El poder desgasta, pregúntele al PRI/Arturo Alejandro Bribiesca Gil
Acorde a los resultados oficiales de los conteos rápidos de las elecciones de los estados de Coahuila y Estado México, todo indica que el PRI retendrá la gubernatura en ambas entidades, pero por un margen estrecho, muy alejado de las aplastantes victorias de dos elecciones previas, 2005 y 2011.
En la elección del año 2005 en el Estado de México, el ahora Presidente Peña se impuso a sus contrincantes con poco más de un millón 800 mil votos, correspondientes al 47.5 % de la votación, con una ventaja de 23 puntos porcentuales arriba de su más cercano competidor, el entonces panista Rubén Mendoza. Para la elección del año 2011, el actual gobernador mexiquense Eruviel Ávila, ganó con casi el 65 % de los votos, poco más de 3 millones de ciudadanos lo eligieron, sacándole 46 puntos porcentuales de ventaja al segundo lugar de la contienda, el entonces perredista Alejandro Encinas.
En la elección de este domingo pasado, el candidato mexiquense del PRI, Alfredo del Mazo, logró arriba de un millón 900 mil votos, que representan el 33% de la votación aproximadamente, superando a la candidata de MORENA con un máximo de 3 puntos porcentuales. Hubo un crecimiento relativo de 100 mil votos respecto a la elección de 2005 (relativo por el crecimiento poblacional), pero más de un millón menos de votos que en la de 2011.
Por lo que respecta al estado de Coahuila, en el año 2005, el entonces priista Humberto Moreira ganó la elección para gobernador con casi medio millón de votos, que representaban el 55% de la votación, superando a su más cercano competidor con casi veinte puntos porcentuales. 6 años después, Rubén Moreira, su hermano, logró más de 700 mil votos, correspondientes al 60% de la votación, sacándole 25 puntos porcentuales de ventaja al candidato del PAN, Guillermo Anaya.
En el proceso electoral del pasado domingo, la ciudadanía de Coahuila votó ligera pero mayoritariamente por el candidato del PRI, Miguel Riquelme, quien ganará muy probablemente con menos de 400 mil votos, y un porcentaje aproximado de la votación del 38%; con un máximo de 2 puntos porcentuales sobre su más cercano contrincante, el otra vez candidato Guillermo Anaya. Nada que ver con las cifras alegres del moreirismo de las elecciones previas.
Por donde se vea, las cifras de este 2017 comparadas con las de 2005 y 2011, son pérdidas estrepitosas para el PRI. El hartazgo y la realidad alcanzaron al priismo de Coahuila y del Estado de México, sin embargo, sus detractores no supieron ser mejores opciones, por lo que a pesar de la sangría priista, el PRI conserva el poder, obvio, si los tribunales no dicen otra cosa.
Es importante destacar que tanto en 2005 como en 2011, las victorias aplastantes del PRI en estos estados del país, fueron inusuales, raramente en el siglo XXI, el de la democracia en México, un partido político gana una elección con porcentajes superiores al 50%; además, los triunfos apabullantes del otrora partido hegemónico eran cosa del siglo XX.
Obviamente que estas victorias, aunque cerradas, son motivo de satisfacción para el priismo, pero no motivo suficiente para acciones ni actitudes triunfalistas, cuando en el mejor de los escenarios lo que se demostró es que el PRI es una fuerte primer minoría, que con una serie de condiciones externas puede triunfar en cualquier elección, por competida que sea.
Por ello, como apunte para el 2018, destaco que el PRI, a quien muchos dan por muerto, tiene amplia posibilidades de mantener la Presidencia de México, porqué con lo ocurrido en el Estado de México, quedó demostrado que a pesar del mal humor social imperante en su contra, de que su candidato cargara con una fuerte losa aristocrática, de que existieran diversas opciones competitivas (4), al PRI le alcanza para ganar con sus fieles seguidores y su estructura político-electoral.
Un PRI que sigue encarcelando corruptos (Borge, ex gobernador de Quintana Roo, detenido la noche de este 4 de junio), con un candidato no manchado por actos de corrupción, que este en la periferia de la elite en el poder, en una competencia con hasta 5 aspirantes competitivos, sin duda se levantará con el triunfo, por poco margen, con escasa legitimidad de origen y con un congreso adverso, pero triunfo al fin para los efectos de la real politik.
En fin, lo anterior puede ser una buena noticia para los priistas pero no para el país, no porque comparta el repudio de muchos a ese partido, para nada, sino porqué con poco margen de gobernabilidad, el próximo Presidente priista de México difícilmente podrá consolidar las reformas estructurales tan necesarias, aun en ciernes.
Nota: Las cifras finales de las elecciones de este 2017 sin duda variarán respecto a lo establecido en los conteos rápidos, sin embargo, no creo que las variaciones sean de trascendencia para el resultado.