Otro artículo más acerca de la sobrerrepresentación
A mi estimado Magistrado Gil Galinzoga, por su reciente cumpleaños.
Seguramente, en las últimas semanas, han escuchado en la discusión pública el tema de la sobrerrepresentación de la 4T en el Congreso de la Unión, esto es que los partidos políticos que la conforman -MORENA, PT y PVEM- tendrán un porcentaje de la totalidad de las cámaras superior al porcentaje de los votos que obtuvieron; aproximadamente 20 puntos porcentuales más.
Los que están a favor del oficialismo señalan que la Constitución permite que los partidos en lo individual pueden sobrerrepresentarse hasta por un 8%, y que, bajo ese tenor, ninguno de los 3 partidos tiene una sobrerrepresentación superior a dicho porcentaje, lo que es cierto, por lo que, desde esta óptica, la sobrerrepresentación que en conjunto tienen, no viola la norma.
Ahora bien, los que defienden la tesis opuesta señalan que, si bien, como partidos no hay sobrerrepresentación, lo cierto es que los tres tienen una actuación política monolítica y por tanto, el movimiento político del Presidente, si tiene una sobrerrepresentación, agregando estos que, en teoría, la redacción constitucional debió incluir a las coaliciones en la restricción del 8%, porque ese fin perseguía el espíritu legislativo.
Luego entonces, siendo honestos, ambas partes tienen razón, aunque esto resulte difícil de creer e imposible de trasladar a la realidad, y digo que ambas partes tienen razón, o parte de razón, porqué, dependiendo de la óptica legal que quiera darse al caso, llegamos a distinta conclusión, pero ambas validas; si optáramos por una interpretación gramatical del caso, la 4T tiene razón, pero si elegimos una interpretación progresiva con una amplia visión de justicia y pro fortalecimiento democrático, la oposición tiene razón y debería el Tribunal de la materia hacer una interpretación constitucional que impida que la 4T, en su conjunto, tenga una sobrerrepresentación superior al 8 por ciento.
¿Qué va a pasar con este asunto? no lo sé, porque tenemos juzgadores y juzgadoras electorales en este país, con sus honrosas excepciones, que un día son extremadamente legalistas y al día siguiente, o ese mismo día, más tarde, son ampliamente progresistas; desconociendo que hace oscilar el péndulo de sus decisiones.
En fin, como dicen, poco vivirá quien que no presencie el desenlace de esta tragicomedia.
Otrosí: ¿Será que la propuesta de reforma profunda al poder judicial, sea solo una estrategia, que, por su solo anuncio y aparente ejecución, logre su fin, sin tener que implementarse?