Perfil de México/Armando Ríos Ruiz
Pobre Meade
Armando Ríos Ruiz
Ni duda cabe. La ayuda aportada por el gobierno federal a su candidato a la Presidencia de la República, José Antonio Meade, es increíble. Parece que se hace todo lo posible para que no tan sólo no crezca, sino para que pierda irremediablemente.
La gente está que arde en contra de la clase gobernante y de su partido, el PRI y todos los días, desde hace mucho tiempo, lo plasma en los foros a su disposición, principalmente en las redes sociales. Diariamente aparecen denuestos en contra de dicho partido y de la máxima figura, es decir, del Presidente de México, quien en una ocasión se preguntó por qué los mexicanos están molestos con su gobierno.
Siempre he dicho que el mejor candidato a la Presidencia, de quienes son postulados por partidos, es Meade. Es el más serio, el más preparado, el más congruente, a pesar de la sarta de milagros que le han colgado, aunque no se trata precisamente de un santo. México tampoco quiere santos que lo gobiernen, sino gente común y corriente que sepa responder a las necesidades de los gobernados.
Pero lejos de ayudarlo, el gobierno hace hasta lo indecible para que la gente rechace cada día con más fuerza, al organismo político que lo postula.
La Procuraduría General de la República se convirtió repentinamente, en un arma del gobierno para denostar y para ayudar. El encargado del despacho, Alberto Elías Beltrán, debe haber estado muy hambriento de convertirse en interino a cambio de lo que sea. Bien para soltar amenazas de investigación contra Ricardo Anaya. Bien para librar de culpa a un gobernador en entredicho.
No todos los Duarte tienen la misma suerte. El ex mandatario de Chihuahua, César, acaba de ser exonerado por la institución mencionada. Ya no hay delito qué perseguir, a pesar de que hay acusaciones y toneladas de pruebas en su contra. Obviamente, quien hizo una rabieta justificada, fue Javier Corral, actual gobernador del estado norteño.
En su campaña ofreció que llevaría a la cárcel al político y sus esfuerzos se vieron repentinamente frustrados, a pesar de que es quien ha aportado mucha información confiable en contra de su antecesor. Ya no será posible que cumpla su promesa a los chihuahueños.
La PGR lo exoneró de los delitos de lavado de dinero, bancario y defraudación fiscal, porque no existen elementos probatorios en su contra. Se sabe que pagó 65 millones de pesos por 15 por ciento de las acciones del Banco Progreso y que también se cancelaron 12 órdenes de aprehensión en su contra.
Con esto asestan otro tiro en la yugular de los mexicanos, descreídos y alejados cada día más, de un gobierno que desdeñan con toda su fuerza. Por eso, cada día crece con más ímpetu, el comentario de que el Presidente pactó con el mesías Andrés Manuel López Obrador, a quien, con hechos como éste, le abren aún más el camino hacia la Primera Magistratura y quien debe estar de plácemes por esta noticia.
Obviamente, no es necesario siquiera averiguar en qué pudo consistir el pacto. Cualquiera lo elucida inmediatamente.
¿Qué piensan nuestros coterráneos y en otros países de México? Que habitamos un país de bárbaros, en donde no importa haber alcanzado niveles alarmantes de corrupción, que nos merecen el primer lugar de América Latina y el cuarto mundial. Lo malo es que sólo avergüenza a los mexicanos comunes y corrientes. No a nuestra clase política, cada día más cínica.
Obviamente y para variar, las redes sociales se llenaron rápidamente de críticas terribles, con palabras altisonantes a nuestros gobernantes, por este hecho. Pobre Meade.