Padres y madres con hijos o hijas gay
En el devenir de mi trabajo social con población LGBTTTIQ, me han comentado padres o madres, en ocasiones juntos o bien separados, lo que sintieron cuando sus hijos o hijas les dijeron que eran gay, o bien, que sintieron cuando se enteraron por otras personas de dicha sexualidad, o derivado de ver el comportamiento de éstos dentro de sus casas llegan a la conclusión de que en efecto algo no se encuentra normalizado en su conducta sexo afectiva, o cuando los sorprendieron dándose un beso con sus parejas sentimentales a la entrada de la casa, siendo ya muy noche, en fin tantos hecho, tantos actos en un continuum de expresiones de ejercicio de la sexualidad, traducidos en un constante ir y venir, que contraviene al género alineado a su sexo biológico.
La verdad, me quedo sorprendido que los padres en estos tiempos de posmodernidad no puedan apreciar que sus hijos viven momentos de una sexualidad no alineada al género en el que les toca vivir socialmente.
Entiendo que los padres queremos que nuestros hijos sean felices y que a la vuelta de los años se casen, tengan hijos y nos regalen nietos, eso es lo deseable decía una amiga, cuyos dos únicos hijos son gay. En el devenir de la vida nos damos cuenta, que no se casaran, como fue el caso que comento, con una mujer, pero si con un hombre, hoy al igual que otras parejas viven con problemas, pero permanecen juntos; que no tendrán sus hijos, pero que podrán adoptar si así lo desean, pero que tampoco es el caso de estos dos jóvenes, y que finalmente, lo que era deseable se volvió aceptable, porque no hay de otra; así es la vida, tú esperas una funcionalidad, incluso una politicidad, y encuentras otras perspectivas de vida; en el caso de mi amiga, puede vivir feliz ahora con las dos parejas hombres de sus dos hijos, comprendió, que la vida no se puede planear bajo un enfoque binario, de género, de ejercicio de sexualidad, porque lo que pensó, fue diferente en la condición humana de sus hijos.
Así como esta amiga aquí en Morelia, otras más en Zamora, Lázaro Cárdenas, Zitácuaro, Ciudad Hidalgo, Zinapécuaro, en fin, un largo etc. de espacios y lugares donde cuando menos el diez por cientos de las familias cuentan entre los miembros de sus familias de uno, dos, tres, y hasta cuatro hijos gay, no es de sorprender, no, es solamente una funcionalidad que hay que vivir, pero hay que vivirla en una realidad heternormada, en una vida binaria, androcéntríca, que somete, controla y disciplina los cuerpos para la normalidad y su función natural.
El ser por muchos años quien recibía a los clientes en los espacios donde desarrollo mis actividades empresariales, me permitió conocer a los padres y madres, y en ocasiones a su hijos o hijas de decenas de casos, muchos de ellos los enviaba con sexólogos, que me hacían favor de atenderlos.
Todos estos años me han permitido comprender la importancia de mi formación para atender y comprender los problemas que conozco, así hoy prácticamente con los estudios del doctorado de género y derecho, comprendo lo que sucede en estas familias que hoy por hoy pasan momentos difíciles, así, hay un primer momento en la vida de todas las familias que se refiere al duelo derivado del autoreconocimiento del hijo y aceptación de lo que esta ahí y que no se puede regresar porque no son hijos pedidos a la carta; existe un segundo momento, igual de difícil, porque significa compartir con los otros miembros de la familia, si es que así lo acepta el hijo o hija, o mantenerlo en el sigilo, aunque tarde o temprano se enteraran, a la larga es cuestión de tiempo, el tiempo como buen consejero, y finalmente, que este es el punto más importante, super importante, el cómo le ayudo a mi hijo para que no sea golpeado por una sociedad eminentemente heterosexual, heteronormativa, binaria, que reclamara las masculinidades y potencias de un hombre, cómo le ayudo a transitar frente a la violencia que se vive, frente a los crímenes, frente a la exclusión, frente a la discriminación.
Comprendo, que este proceso de aceptación, implica sufrimiento, duelo, porque las expectativas como padre o madre no serán como “yo” las consideré, sin preguntar al “otro” si está de acuerdo; me duele las narrativas que escuche muchas veces cuando me preguntaban, si eran así sus hijos porque se juntaban con otros gay, que si había alguna cura, que si la hormona, o la neurona, es decir, que si con una terapia podía olvidar este pasaje de la vida, y luego podría brincar a una vida heterosexual, en fin, la negligencia de los padres duele, cuando sabes que eso no es gripa que se cure.
Los padres al enterarse de sus hijos, lo primero que hacen es no escucharlos, sino reprocharlos, preguntar qué hicieron mal, qué si fueron violados y quién lo hizo, es decir, prejuicios, estigmas, y terminan por invisibilizarlos, para que nadie se entere por el prejuicio social en el que vivirán, incluido el miedo a la censura de las personas.
Después de un tiempo, los padres en lo general, hay algunos padres o madres que no, terminan por aceptar y asumen un rol de apoyo emocional y fundamental, es decir, el soporte social, hoy cada día hay más padres que desean apoyar a sus hijos, saben que una realidad no cambia, a favor de lo que ellos desean. De esta manera, padres, madres si tienen un hijo o hija gay, no lo rechacen, no lo excluyan, conversen con él, y dense el tiempo de escucharlo, pero no de reprocharlo, todos requerimos de ayuda, de ser escuchados y de sentir el amor de los padres.
Hoy los padres o madres, o ambos en la mayoría de los casos deben atender juntos el acompañamiento en la vida de los hijos, por ello, estamos ya trabajando para la conformación de un espacio para la formación e información de padres y madres de familia con hijos de la diversidad sexual LGBTTTIQ.