Opinión/Gerardo A. Herrera Pérez
El día del “Orgullo Gay”, es una fecha histórica ya que, se conmemora a partir de las resistencias de mujeres trans frente a la razia de que fueron objeto por parte de la policía en un bar enclavado en un barrio de Stonewall de Nueva York, a finales de los años Sesenta del siglo pasado. En México, se conmemora dicha fecha desde hace ya cuatro décadas, una marcha histórica para la América Latina y el Caribe.
En Michoacán dicha conmemoración del orgullo gay se ejecutó por primera ocasión en este 2021, y será paralela a la marcha que se ejecuta desde el 2007 contra la homofobia, que fue impulsada por la organización Grupo de Facto Diversidad Sexual en Michoacán y organizaciones de mujeres trans y personas viviendo con VIH/SIDA.
Hablar de esta fecha nos recuerda que el tiempo no es lineal, es decir, hablar del pasado, el presente y futuro a construir, sino que es importante hablar de las contradicciones y transgresiones de que ha sido objeto un segmento de la población que vive oprimido por mecanismos de exclusión y violación a sus derechos.
Durante los últimos años de este siglo XXI, avanza la construcción de un movimiento social, lo digo porque ha ido creciendo durante todos estos años; y en ello, se han integrado diversas formas de organización que se plantean como una motivación la participación derivado de la transgresión; de esta manera han ido construyendo los objetivos, la agenda pública, así como los elementos simbólicos que constituyen los ingredientes para ir a la consolidación de un movimiento social; y es que todos estos elementos los contiene la marcha histórica de la Ciudad de México, la cual ha transitado por diversos problemas, desde los más simples hasta los más complejos; en el marco de estos años y en términos de vivirla en la pandemia de 2020 y 2021, transito por lo presencial y a través de las tecnologías digitales; en este sentido, la marcha es de quien la marcha, y hoy, es eso, las marchas y expresiones sociales no tienen nombre ni apellido, las marchas son de quienes las marchan, en lo digital o en lo presencial.
La presencia de un Agenda 2030, o la Agenda 2050, o bien los principios filosóficos de la Carta de la Tierra nos plantean que las luchas sociales deben de transitar a otros escenarios de sostenibilidad, de simbiosofia, que nos ayude a controlar la ecosofia de la que habla Félix Guattari, pero también en el marco de considerar la hominización para la comprensión de la importancia de la funcionalidad tridimensional del ser humano en una nueva aldea global.
Por ello, en tiempos transmodernos, será importante impulsar un nuevo enfoque a las agendas políticas de la llamada diversidad sexual; se requiere transitar, no solo ellos, sino la sociedad en un nuevo modelo de organización social que reoriente sus prácticas sociales opresivas a espacios de mayor comprensión social, donde se hagan efectivos los principios de los derechos humanos, la igualdad y no discriminación, la perspectiva de género, la interculturalidad, la cultural de la paz y el cuidado del medio ambiente y la biodiversidad; pero igualmente se requiere que esas prácticas dejen de lado el hedonismo compulsivo de las compras en un mercado que nos hace dependientes y que la lucha se encause a que las empresas redefinan sus propósitos a partir de preparar los bienes y servicios y productos con tecnologías más amables con el medio ambiente, es decir con el agua, la tierra, el aire y las energías, para hacer entendimientos de sostenibilidad.
En general la lucha debe de centrarse en deconstruir al antropocentrismo y dar paso al ecocentrismo, para poner al centro la vida, y si es la vida, serán los seres vivos, donde el otro pueda ser el hombre, la planta o los animales; es así que de esta manera podremos estar trabajando en el fortalecimiento de esta generación y las próximas a través de la simbiosofia, es decir, el ir creciendo juntos en convivencia.