Opinión/Jorge Hidalgo Lugo
La nueva embestida del partido de Estado en contra del Instituto Nacional Electoral deja en claro que las cuentas alegres ya no son tanto y que el miedo de perder la mayoría en el Congreso federal en junio próximo los está acercando a estatus de pánico y de ahí la necesidad imperiosa de intimidar a consejeros y mandar la señal a los órganos estatales para inhibirlos por igual.
Si los números que manejan en sus encuestas que plagan semana a semana en redes sociales fueran certeras y no hubiera en el escenario ningún nubarrón que pudiera nublar el cielo victorioso que de manera anticipada proclaman los de Morena, de más estaría reñir desde ahora por decisiones que ponen en riesgo su abrumadora y aplastante mayoría en Palacio de San Lázaro.
La reacción furibunda del florero que puso el presidencialismo imperial al frente del partido de Estado, deja abierta a la especulación que se cierran las diferencias y que sin mover el voto de sus feligreses y más que pretenden comprar con programas asistencialistas y hasta el uso electorero de las vacunas, les son insuficientes para contrarrestar el voto de los indecisos que pareciera moverse a favor de quien les garantice cerrar el paso a la dictadura que se avecina.
El ataque al INE es cierto, no es autoría de Mario Delgado y sus adláteres, sino comenzó desde hace tiempo por parte de quien los patrocina, conduce y da órdenes desde Palacio Nacional.
Minar la credibilidad del órgano electoral en primera instancia para que sus decisiones, de ser adversas, sean objeto de linchamiento por parte del “pueblo bueno y sabio” para allanar el camino al fraude electoral que se prepara como está visto con el descaro que se manejan los “vividores de la nación” y operadores de Morena por todo el país, enganchando a pobres y menesterosos a cambio del frijol con gorgojo que antes tanto indignaba al que ahora usa el mismo método que antes fustigó.
Porque sin duda la feligresía, los fanáticos y convenencieros que hoy reciben las limosnas presupuestales a costillas del trabajo de quienes repudian el presidencialismo imperial, son votos cautivos que difícilmente van a cambiar.
Lo que no tenía previsto al menos para esta elección intermedia es que los apáticos, indecisos, abúlicos, apartidistas y valemadristas que tradicionalmente se quedaban en su zona de confort sin salir a votar, hoy parecen despertar y no precisamente para sumarse a las hordas de indigentes del voto cautivo.
Y si esa tendencia sigue creciendo precisamente por el miedo, el pánico que despiertan los desplantes autoritarios y de sabor a dictadura en construcción, es evidente que los comicios de junio próximo podrían equilibrarse para ser lo que ya se perfila sea una auténtica guerra sin pedir ni dar cuartel.
Porque desde ahora es predecible asumir que la jornada del próximo seis de junio será en México, la reacción de lo que el propio autócrata prefiguró: una contienda entre el pueblo dividido en buenos y malos.
Pero en el cálculo del absolutismo que se configura no se midió que el despertar de los apáticos iba a ser antes de lo previsto a tal extremo que ahora se tiene perfilado el escenario como lo que finalmente será. Una elección de quienes están a favor del tirano y los que están en contra del tirano.
Ni marcas, ni nombres podrán tener el peso suficiente para que la polarización que ya se tiene, evite que la contienda se de en ese marco de un bando contra otro.
Los que quieren seguir destruyendo al país democrático y de instituciones que millones conocimos, contra quienes hoy si ven aterrados que se hizo válida la premisa que hace años tanto se le advirtió a los mexicanos. Pasó de ser un riesgo a una letal realidad.
El huésped de Palacio Nacional es sin duda, hoy el máximo peligro para el México democrático y de instituciones que se le puso en las manos en diciembre de 2018.
Por eso, por el riesgo de que por el voto libre, director, certero y sobre todo, inducido por el terror que despierta su paso depredador, es que el presidencialismo imperial y sus mascotas buscan tener al INE y sus consejeros, como los mastines de casa rica: atados para que no importunan a los invitados al banquete que fraguan en el fraude electoral.
Habrá que estar atentos a la escalada de agresiones y ataques mayores que sobrevendrá en lo que resta de aquí a la jornada electoral, pero lo que es un hecho y queda ahí para el análisis es que ni toda la confianza, ni todo el pueblo está de su lado y que hay un despertar lento, pero sistemático de quienes ven llegado el momento de salir de su abúlica y mullida pasividad, para ser actores activos en contra del proyecto tiránico que se ventila desde Palacio Nacional.
La elección de los que están contra el tirano y los que están a su favor se va equilibrando y es ahí, precisamente en ese empareje imaginario, que el INE y los órganos electorales son un estorbo para la maquinaria de Estado a favor de Morena, lo que debe resolverse a como dé lugar y al costo que sea.
Por lo pronto consejeros electorales y miembros del Tribunal Electoral del Poder judicial de la Federación están bajo fuego mediático y de otra índole, por el partido de Estado que comanda el vecino del zócalo capitalino quien va a echar mano de todas las trapacerías a su alcance con tal de ganar al adversario comprando al arbitro de ser preciso.
Como ya hace con la compra de votos con todo y que había ofrecido que se encarcelaría a los que jugaran sucio y fueran declarados como delincuentes electorales…