Opinión/Gerardo A. Herrera Pérez
La paz es dinámica
Gerardo A. Herrera Pérez
Hoy, hace unas horas, vi a dos pequeñas jugando sobre el camellón de Camelinas, su madre se gana la vida haciendo malabares en una esquina frente a un semáforo, ellos, en conjunto son una familia indígena, una familia que ha sido colonizada en el poder, en el saber, en el ser y frente a la naturaleza; durante 500 años han soportado la colonización y la modernidad; están aquí, y aquí mismo son racializados, no tienen opciones, ignoro si son producto de procesos de trata de personas, lo que se bien, es que son producto de violaciones a sus derechos humanos sobre todos las dos pequeñas y muchas otras familias más que se encuentran en diferentes vías de comunicación, como el periférico, solidaridad, Juárez, etc.
Si digo que se encuentran violentados los derechos de las niñas, es que, en el discurso público del derecho humanitario y de la Convención Internacional de los Derechos de los Niños y de nuestros marcos jurídicos nacionales y de Michoacán, se habla del interés superior de la niña, niño y, adolescentes (artículo cuarto constitucional, párrafo noveno), pero que lo importante es saber qué tanto comprendemos del interés superior nosotros y las autoridades para hacer viable el respeto a la dignidad humana de los derechos de estas niñas originarias: lo primero, desde luego que lo primero, es hacer efectivos los derechos a la vida, a la paz, a la supervivencia y el desarrollo humano; a vivir en familia; su identidad no solo nacional sino étnica; la igualdad sustantiva; a vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral; a una vida libre de violencia y a la integridad personal; a la protección de la salud y a la seguridad social (espacios para atender a la niñez de su derecho a la salud); la inclusión en condiciones de discapacidad; al esparcimiento, descanso, diversión, deporte; a la libertad de expresarse y acceso a la información; a la intimidad, a la asociación y a la reunión; a la seguridad jurídica y al debido proceso; a la protección en condiciones de migración y al acceso a las tecnologías de la información y la comunicación; el derecho al agua; el derecho a la educación bilingüe, étnica; a un ambiente sano; derecho a una vivienda digna y decorosa; derecho a su cultura; al derecho a la petición; entre otros.
Esta escena la vi, durante el camino que tomé de Periodismo a Santa María, para ir a dar una disertación sobre la “Paz y la transmodernidad”; las reflexiones serian escuchadas y analizadas por un grupo organizado de mujeres líderes, que me pidieron hablara sobre la Paz, ellas integran a un histórico y exitoso, grupo social de mujeres, denominado Club Rotario Camelinas.
Mientras manejaba, pensé que, el ver estas imágenes “deben de motivarte para incluirlas en tus reflexiones sobre la Paz”; pero hoy mismo, amanecemos con las noticias “Rusia bombardea a Ucrania”; como hablar de la Paz, si es que no incluimos la crisis que vive el diálogo, la diplomacia, para atender el conflicto entre Rusia, Ucrania, Estados Unidos, la Otan y la ONU pese a los distintos esfuerzos que existen; pero nuevamente volteando a Michoacán, a Morelia, las graves violaciones a los derechos humanos, principalmente de mujeres y niñas, de los grupos en condiciones de precariedad, de los feminicidios, violencia, del crimen organizada, la corrupción y las grandes crisis que vivimos (dice Guattari: crisis sociales, ambientales, subjetivas, y reitero las crisis educativas, de salud con la pandemia, crisis financieras y hoy también las crisis de miedo, de no salir, de no intersubjetivar), deben ser también elementos de las reflexiones de construcción de diálogo para la atención de conflictos.
En la disertación expresaba que, la Paz no es un concepto solamente, la Paz en la guía, el camino, para respetar la vida (sí la de los seres vivos: humanidad, plantas y animales y elementos de la naturaleza haciendo unicidad), es decir, es la vida, y se construye día a día en un diálogo de Paz; la Paz: simbólica, estática, o dinámica como la vemos construyéndose minuto a minuto, nos enseña lo frágil que somos, la visión con que se nos ha formado en la individualidad, en el egoísmo, en el hedonismo, en la meritocracia, la búsqueda del éxito, el placer, las sustancias tóxicas para los jóvenes, el sexo, las marcas, para el narcisismo como expresa Guille Lipovetzky, o bien Bauman con sus reflexiones del valor líquido, efímero, que impide la comunalidad.
En la Paz deben estar fijos los planteamientos de los instrumentos del derecho universal para los derechos humanos, y se deben generar las sinergias para promoverlos, difundirlos, protegerlos bajo sus fines que son la universalidad, indivisibilidad, interdependencia y desde luego progresividad, que hoy por hoy, las mujeres rotarias lo están haciendo al coadyuvar a procesos de mejoría en equipo e instalaciones de edificios públicos para salvaguardar el derecho a la salud y la educación.
En materia de participación hace falta mucho por hacer, pero primero tender las bases de la convivencia, transitar al fraternalismo, y llegar a la participación social, personal, cívica. En donde las personas puedan crear y desarrollar conciencia antropológica, ambiental, cívica, espiritual y yo añado siempre otra, la conciencia de prevención (salud, drogas, violencia, masculinidad, lo bélico, lo político, etc.)
Finalmente, me parece que toda reflexión no puede quedar solo en el diagnóstico, sino que debe entrar a plantear una solución a la problemática, por que también la hay, es decir, para las malas prácticas de intersubjetividad, prácticas de consumo, se requiere de un nuevo orden civilizatorio, al que se refieren diversos filósofos y economistas, y a lo que Dussel expresa la Transmodernidad; dicha acción se debe de acompañar con un nuevo planteamiento epistemológico que es el transfeminismo (Sayk Valencia), es decir, el feminismo como vía o modelo para transitar a un nuevo orden de cosas, todo ello, bajo el enfoque de la importancia de hacer deconstrucción del mandato de masculinidad que tanto daño ha generado por el patriarcado a las mujeres en la dominación y subordinación; ahí, es deconstruir al hombre desde su concepción de pensarse sobre las conductas negativas que realiza, despensarse de todo aquello que genera dolor y dominación, para posicionar su pensamiento como una masculinidad positiva (repensarse), para repensarse en ese nuevo modelo, sin el mandato de masculinidad opresora contra la mujer y las niñas al utilizar sus atributos en la sabiduría, poder, autoridad, jactancia, pero también violencia, ayudado por sus elementos de potencia: bélica, política, económica, sexual, epistémica.Agradezco al importante grupo de mujeres líderes del Club Rotario Camelinas, que hoy cumplen 27 años de servicio, preciso, de vocación de servicio a las personas que viven en Morelia y otras comunidades, su generosidad, su compromiso social, su ética política en la que se encuentran inmersas trabajando en horizontalidad por el otro, me hace reiterar que a ellas, siempre mi agradecimiento por pensar al igual que yo, que un mundo mejor es posible, cuando nuestros compromisos y obligaciones pueden caminar juntos para promover La Paz.