Opinión/Felipe de J. Monroy
Interpretaciones políticas al Papa
Debemos recordar que bastaron los dos primeros segundos del pontificado de Francisco para demostrar que su estilo y su particular método de transmitir las enseñanzas del Evangelio y de la Iglesia católica iban a provocar todo tipo de lecturas en el mundo menos una: la indiferente.
Sólo con esta certeza en mente es que se puede entender lo que sucede con su tercera y más provocadora encíclica papal ‘Fratelli tutti’ (Hermanos todos). En el texto, el Papa hace una feroz crítica a diferentes sistemas sociales, culturales, económicos y, principalmente, políticos contemporáneos que agreden y atentan permanentemente contra el ser humano, contra su naturaleza, su esencia, su dignidad y, sobre todo, contra su horizonte trascendente.
La dureza de sus palabras contra “el dogma de fe neoliberal” o el “insano populismo”, ha provocado airados comentarios de quienes justamente defienden o usufructúan algunos beneficios de ambos espectros. En algunos círculos, por ejemplo, se ha llamado ‘comunista’ al texto del Papa por insistir en el destino común de los bienes expresado con radicalidad por san Juan Cristóstomo (“No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos”) o san Gregorio Magno (“Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les damos nuestras cosas, sino que les devolvemos lo que es suyo”).
A quienes defienden el neoliberalismo como dogma, el Papa les reclama: “Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente. El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico derrame o goteo -sin nombrarlo- como único camino para resolver los problemas sociales. No se advierte que el supuesto derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social”.
Y, del lado de los liderazgos populistas cerrados -como los llama Francisco-, su vergonzoso silencio ante las reflexiones del Papa refleja justo la cerrazón, el endiosamiento, la arrogancia y la vanidad en la que viven los caudillos del populismo: “Hay líderes populares capaces de interpretar el sentir de un pueblo… el servicio que prestan puede ser la base para un proyecto duradero de transformación… pero deriva en insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder. Otras veces busca sumar popularidad exacerbando las inclinaciones más bajas y egoístas de algunos sectores de la población”.
Esta tensión expresada con claridad por Francisco pudo corroborarse gracias al panel de reflexión sobre ‘Fratelli tutti’ organizado por la Conferencia del Episcopado Mexicano el 14 de octubre. En el panel participaron políticos aparentemente ubicados en las antípodas del espectro ideológico pero cuyas reflexiones revelan con claridad la defensa a ultranza de sus visiones sin la capacidad de escuchar al otro, que es por cierto el centro de toda la encíclica del pontífice.
Para unos, la incapacidad de reconocer la terrible apuesta hecha por un neoliberalismo dogmático y radical que profundiza las brechas sociales a niveles ignominiosos; para otros, la inexplicable adoración a un estilo político cuyos gestos se acercan riesgosamente al populismo insano.
Sin embargo, la encíclica no se queda en un lamento ni en una mera provocación; Francisco propone la fraternidad como un primer e indispensable paso de mutuo reconocimiento para emprender caminos de perdón, reconciliación, desarrollo y bien común. La propuesta está conectada con su primera encíclica ‘Lumen fidei’ (en donde también se reconoce mucho del pensamiento del papa emérito Benedicto XVI): La búsqueda de “la verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto” es la expresión de la fe que ilumina la historia, la realidad y el futuro.
Y esa verdad es el amor. Mencionada 65 ocasiones en la encíclica, Francisco aporta esta lectura: “El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos”.
El amor para francisco es origen y destino, pero también camino y programa. Y sin esa mirada, todas las interpretaciones políticas sobre la encíclica del pontífice pecan de parcialidad. ‘Fratelli tutti’ es una encíclica orientada radicalmente hacia una conversión política (el Papa enuncia 110 veces la palabra ‘política’) iluminada por el Evangelio. Una conversión para evitar la indiferencia y para recordar que se puede dar buen ejemplo como actor político, incluso desde el solio pontificio, en un mundo que demanda más fraternidad que ideologías.
*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe