Perfiles/Arnulfo Mora
Intactas fuente y causas de la corrupción
Las leyes y reglamentación del servicio público están diseñadas para provocar la corrupción, es decir, están a la medida para que una parte busque corromper y la otra aceptar corromperse.
El tema domina en la vida pública desde el nivel más bajo y lo será sin duda hasta en los niveles más altos en el infinito del servicio público. Por mucho que se diga y repita a diario, me temo sin embargo que aún no se están dando pasos concretos para erradicar el problema.
Imagine a un ciudadano que le urge tramitar una licencia para construcción, algo de lo más común en el municipio. Ahí empieza el calvario para el solicitante, y peor si el trámite es a nombre de una empresa o de un fraccionador foráneo.
La abultada tramitología lo hacer dar de vueltas, la burocracia operativa y lo rústico en los sistemas de atención al público orillan al peticionario a ofrecer lo que sea pero que le resuelvan porque la tardanza le causa daños y perjuicios.
Aunque sea lo más grave, lo demás termina siendo lo de menos. La urgencia y la tentación terminarán fuera de la ley.
Solo puse un ejemplo de un servicio común. Pero son decenas los que se ocupan de la administración pública. Un permiso para un nuevo comercio, un trámite de lo que guste y en cada caso el solicitante lo que busca es respuesta y solución pronta a costa de lo que sea que esté en sus manos.
Todos reprobamos cualquier acto de corrupción.
Pero los políticos y los funcionarios no son capaces de impulsar cambios en las reglas del servicio público porque les es más redituable hacer la finta de castigos a corruptos en lugar de invertir en sistemas que eliminen la burocracia y faciliten la transparencia y el desarrollo.
El Ayuntamiento sirve mal y termina haciendo gastar demás al ciudadano. En los más de los casos el peticionario de un servicio termina molesto por la mala atención que se enreda con lo burocrático.
La administración actual ha dejado de lado los proyectos enfocados para facilitar el asentamiento de negocios y la operación de pequeñas o grandes empresas. La autoridad municipal debiera revisar que hace falta para no detener la buena marcha en cuanto a digitalizar, uniformar los criterios y darle forma a la Ventanilla Única para facilitar las inversiones.
Son amargas las experiencias al solicitar cualquier servicio de las autoridades. A los que llegan a los cargos públicos pronto se les olvida lo que se siente estar del otro lado y que prometieron mejorar.
Debo decir que los cambios que el ciudadano espera de la autoridad van más allá de quitar a un partido para poner otro.
La administración de Itzé Camacho está quedando a deber en sus responsabilidades y nada tiene que ver con los que le dieron el voto de confianza. Es presidenta municipal de todos y para todos. No tengo dudas de que va hacia a menos la medición sobre su trabajo.
Y sin embargo, yo insisto en que Itzé Camacho y su equipo están a tiempo de hacer distinguir su gobierno poniendo el sello en lo que realmente pretenden dejar huella.
Que no jueguen a los límites del tiempo porque el desánimo ciudadano los puede rebasar y van a lamentarse no haber actuado cuando podían hacerlo.
Lo primero y lo que le falta a Itzé es compactar su equipo de trabajo en su primera línea.
Todos trabajan en lo suyo y hasta se dan tiempo para meterse con los demás, pero cada quien lo hace a su manera sin respetar lineamientos ni apegarse a protocolos de respeto y lealtad.
No hacerlo le ha costado carísimo a la administración. Es común que los políticos sientan y presuman capacidad de sobra para gobernar, pero luego se dan cuenta que gobernar no es lo mismo que administrar lo poco que hay.
Y ahí están las fallas y ahí están los altos costos para los ciudadanos.
Mientras esto no lo entiendan los que tienen que entenderlo; las cosas irán de mal en peor. Se están arriesgando dos oportunidades: que Itzé Camacho repita por un periodo más y que Morena repita en el poder.
EN CAMPAÑA CON SOMBRERO AJENO
A los políticos les gusta usar guayabera blanca y sombrero ancho tipo calentano. No he entendido que les simboliza esa vestimenta, pero estoy seguro que no es precisamente la pureza de sus almas. Lo del sombrero también lo ignoro, pero quizás en el tamaño busquen sombra que les cubra el rostro.
De algo sí estoy seguro: literalmente los políticos saludan con sombrero ajeno.
Lo más fresco sobre el tema es la gira del viernes del senador Antonio García Conejo que se hizo acompañar de la estructura educativa del gobierno estatal.
Los pasos que aquí dio el viernes el representante popular fueron bien precisos y concisos pero sobre todo, con fines muy concretos: generar las condiciones para ser el próximo candidato a suceder a su consanguíneo.
La gira tuvo su base visitar puntos sensibles en momentos muy sensibles. Las áreas educativas.
Entregó obras que costaron millones, supervisó otras y cuidó no comprometerse a nada.
Me parece absurdo y el mayor descaro que le agradezcan al senador gestionar obras ante su hermano el gobernador.
Luego vienen los secretarios y la cascada de funcionarios agradeciendo se uno a otro pero todos a los pies del que presumen fue el gestor.
¿Qué no es obligación de estos funcionarios atender y resolver las demandas en los planteles? ¿Qué le puso de sí mismo a esas acciones el aspirante a candidato?
No creo esté mal que determinado personaje tenga aspiraciones a escalar en cargos así se hermano o familiar del presidente o del mismo Papa.
En lo que no se puede estar de acuerdo es en engañar a la gente, confundir a los jóvenes y en presumir que hacen cuando no hacen nada o a lo mucho, saludar con sombrero ajeno que es lo mismo. Los ciudadanos, como los recursos públicos, merecen respeto. HASTA LA VISTA