciones dadas si, claro está, hay flexibilidad, equilibrio e inclusión. Y como Ricardo se apegó a las reglas del partido, pese a ser inequitativas, y además de ello, fue un factor de unidad hacia el interior, merece que el presidente avale esa aspiración. De hecho, es claro que, durante más de 26 años, el zacatecano es pieza fundamental. Lo fue, por ejemplo, en su paso por el legislativo federal, donde sacó toda la agenda que propuso el mandatario.
Desde lo político y la justicia social, hasta por los méritos y la trayectoria, Ricardo Monreal, para la jefatura de Gobierno, se ha ganado ese derecho de abanderar el movimiento en el corazón de la patria. Es, ni más ni menos, el personaje ideal para refrendar la victoria, especialmente para conciliar nuevamente con las clases medias que, hace más de dos años, fueron desdeñadas por otros cuadros al interior. Es, por historia y merecimiento, su momento y, si existe voluntad política y disposición de resarcir lo que pasó en 2018, cuando le arrebataron la candidatura, tienen que poner en sus manos la postulación, incluso, como abanderado de unidad.
Él mismo, en un mensaje desde sus redes sociales, levanta la mano: “no ambiciones, no excesos, no exclusiones. Armonía, respeto, inclusión y tolerancia”.
Por justicia social y política tiene que ser Monreal, candidato de Morena en la CDMX