Opinión/Rafael García Tinajero
PRD , renacer o el ocaso
Por Rafael García Tinajero Pérez
Hemos pasado recientemente por un proceso electoral en el que, dada la votación para el Partido de la Revolución Democrática quedó en evidencia que no estamos en el mejor ánimo de la ciudadanía y que la conducción interna del proceso de selección de candidatos y la negociación con las fuerzas políticas con las que nos aliamos , no estuvo a la altura de las circunstancias.
De ser el PRD la fuerza electoral más importante en Michoacán , gracias a lo cual se ganó la gubernatura del estado en el 2015 hoy, dentro de los partidos coaligados, se ha desplomado al tercer sitio de acuerdo a los votos obtenidos por cada uno . En el resto del país el panorama es peor ya que a duras penas se ha logrado mantener el registro legal pues apenas sobrepasamos por dos décimas de punto el porcentaje requerido para ello.
Es momento de hacer un alto en el camino y reflexionar sobre lo sucedido, ¿ qué pasó? ¿ Fueron acaso los candidatos, la falta de estrategia, la ausencia de un discurso opositor asimilable y creíble por el electorado de acuerdo a los tiempos que corren? ¿Acaso el desplome del PRD por la migración de muchos de sus militantes a otra fuerzas políticas ?¿ o quizás la falta de identidad y el desacuerdo de nuestros votantes con las fuerzas coaligadas y una mayor identificación con nuestros adversarios políticos? ¿ fueron causas coyunturales ligadas solamente a la pasada elección o bien el partido tiene fallas estructurales que lo está llevando irremisiblemente al colapso y la extinción ?
El Partido de la Revolución Democrática atraviesa desde hace mucho tiempo por una de grave crisis, sin embargo hoy esta crisis parece haber llegado a una fase terminal y aún en el caso de que se supere, el partido no podrá seguir siendo el mismo deberá transformarse radicalmente.
Nadie lo duda, el PRD de hoy no es útil como un instrumento para reformar o transformar las viejas estructuras políticas y de poder vigentes en México desde hace casi cien años, por el contrario, parece ser uno de los puntales de un estado de cosas que es ya inaceptable , el de un presidencialismo asfixiante, un régimen en el cual todo gira en torno al titular del poder ejecutivo con una concentración absurda del poder y los recursos en el presidente y la élite que lo rodea y el uso patrimonialista de ese poder y esos recursos; un régimen en el que el ciudadano es visto como clientela y objeto de los usos y costumbres del poder y no un sujeto al que se tome en cuenta más allá de los días en que se celebran elecciones.
Los perredistas nos encontramos pasmados, en la inacción, fragmentados, sin rumbo, con nuestros principales liderazgos históricos ya fuera del partido. Sumidos en disputas intestinas entre individuos y pequeños grupos que solo buscan espacios de poder, incapaces de capitalizar a favor de una propuesta alternativa la más grave crisis que el modelo económico y político dominante en nuestro país haya sufrido en décadas y que se manifiesta hoy por corrupcion,inseguridad, pobreza , desigualdad, falta de crecimiento y por la disputa entre una tecnocracia cleptómana que pretendiendo instaurar un sistema económico neoliberal en la realidad instituyó un capitalismo de compadres y un nuevo gobierno de corte populista que ha identificado bien los males que nos aquejan pero que pretende resolverlos mediante la prescripción dogmática de remedios anquilosados que ya fracasaron en el pasado y por lo mismo fueron rebasados. Un gobierno que se pretende transformador pero que destruyendo lo poco valioso creado durante las últimas tres décadas , principalmente una incipiente y endeble estructura democrática pretende avanzar su agenda reconstruyendo un pasado que hace décadas dejó de existir.
Esta situación no surgió de un día para otro, se fue incubando lenta y progresivamente Nuestro presente es producto de viejos defectos y vicios que yo agrupo en seis rubros fundamentales: indefinición ideológica; falta de claridad programática; ausencia de vida orgánica, un grave problema de ética política, una mala imagen pública y la entronización de una burocracia en las esferas de poder real del partido.
La indefinición ideológica se remonta a nuestros orígenes, nacimos como un partido frente, que aglutinó a diversas expresiones políticas e ideológicas, en general de izquierda, desde los socialistas y comunistas hasta los nacionalistas revolucionarios escindidos del PRI.
En el afán de mantenernos unidos y ante situaciones de coyuntura optamos por dejar de lado la discusión ideológica y la formulación de, al menos, un pequeño pero sólido cuerpo de doctrina que sirviera de base para la acción. Han sido nuestras sucesivas declaraciones de principios retazos de ideologías, ideas y ocurrencias, no siempre coherentes entre sí, ni claramente distinguibles. Podemos ser socialistas, liberales, progresistas o conservadores al mismo tiempo o según soplen los vientos. Hace algunos años nos autodenominamos de izquierda sin que a la fecha hayamos definido que entendemos por tal. Si somos de izquierda definamos donde nos ubicamos dentro de éste espectro del pensamiento político, y sí somos de izquierdas en plural, definamos el cuerpo de ideas que nos son comunes, que nos aglutinan y orientan.
Por que podemos hablar de la justicia, libertad, igualdad, democracia, etc., pero si no damos a éstas expresiones un contenido ideológico claro e inconfundible no vamos más allá de la palabrería hueca y el lugar común.
De la mano de la indefinición ideológica va el déficit programático, no hemos podido realizar una elaboración teórica sobre los grandes problemas que afectan a Michoacán, a México y al mundo, esto ni se discute en el partido, las grandes definiciones , como en el pasado suscribir el “ pacto por México” o en la actualidad la de integrarnos a la coalición “ Va por México “ o la agenda legislativa común para el Congreso de la Unión , no han sido fruto de la discusión y deliberación en los órganos del partido sino la expresión del interés y, a veces, hasta del talante y ocurrencias de algunas de las personalidades más relevantes del partido, sus gobiernos o sus grupos
No existen prácticamente posiciones políticas generadas por los órganos de discusión y deliberación del partido. Podemos estar en contra de la política económica que han seguido los gobiernos panistas y priistas o de la manera en que el gobierno actual ha enfrentado la inseguridad, la pandemia, el desempleo, la pobreza, las crisis educativa y de salud exacerbadas por ésta , la militarización del país y muchos asuntos más pero el partido, como tal, no ha sido capaz de plantear alternativas, la elaboracion teórica de lo que pondría en práctica una vez constituido en mayoría política.. El resultado es que cuando llegamos a gobernar o tenemos la oportunidad de decidir, no hay claridad sobre cómo hacerlo y terminamos haciéndolo en la misma forma que criticamos..
La ausencia de vida orgánica es el tercer gran problema. El estatuto es letra muerta; el militante de base del partido en la práctica no existe o de plano no es tomado en cuenta para nada. Los órganos de dirección, deliberación y decisión, ni dirigen, ni deliberan, ni deciden. Los grupos y corrientes, que han prevalecido en el PRD , que no debieran serlo mas que de opinión y pensamiento, han devenido (al menos sus líderes, que a veces solo se representan a sí mismos) en partidos dentro del partido, en tomadores de decisiones por encima de sus órganos de dirección. No es raro presenciar, con vergüenza, que miembros de un consejo o delegados a un congreso esperen, apaciblemente, el momento de sancionar legalmente lo que se ha decidido en otro lugar y por otras personas, generalmente los jefes de las corrientes, sin haber sido tomados en cuenta para nada más.
El cuarto gran problema es el conflicto ético, el de las prácticas que contradicen totalmente lo que dice representar el PRD. Una suerte de doble moral, pues para nadie es un secreto que lo que combatimos hacia afuera es más que común hacia dentro: pregonamos la democracia participativa pero en el partido se niega en los hechos el derecho de participación a la militancia; luchamos por una sociedad de individuos libres y estamos contra el corporativismo, pero el militante sólo puede ser tomado en cuenta si participa en una de esas organizaciones corporativas y clientelares llamadas corrientes.
Estamos en contra de que el dinero o el uso abusivo del poder público sean determinantes al decidir quién nos gobierna, pero en nuestros procesos internos la influencia del poder y del dinero es el pan de cada día. No queremos imposiciones, pero hacia dentro la imposición de dirigentes, candidatos . es la regla.
Estamos contra el nepotismo, pero vemos que es común que se imponga a los cercanos a los que detentan alguna posición de poder , para un puesto de partido, de gobierno o candidatura.
Pretendemos que la izquierda gobierne, administre y legisle bien, pero la experiencia y el conocimiento, la preparación académica y el trabajo pasan a segundo término cuando se confrontan a la fidelidad a al grupo.
En el PRD se ha producido una oligarquía formada fundamentalmente por los dirigentes, los que ostentan algún cargo público y sus cercanos, que concibe al partido no como un medio sino como un fin en si mismo, que busca por encima de todo garantizar su propia supervivencia y que utiliza a las estructuras del partido para conseguir ese objetivo por encima de cualquier otro.
Nuestro problema de imagen pública no es menor, una gran parte de la población jamás votaría por el PRD y, aún entre quienes en ocasiones nos muestran cierta simpatía, somos percibidos como una opción disminuida, socavada por sus propios liderazgos y expresiones internas; un partido dividido, en permanente conflicto interno, rijoso, incapaz de gobernarse a sí mismo mucho menos al país; sin la madurez necesaria para ser un partido confiable; que ha perdido diferenciación con respecto a las otras fuerzas políticas y que ha olvidado aquellos ideales que lo vieron nacer.
Aquí en Michoacán y a nivel nacional el panorama es desolador , el PRD perdió terreno ante el avance de una fuerza política que surgió de las entrañas del perredismo y que cuenta con un liderazgo carismático,un caudillo capaz de atraer muchos votos aún pero que no representa los ideales de democracia , igualdad y justicia del PRD sino los del presidencialismo autoritario contra el que este partido nació luchando.
Mucho dependerá el futuro del PRD de lo que hoy se haga, de que tomemos las decisiones correctas de acuerdo a nuestra situación y la del país y estas las tenemos que tomar en colectivo los perredistas ya
En vista de todo lo anterior concluyo que éste partido solo tiene tres opciones.
La de la inercia, que no es otra cosa que continuar bajo las condiciones actuales, esta opción no tiene futuro, es autodestructiva y sólo llevará a que más temprano que tarde el partido como tal desaparezca y que desde ahora no tenga utilidad como instrumento de cambio social.
La de la transformación radical, entendiendo radical como el cambio desde la raíz, representa el retorno a los principios; la recuperación de nuestra vida orgánica; empatar ética y política a través de la congruencia; incorporar a los mejores hombres y mujeres del partido a los órganos de dirección, sin importar si sus caras son nuevas o viejas pero exigiéndoles apego a los principios; hacer de la vida interna del partido un ejemplo del tipo de sociedad a que aspiramos, recuperando así la confianza perdida. Es el camino de la regeneración, el que apoyan las bases o lo que queda de ellas en el partido.
La tercera opción , que no entra en choque sino que complementa la segunda , el único que nos permitirá persistir y convertirnos en la gran fuerza de izquierda que éste país necesita es la de poner el registro, que aún conserva el PRD, como el basamento sobre el que se edifique una fuerza política que aglutine en su seno a quienes no pueden estar de acuerdo con un régimen presidencialista autoritario basado en la concentración del poder y los recursos , que ha dado sustento tanto a la cleptocracia depredadora de los recientes gobiernos del PRI y el PAN, ni con el retropopulismo presidencialista y autoritario que pretende instaurar el gobierno de un solo hombre y propone políticas de 1970, que fracasaron por cierto ,como solución a los problemas actuales del país.
Un partido en el que confluyan aquellos que estén de acuerdo en que el único camino viable para el México de hoy es el que nos lleve a un auténtico Estado Social y Democrático de Derecho
De lo contrario preparémonos para la extinción; para la instauración de un bipartidismo de derecha en el que se enfrenten en cada elección la tecnocracia neoliberal del pasado reciente con el presidencialismo estatista, corporativo y clientelar del siglo pasado, en el mejor de los casos , o bien, la instauración de un régimen autoritario en el que la única palabra que valga sea la presidencial
Es urgente crear sobre las bases del PRD una nueva fuerza de izquierda con ideología, programa, principios, valores y conductas que la identifiquen como tal y la hagan digna de la confianza de este pueblo de México tan golpeado y tan maltrecho al que urge contar con un instrumento para transformar su realidad ya.