Opinión/Jorge Hidalgo Lugo

No es causal, no puede ser tampoco una coincidencia fortuita, que actores de Morena acusen marcado nerviosismo y comiencen a orquestar estrategias de ataque sistemático y cada vez más visceral, en contra de integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, haciendo eco al sombrío y cada vez más peligroso el huésped de Palacio Nacional, su dueño y pastor.
Mucho está en juego y no sólo es la pestilente complicidad que guardan con el crimen organizado y las pretensiones de instalar un narco gobierno, como el que ya camina en diversas partes del país, sino sigan surgiendo evidencias que confirman la siniestra confabulación que pactaron los grupos criminales con el dueño del también ya reconocido como narco partido.
Los despachos periodísticos como el más reciente firmado por el columnista Héctor de Mauleón, publicado en El Universal bajo el título “El día que el Cártel de Sinaloa se robó la elección”, (https://www.eluniversal.com.mx/opinion/hector-de-mauleon/el-dia-que-el-cartel-de-sinaloa-se-robo-la-eleccion) reafirma las denuncias que Silvano Aureoles Conejo hizo en su recorrido desde que Andrés Manuel López Obrador, en su enfermiza arrogancia, rechazo recibirlo para ser depositario en mano propia de las evidencias que al respecto se tienen del cochinero cometido por los grupos criminales y actores de Morena.
Porque no sólo se trata de la intromisión siniestra y concebida desde las catacumbas de Palacio Nacional para ganar a como diera lugar, el llamado corredor del Pacífico y ponerlo en manos criminales para satisfacer ambiciones personales de tintes patológicos, sino además dar una muestra ficticia de popularidad y respaldo a un proyecto que hoy naufraga en sus propias inmundicias y yerros irreversibles.
Podrá decirse que todo está escrito y ya son hechos consumados, pero los casos que se llevaron al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación cuentan ahora con más elementos probatorios que esas pretendidas ratificaciones de quienes fueron víctimas de las amenazas por grupos armados para embarazar urnas a favor de Morena y sus candidatos, convirtiendo en un festín de cerdos el robo de papelería electoral y cruce de boletas hasta alcanzar cifras de participación por encima de la media estatal.
Casillas con más del 70 y 80 por ciento del padrón que sufragó sin reparo por Morena y ni un solo voto a favor de ninguna otra fuerza política. Ni los candidatos opositores, familiares y mucho menos representantes partidistas en casillas lo hicieron. Todos a una a favor del llamado narco partido.
Y aun así la ventaja es magra y endeble, no se diga carente de respetabilidad, luego de ser minoría en los ayuntamientos, distritos locales y federales.
Por eso, lo que desechó por consigna el grupo de miserables que integran el Tribunal Electoral del Estado de Michoacán, es objeto de zozobra e intranquilidad a quienes saben no tener la misma posibilidad de comprar conciencias ni desviar honorabilidades en la instancia federal.
De otra forma no se entendería la insistencia en buscar interlocutores confiables para convencer al presunto perdedor delos comicios para que desistiera de interponer impugnaciones, para que ya aceptara “su derrota” y, sobre todo, trazar la estratagema de atacar por todos los flancos a quien se atrevió a denunciarlos en instancias nacionales e internacionales.
Si a esto le agregamos la nada prudente actitud de los grupos criminales que se enloquecieron en el momento mismo de ser felicitados por su “buen comportamiento” desde Palacio Nacional apenas concluida la jornada electoral y entrar en una lucha sangrienta por franjas de territorio donde fueron colaboradores en la narco elección, tenemos ante sí el marco perfecto y completo que pone en estado de alerta a los magistrados en cuyas manos hoy está la revisión de los casos impugnados, Michoacán incluido.
Pero además, en el último de los casos, el recurso de impugnación contiene también la denuncia sustentada y por demás comprobada de la ilegal intervención de López Obrador en los comicios, y ratificada en plena veda electoral, elemento que los miserables magistrados michoacanos no tomaron en cuenta de manera por demás sospechosa.
El once de mayor, López Obrador vociferó en su clásica actitud tiránica, intervencionista y arrogante: “De ninguna manera me voy a callar y ser cómplice de fraude electoral”.
“¿Cómo siendo Presidente me voy a callar y voy a ser cómplice del fraude? De ninguna manera y todos los ciudadanos tenemos que ayudar para dejar a nuestros hijos y nuestros nietos en un sistema de auténtica democracia, respecto a las decisiones del pueblo, el respeto a la opinión de la mayoría”, afirmó.
Antes había justificado su legal proceder con la falsa premisa de que era su obligación denunciar el fraude electoral que a su consideración se estaba fraguando y “de ninguna manera me quedaré callado”.
Por si fuera poco desdeñó los alcances de esta flagrante violación a la ley al manifestar que no le preocupaba que el Instituto Nacional Electoral o el Tribunal Electoral lo sancionaran.
Por este lance autoritario y otros más, López Obrador ha sido sancionado por la Sala Superior y con ello, provocado que se ensanche el encono, la animadversión que siente contra sus integrantes sobre todo ahora que descabezaron a su alfil y personero insufrible, José Luis Vargas Valdez de la titularidad en el organismo.
Con estos antecedentes, con un hostigamiento absurdo y personal, caprichoso y por demás obsesivo por parte del dueño del narco partido, es que los integrantes del Tribunal Electoral de la federación va revisar las impugn acciones que involucran el desaseo con que se condujo y por el que ya fue sancionado, lo que al parecer se tomará muy en serio en los resolutivos que vienen, al margen de los demás expedientes que integran las carpetas presentadas.
Es entendible entonces, el nerviosismo y ansiedad que consume a quienes se sienten “dignos” beneficiarios de una elección manchada por la ilegalidad y patrocinada por el crimen organizado, que desde ya cobra por los favores brindados, haciendo válida la premisa del “haiga sido como haiga sido” que alguna vez lanzara el no menos satanizado Felipe Calderón, actor quien por cierto sigue teniendo cierta capacidad de influencia en algunos de los magistrados que tienen la suerte del narco partido y sus narco gobiernos, en sus manos.
Nada más, pero nada menos…