Opinión/ Isabel Arvide
LOS ENEMIGOS DEL ALMIRANTE
Por Isabel Arvide
El lenguaje militar, así como su vida, sus reglas, sus rigideces, tiene una connotación muy diferente del lenguaje civil. De ahí, en gran parte, la imposibilidad de entendimiento para grandes sectores sociales.
Rafael Ojeda habló como lo que es, un jefe militar. Un hombre que encabeza una guerra, que tiene enemigos y aliados, que cada día sale de su cuartel dispuesto a cumplir con su misión: Aniquilar, desarmar, encarcelar, terminar con sus enemigos. Esa es, además, su obligación. Y la de todos aquellos bajo su mando.
En esta encomienda, que se asume, se vive más allá del compromiso de un puesto público o un trabajo, no hay medias tintas. Unos son malos y otros tienen la obligación ineludible de vencerlos. Si no entendemos esta realidad, difícilmente comprenderemos las expresiones del Almirante Secretario.
¿De qué lado están los jueces? En una ecuación civil, del que les corresponde, de aquel en defensa de las leyes. Sí, pero en los hechos no siempre es así. Sean vistos desde la óptica civil o aquella militar, muchos jueces parecerían más interesados en proteger a criminales que en castigarlos.
Es una realidad.
Ojeda, titular de Marina, experto en temas de su incumbencia militar, tuvo la ingenua honestidad de poner en palabras una realidad que padecen, de puntualizar una verdad: A veces por una coma, por un punto, los jueces dejan en libertad a presuntos delincuentes que han sido detenidos por marinos con un costo altísimo, de vidas humanas, de carencias, de disciplina, de entrega.
Y no se vale.
Por eso, el Almirante Secretario dijo que los jueces parecen ser enemigos de los marinos.
¿Quién pudo decir algo en contrario?
No en una guerra. Y el combate a criminales se vive, se entiende, hacía dentro de la Marina Armada, de las fuerzas armadas todas, como una guerra.
Así lo decidió el comandante supremo de las fuerzas armadas.
¿Debió decirlo en una conferencia “mañanera”, de cara a millones de mexicanos, en medio de una confrontación política por la cercanía de las elecciones del 6 de junio? No creo que Rafael Ojeda se haya planteado, por un segundo, si debía decirlo o no. Era connatural, a partir del primer día de este sexenio se les ha obligado, a él y a mi general Sandoval, a confrontarse con la prensa, con los diputados, con la opinión pública. Casi siempre con muchas descalificaciones injustas, hechas a priori.
¿Necesita aliados el Almirante Secretario? Es obvio que sí. Como también resulta muy obvio que estos aliados no pueden ser los jueces que cumplen con su trabajo, que entienden la realidad en un contexto muy alejado de la guerra, del estado de excepción que se vive sin haber sido declarado.
Lo que todos, como sociedad, necesitamos es que se depure el poder judicial, que no haya jueces al servicio de los criminales.
El almirante Rafael Ojeda Durán señaló una realidad que vive su gente, que padecen quienes están dedicados a una función policiaca que les fue encomendada por la incapacidad de las instituciones que teníamos. Los policías, como los agentes del ministerio público, son hábiles, muy hábiles para hacer una “puesta a disposición” de los jueces a modo. Sea para ayudar o para perjudicar a un presunto delincuente. Esas capacidades no las tienen marinos, militares que toda su vida han obedecido y dado ordenes puntualmente, sin vericuetos, sin trampas de lenguaje.
Por eso, porque muchos jueces son muy puntillosos o muy cómplices de criminales, por una coma les tiran a los marinos una detención.
Esa es la realidad.
Y por decirla, el Almirante Secretario lleva tres días de linchamiento.
Por decir una realidad como él la vive, como él la ve desde la guerra. Si queríamos un lenguaje político, correcto, suave, debemos cambiar la misión que les encomendaron: ir a la guerra.