Opinión/Hugo Rojas
Actualmente estamos presenciando la tendencia que tiene la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos al intentar que la determinación que data de 1973, donde se legalizó el aborto, ahora se venga en sentido inverso.
Esto, por existir una mayoría de ministros conservadores, producto en los últimos años de la herencia del ex presidente norteamericano Donald Trump, pues en esencia hay seis ministros conservadores contra tres liberales.
Sin embargo, el origen es una estrategia de largo plazo que inicia en los años 80 con el movimiento conservador estadounidense, que impulsa interpretar la Constitución originalista conforme a su nacimiento, que data del siglo 18.
La organización llamada Sociedad Federalista es promotora de interpretar la Constitución norteamericana como ya se apunta, siendo esto una base para los republicanos, pues se requiere muy frecuentemente el visto bueno de estas organizaciones para designar a jueces y magistrados a distintas Cortes de Estados Unidos.
Esto llega y permea al Senado de ese país para que apoyen esa tendencia y a dichos perfiles de impartidores de justicia conservadores.
Es así que el resultado de todo ello es magno, llenando todas las cortes con jueces conservadores y con tendencias como la que nos ocupa esta columna, pero la cereza del pastel de esto es y se insiste en Trump, al poner en su período a tres de los últimos ministros conservadores.
Por tanto, si la Corte limita el derecho al aborto o de plano revierte la decisión de 1973 que se legalizó, no solo da cuenta de tener una corte conservadora, sino que motiva a cambiar, entre otros temas, el derecho a portar armas, derechos electorales, la religión, pena de muerte, matrimonio entre iguales, etcétera.
Entonces, la política y la influencia de partidos en la Suprema Corte de Estados Unidos pone en juego y en observación la madurez y su profesionalismo, trayendo crisis constitucional e impacto en elecciones próximas, pues el que se llegue a determinar ilegal el aborto ahora será determinación de los estados y eso lo hace tema de campaña prioritario.
Finalmente, todo esto ayuda a la tendencia conservadora y al movimiento de Trump, que permite candidaturas afines, polarizando a la sociedad de Estados Unidos.