Patrimonio delicioso de la humanidad/Zaid Mora
¿En qué lugar de nuestro hogar es donde platicamos más con nuestros familiares? Me arriesgaré a decir que en la cocina y el comedor. La transmisión de los conocimientos culinarios de la cocina michoacana, no los aprenden las nuevas generaciones en la escuela, mucho menos en cursos en el extranjero; los obtienen de generación en generación, en el único lugar donde se aprovechan todas las herramientas para tener la mejor capacitación...en el hogar. El metate y la leña son los fieles testigos de la conservación y preservación del arte de la gastronomía michoacana.
La cocina michoacana es dueña de una herencia mágica, que nos da identidad cultural como sociedad, la cual nos obliga como comunidad a desarrollarnos y conservar los mecanismos de conocimientos de alimentos ancestrales. ¿Alguna vez imaginaron que las cocineras tradicionales piden con debido respeto permiso al árbol para cortar su fruto? Es uno de los secretos para que sus platillos sean perfectos.
No es obligatorio que la UNESCO nos recuerde la calidad y el balance que existe en las recetas de María del Rosario Lucas o en el toque inigualable de Juanita Bravo, pero si es necesario seguir promoviendo los sabores y aromas de nuestro estado, si no lo hacemos estamos condenados como sociedad a perderlo todo.
El pasado 18 de noviembre tuve la fortuna de asistir a una impresionante boda, fue un emotivo enlace del cual, quiero resaltar la presencia de una magnífica mujer, con hermosa sonrisa, una mujer que no le saca al trabajo, que no se le cansan los brazos, un ser humano que te contagia su alegría y el gusto por vivir. Mientras algunos invitados caminaban frente a ella sin observar que se encontraba hincada haciendo tortillas moradas, otras personas se detenían frente a ella sin cruzar una mirada mucho menos una palabra, después se preparaban un taco de charales con salsa de molcajete y se retiraban a gozar del festín. En cuanto la vi no pude aguantarme las ganas de saludarla, es en esos momentos cuando me reclamo no haber aprendido lo básico del P´urhépecha. Cada persona que se acercaba a ella a pedirle una tortilla sin reconocerla, era una persona que no entendía la magia y talento de cada tortilla. Quería gritarles: iEy! ¿Ya vieron quien está haciendo las tortillas? Es la mujer cocinó para el papa Benedicto XVI, le dijo tocayo, detuvo el tráfico en el Vaticano y es la ganadora por más de diez años del concurso de cocina tradicional en Michoacán.
Hablamos de comida, música y de su querida tierra...San Lorenzo. Con su español cortado y mi P’urhépecha nulo nos pudimos entender magníficamente a carcajadas. Me refiero a Benedicta Alejo Vargas, casi no la vemos con su hija Elvira, ya que siempre se acompaña de su hermosa nieta Imelda, pintaron mi tarde deliciosa y agradable al compartir con ellas la mesa y convertirme en su mesero, ¿qué más podemos hacer por mujeres como ellas? Solamente les dije con mi mala pronunciación: Diosï meiamu -gracias-.
No cabe duda que la cocina mexicana, pero más la michoacana, jamás dejará de ser un modelo completo de cultura, que nos distingue de entre todo el mundo. Desde el campo, los consejos familiares, costumbres, prácticas y rituales vertidos en la cocina de cada hogar, la cual siempre será uno de los mejores lugares de la casa para la convivencia y el disfrute de la vida en familia.
Manos a la obra, no en las armas.