Opinión/Gerardo A. Herrera Pérez
Debemos de recordar que los migrantes, al igual que los más de siete mil quinientos millones de personas que vivimos en este mundo somos seres humanos y que existen marcos jurídicos de dimensión universal que le son comunes a todos y todas, no obstante ello, y tener una Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como una Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, los migrantes continúan viviendo días de terror en su caminar para llegar aquellas regiones que ofertan trabajo y que mitigaran su necesidad de empleo y de vida.
Cada 18 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Migrante, una fecha que nos hace recordar que la humanidad ha permanecido en constante movimiento, que no es una cuestión actual la migración, como se quiere ver, sino desde hace dos millones de años los humanos se extendieron desde África a Eurasia (Yuval Noah Harari) más tarde, en el siglo XVI y con la conquista, la migración en su dimensión de esclavitud de personas de color, llegaron a las américas para quedarse y estar entre nosotros por ya quinientos años.
Las personas migrantes en cualquiera de los flujos migratorios en el mundo, dan cuenta y presentan narrativas de los procesos de traslado y permanencia en los lugares de destino que violentan los derechos humanos, la existencia de humillaciones, lo que los convierte a los migrante en grupos en condiciones de vulnerabilidad. Hoy mismo, cientos de migrantes tratan de cruzar las líneas fronterizas para acceder a una mejor calidad de vida, que sus países de origen les niegan.
Desde la complejidad, no podemos ni silenciar ni invisibilizar a los migrantes, ellos frente a la pandemia por el Covid-19, han estado presentes en las diferentes acciones y lugares que demandan un trabajo esencial (transporte, alimentación, supermercados, farmacias, hospitales) para la vida en común de todos aquellos que debieron confinarse, no obstante, cuando se trata de aplaudir a quienes han coadyuvado a la atención de la pandemia, los primeros en reconocerse son el personal de salud, sin que nadie hable de quienes de manera ordenada y permanente siguieron trabajando a favor de que no se detuviera totalmente la economía, mi reconocimiento para los miles de personas que continúan realizando actividades para la atención de las poblaciones, entre ellos los hermanos migrantes.
La pandemia no ha tenido tregua entre las poblaciones, un rebrote nos ha mandado una señal clara no solo de quédate en casa, sino la importancia del derecho a la salud, del derecho a la vida; pese a que la pandemia nos habla de datos de contagios, de muertos, no se habla de edades, de que actividades productivas, por género, y si aquellas personas eran migrantes, es decir se les ha invisibilizado. La pandemia ha hecho también que los migrantes pierdan sus fuentes de empleo y su ingreso, sus viviendas, que vivan en precariedad, también han enfermado, y han muerto; en conjunto, estas acciones los lleva a vivir procesos de exclusión, de discriminación y violencia, pero tal vez lo más peligroso por los riesgos que hoy el mercado tiene, es que los migrantes pueden ser víctimas de la trata de personas y de diferentes formas de explotación.
Desde la ONU se reimagina la movilidad humana en donde, “la pandemia de Covid-19 no puede utilizarse como una excusa para volver atrás con los compromisos asumidos respecto de la promoción y la protección de los derechos de los migrantes con independencia de su condición legal”. No puede ser un pretexto para la detención y hacinamiento y de repatriación sin el debido proceso, que constituye una violación al derecho internacional.
Baste preguntar a un migrante de los miles que aspiran a mejorar sus condiciones de vida, para conocer que todos esperan un mejor mañana en oportunidades, por ello, la ONU expresa que es nuestra responsabilidad colectiva crear un mundo más seguro y resiliente. Esa responsabilidad la llevan muchos activistas y líderes migrantes que se han comprometido con una migración segura, ordenada, regular, digna para todos y todas, en ello, reconozco el trabajo de Pedro Fernández Carapia, de Francisco Garcídueñas, de Lucila Guillen, pero también de un gran líder, generoso, comprometido y a quien siempre se le reconocerá su trabajo binacional, Arnulfo Díaz Cortes.
En la ciudad de Morelia, en el Complejo Deportivo Miguel Hidalgo, se llevó a cabo un programa cultural para conmemorar un aniversario más del Día Internacional del Migrante, fecha importante para la población, así como para los migrantes michoacanos; hasta el monumento al Migrante, se presentaron diversas ofrendas florales, con lo que se reconoce de manera ética y moral el aporte de los migrantes al desarrollo del estado de Michoacán. Ahí estuvieron la regidora Carmen Cortes, Sergio Acosta, Gaby Terrazas, autoridades de la Fundación Migrantes Latinos de California y Casa Morelia, así como activistas y líderes migrantes, Jesús Escandón, Isidro Vieyra, entre otros asistentes.