Opinión/Hugo Rojas
Sobre el caso en particular de lo que acontece entre Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador, de todos es sabido que en los últimos días se ha dado la serie de declaraciones en torno al probable enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, entre otros, de Anaya, ex candidato a la Presidencia de México en 2018.
La realidad es que López Obrador dedica conferencias de prensa mañaneras para atribuirle responsabilidad y, además, decir que si se esconde, es que debe existir algo qué atribuirle.
Ciertamente se ha adjudicado que esto es una persecución política o cacería de brujas, pero dicho peregrinar permite apreciar que la figura de Ricardo Anaya sigue vigente, y con ello, se le permite ser “candidateable” a la presidencia para 2024.
Al tiempo y a la distancia.