Política gourmet
Lleva Obrador a Morena a un callejón sin salida.
* El Presidente pagará una factura altísima por echar a pelear a sus ‘corcholatas’
* Prefirió los circos mediáticos y se negó a atender las banderas rojas que surgieron
* Marcelo está convencido de que alguien está ‘metiendo mano’ en el proceso
PRIMER ACTO.- Hoy más que nunca, la Tercera Ley de Newton (“a toda acción corresponde una reacción… igual u opuesta”) persigue y atormenta al Presidente López Obrador. Frente a sus ojos, su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha empezado un proceso de implosión que luce irreversible y del cual él es el único responsable. Su inexplicable e incomprensible guerra de “corcholatas” está llegando a extremos que el tabasqueño jamás contempló y que podría acabar abruptamente con los sueños de continuación y consolidación de la llamada Cuarta Transformación. Tristemente, al morenista número 1 del país se le salió de las manos algo que él creía tener bajo control y cuyo desenlace sólo dependía de él. Lo que él creyó sería una gira triunfal y totalmente “planchada” por parte de sus seis apóstoles guindas (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Hernández, Ricardo Monreal y los fuereños Gerardo Fernández y Manuel Velasco), concebida para humillar y burlarse de las huestes opositoras, está a punto de terminar de la peor manera posible, con un encono y un divisionismo que López Obrador jamás previó.
SEGUNDO ACTO.- La mecha del barril de pólvora que podría detonar la cisma morenista la encendió el ex canciller Marcelo Ebrard Casaubón. Y no lo hizo ayer, ni anteayer, ni a principios de esta semana. Nada de eso. Desde que comenzó este proceso, que muchos al interior de Morena consideraron teledirigido y cargado desde Palacio Nacional, el ex titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) acusó que no había suelo parejo para los seis contendientes en lisa. Sus recorridos por el páis le permitieron recopilar pruebas de sobra para señalar que se estaba favoreciendo a una persona en específico. Y lo mismo hizo a lo largo de las semanas recientes el senador zacatecano Ricardo Monreal, quien hasta el cansanció puntualizó el lépero dispendio de recursos para la contratación de anuncios espectaculares para promocionar principalmente a tres de las seis “corcholatas” del Presidente. Incluso el petista Gerardo Fernández Noroña acusó que estaba jugando en contra de los recursos económicos y la estructura partidista, por lo que demandó a la autoridad electoral intervenir. Obvio, desde la dirigencia de Morena sus principales cabezas, Mario Delgado y Citlalli Hernández, hicieron lo que es endémico en ellos: No hacer nada. Voltear para otro lado. Y así transcurrieron los días y las semanas con el virus de la grangrena carcomiendo el accionar del corcholaterío.
¿CÓMO SE LLAMÓ LA OBRA?- Lo que ocurrió anoche, con los seis bandos oficialistas impedidos para alcanzar un acuerdo unánime tras el sorteo para elegir a las encuestadoras que definirán el derrotero de este proceso de selección, tiene un valor meramente anecdótico. Dos de los representantes, Martha Lucía Mícher (de Marcelo) y Alejandro Díaz Durán (de Ricardo), declararon que no se alcanzó un acuerdo democrático. En su mañanera de hace rato, el Presidente Obrador confió en el proceso interno de Morena, pero en su rostro ya se asoma la molestia y el enojo que le genera este circo innecesariamente montado. Pero al final del día, lo cierto es que, como decía “el divo de Juárez”, Juan Gabriel, no había ninguna necesidad de echar a pelear a sus muchachos, pero sobre todo, de adelantar de forma tan anticipada los tiempos de la sucesión presidencial.
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