Opinión/Gerardo Herrara Pérez
La economía desenmascarada.
Gerardo y Rosalinda Herrera Pérez
Manfred Max-Neef, conjuntamente con Philip B. Smith, escribieron el texto “La economía desenmascarada”, un libro interesante y a la vez que nos interpela a la sociedad de lo que estamos haciendo en esta polarización de ricos contra pobres y entre sociedad y naturaleza, es decir, la vida misma se encuentra en peligro, se sigue incrementando los suicidios; nada justifica la devastación que se vive de un modelo económico que no le interesa generar condiciones de equilibro en la naturaleza, porque privilegia acciones mecanicistas, pero no organicistas; .
Uno de sus capítulos, da cuenta del verdadero sentido del libro, y al que los autores denominaron “Una economía humanizada para el siglo XXI”; como nunca llegan estas reflexiones de Manfred y Philip, para explicarnos la importancia de trabajar en un nuevo modelo económico, porque el que hoy transitamos nos ha hecho individualistas, en búsqueda del éxito, el placer, el lujo, es decir, antropocéntricos; por lo que no nos interesa la naturaleza, vivimos en una económica mecanicista, pero no organicista; pensamos en una naturaleza infinita, pero, es finita; una economía a favor de la codicia, pero no de la justicia, y es que no se puede defender el futuro de la vida, si hoy mantenemos explotada ilimitadamente la riqueza del planeta.
En la Economía humanizada para el siglo XXI, los autores plantean cinco postulados, cada uno de ellos nos invita a una reflexión profunda respecto de lo que estamos haciendo. Primer postulado, la economía debe servir a las personas, facilitar la vida; es decir, la globalización, el mercado y el patriarcado elementos que están a favor de la economía, somete a las poblaciones y a las autoridades de los estados quienes actúan en función del modelo económico, pero no en favor de la población (más pobres, más con hambre, más niños trabajando, más prostitución, droga, venta de armas venta de cuerpos).
Segundo postulado, el desarrollo se refiere a las personas no a las cosas; el mejor desarrollo es aquel que permite elevar la calidad de vida de las personas, aquel que responda a las necesidades de ser, tener, hacer, y estar y necesidades de subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad; así como a los satisfactores de alimentos, vestido, techo.
No existe correspondencia uno a uno entre necesidad y satisfacción; un satisfactor puede contribuir simultáneamente a la satisfacción de diversas necesidades o a la inversa, una necesidad puede requerir de diversos satisfactores para ser satisfecha.
Por ello, se concluye que: una necesidad insatisfecha en intensidad y duración genera patologías (suicidio, enfermedades mentales, hambre, pobreza); existen ejemplos de patologías colectivas debida a las desigualdades, la violencia y las injusticias que afectan a partes de una sociedad o a sociedades completas; la comprensión de estas patologías colectivas requiere investigaciones y acciones muldisciplinarias.
Postulado tercero, crecimiento no es sinónimo de desarrollo, y el desarrollo no necesariamente requiere de crecimiento. Mientras más crece una economía, más éxito se tiene, el PIB, es el indicador económico, pero no refleja necesariamente las condiciones de vida de la población en términos de sus mínimos de bienestar social (salud, educación, empleo, ocio, recreación, empleo, ingreso, etc.), como tampoco mide el trabajo no pagado (trabajo doméstico), el PIB mide lo monetario exclusivamente, y finalmente la naturaleza no es reflejada en el PIB.
Por ello, se han generado diversos planteamientos para evaluar la calidad de vida y el bienestar, en 1989 Daly y Cobb propusieron un indicador al que le denominaron Índice de Bienestar Económico Sostenible, veinte años después se presento el indicador de Progreso Genuino.
Postulado cuarto, ninguna economía es posible en ausencia de los servicios de los ecosistemas. La economía depende de los servicios de la biosfera, por ello, no deberían de ser rebasados los límites del cambio climático, la tasa de perdida de biodiversidad, el ciclo de nitrógeno, el ciclo del fósforo, la reducción del ozono estratosférico, la acidificación de los océanos, el uso del agua potable, cambio del uso de la tierra, la carga atmosférica de los aerosoles y la contaminación química. De estos límites tres ya se rebasaron, el cambio climático, pérdida de biodiversidad y el ciclo del nitrógeno.
El quinto postulado, la economía no es un subsistema de un sistema mayor y finito, la biosfera; de ahí que el crecimiento permanente sea imposible. Tenemos un planeta finito, por ello, la importancia de la sostenibilidad, para esta generación y para las próximas. La pregunta que nos debemos hacer es ¿qué superficie de tierra ecológicamente productiva necesitamos para respaldar la demanda de recursos y para absorber los desechos de una determinada población o de actividades específicas?, a ello le denominados la huella ecológica de la población. El análisis y cálculos detallados revelan que para mantener la resiliencia de nuestro planeta, no debemos exceder las 18 hectáreas por persona. Pese a ello, desde 1986 hemos rebasado ese umbral y actualmente estamos utilizando los recursos de un planeta más un tercio. Esto significa, entre otras cosas que la naturaleza necesita 16 meses para regenerar los recursos renovables que nosotros consumimos en 12 meses, obviamente esto ya no es sostenible ni para esta generación ni para las próximas.La conclusión parece ser clara, o volvemos a las epistemologías del sur como dice Boaventura de Sousa Santos, o bien, trabajamos en la formación de un humano social, con prácticas de consumo adecuado y en intersubjetividades que respeten al otro en un plano de horizontalidad, o generamos condiciones para fortalecer un proyecto de racionalidad ambiental, o bien, cavamos nuestra propia tumba planetaria.